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La importancia en la balanza de pagos Opinión

La importancia en la balanza de pagos

Sergio Arancibia
Por : Sergio Arancibia Doctor en Economía, Licenciado en Comunicación Social, profesor universitario
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Hay poca reflexión pública –tanto en el ámbito político como económico– sobre los datos que se recogen periódicamente en la balanza de pagos, relativos a los relacionamientos económicos del país con el exterior. Sin embargo, los antecedentes que allí se muestran son de alta importancia y trascendencia para todo el resto de la economía nacional. 

Para no hacer muy larga esta columna, centremos la atención en lo que sucede en la cuenta comercial de la balanza de pagos. Allí se recogen los datos sobre las exportaciones y las importaciones de bienes realizadas por el país, en un período determinado. 

En los datos publicados por el Banco Central en el transcurso de la segunda quincena de octubre, referidos a lo sucedido durante el tercer trimestre del año 2022, se establece que en ese período se hizo patente un déficit en cuenta comercial que alcanzó la suma de 1.460 millones de dólares. Eso significa que las importaciones, a lo largo de ese trimestre, fueron mayores que las exportaciones, lo cual es una situación que se presenta en forma muy ocasional en la economía chilena, que no se presentaba desde 2013, y nunca con las magnitudes alcanzadas en este último trimestre. 

En concreto, en el tercer trimestre de este año, las exportaciones de bienes alcanzaron un valor total de 23.394 millones de dólares y se importaron bienes por un monto de 24.863 millones de dólares. La diferencia no es muy grande, pero lo preocupante es que el monto de las exportaciones ha venido disminuyendo a lo largo del año, con relación a los trimestres previos y también con relación al mismo período del año anterior, mientras que las importaciones han venido aumentando en los mismos momentos del tiempo. 

Si en un colectivo que compra, vende y produce bienes, las compras, periodo a período, son más altas que lo que se logra vender, se genera una situación que no es sostenible a mediano plazo, pues esa diferencia entre ingresos y gastos hay que financiarla de alguna forma. Buscando opciones respecto a cómo enfrentar esta situación en lo que respecta al país, lo primero en que se puede pensar es en aumentar las exportaciones, lo cual depende de eventuales aumentos de producción, de la correspondiente oferta en el mercado internacional de los mayores bienes producidos y –quizás lo más difícil– lograr que el resto del mundo esté dispuesto a comprar esos bienes ofertados. Aumentar las exportaciones no es, por lo tanto, un mero acto de voluntad o de decisión de política, sino un resultado de la inserción que el país tenga en el mercado internacional, pero si se pudieran aumentar las exportaciones, sin desabastecer el mercado interno, sería indudablemente positivo hacerlo. 

La otra alternativa, más o menos obvia, es restringir las compras, lo cual implica menos bienes a disposición de los consumidores y empresarios internos, lo que es una decisión compleja desde el punto de vista político y económico. Si se optara por esta vía de solución del déficit, el aumento del precio del dólar es una decisión de política que puede ayudar en materia de disminuir las importaciones, lo que tendría una serie de otras consecuencias internas, sobre todo en materia de inflación. 

Si no se pueden aumentar las exportaciones o reducir las importaciones, ese déficit en cuenta comercial se puede cubrir recurriendo a los préstamos externos, lo cual salva la situación presente, pero se corre el problema para más adelante, cuando haya que pagar lo recibido en préstamo, más los intereses. A septiembre de este año, ya la deuda externa del país –pública y privada– alcanzaba a los 226.229 millones de dólares, lo cual equivale al 84 % del PIB.

También se puede recurrir a los ahorros o las reservas de las que se disponga, con lo cual lo más probable es que disminuyan las reservas del Banco Central y/o de los fondos con que cuente el Estado. Si el déficit que se quiere cubrir es transitorio, se puede recurrir a este tipo de decisiones de política, pero si el déficit se visualiza como de largo o mediano plazo, no se puede recurrir en forma ininterrumpida a la reducción de las reservas, pues la disminución de las mismas deja al país con menos capacidad de respuesta frente a la variabilidad de los mercados financieros y de bienes y servicios.

Finalmente, en este breve recuento, se puede confiar el cierre del déficit de la cuenta comercial de la balanza de pagos a los flujos de capitales externos que ingresen al país, lo que es una variable muy exógena e imprevisible. 

En síntesis, la balanza de pagos, y su cuenta comercial tienen que ver con la producción interna, con las exportaciones e importaciones, con la deuda externa, con la inflación, con la tasa de cambios, con el nivel de las reservas internacionales y con el trato a la inversión extranjera, entre otros elementos, todo lo cual hace necesario que el país conozca y discuta sobre la causas y consecuencias del déficit que allí se ha generado.

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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