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La falsa justificación del éxito económico de la dictadura Opinión Pablo Ovalle Isasmendi

La falsa justificación del éxito económico de la dictadura

Ignacio Silva Neira
Por : Ignacio Silva Neira Director Ejecutivo OPES.
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Se ha querido llevar la discusión a las justificaciones del golpe de Estado, utilizando, entre otras cosas, la falsa idea de que la dictadura trajo éxitos económicos. Sin ir más lejos, en mayo de este año, la encuesta Mori publicaba que el 36% de las personas cree que los militares tenían razón en dar un golpe de Estado del año 1973, mientras el 39% cree que Pinochet pasará a la historia como “el hombre que impulsó y modernizó la economía chilena”.


La antesala de los 50 años del golpe ha estado, sin lugar a dudas, marcada por el protagonismo de sectores políticos que promueven el negacionismo y que han instalado ideas en amplios sectores de la sociedad. En este contexto, se ha querido llevar la discusión a las justificaciones del golpe de Estado, utilizando, entre otras cosas, la falsa idea de que la dictadura trajo éxitos económicos. Sin ir más lejos, en mayo de este año, la encuesta Mori publicaba que el 36% de las personas cree que los militares tenían razón en dar un golpe de Estado del año 1973, mientras el 39% cree que Pinochet pasará a la historia como “el hombre que impulsó y modernizó la economía chilena”.

Todo esto construye un discurso que justifica algo que nunca debió haber sucedido: a aprender a convivir con la idea de que el progreso trae costos que alguien tiene que asumir, supuesto que, por cierto, solo nos aleja de construir una sociedad que sea realmente inclusiva, pero justificar la dictadura por su supuesto éxito económico no solo es aberrante desde lo humano, sino que también es falso desde los resultados.

Para derribar este mito del supuesto éxito, basta con mirar algunas cifras.

Como bien ha mostrado el economista y Premio Nacional de Humanidades y Ciencias Sociales, Ricardo Ffrench-Davis, el éxito económico de la dictadura no es más que un mito. Una de las primeras cifras que se puede observar es la evolución del PIB a lo largo de los años que duró, en los cuales este aumentó en promedio un 3,5% anual, mientras que el PIB per cápita lo hizo a una tasa de 1,9%, entre 1974 y 1989. ¿Cómo podemos evaluar si esta cifra es exitosa? Si bien son cifras aparentemente bajas, en términos relativos al resto del mundo se puede apreciar más claramente un retroceso.

Al observar los datos revisados por el Banco Mundial, se obtiene que al año 1973 el PIB per cápita de Chile era equivalente al 24,2% del PIB per cápita de USA. Sin embargo, para el año 1989 este valor había retrocedido a tan solo un 9,9%. Lo mismo vemos cuando lo comparamos con el promedio de la OCDE: de un 41,5% en 1973, pasó a un 14,9% al año 1989.

Es indudable que la crisis bancaria jugó un rol importante en la pérdida de ingresos en la década de los 80, tanto para el país como para la región de América Latina, de ahí el famoso término “la década perdida”. A partir de esto, podemos tomar como punto de comparación el desempeño del resto de la región para evaluar la evolución de la economía chilena y la conclusión es la misma: en 1973 el PIB per cápita de Chile era el 171,5% del promedio de la región, pero disminuyó al 99,1% en 1989.

En conclusión, Pinochet entregó una economía que crecía más lento que el resto de los países de ingresos altos y que la región de América Latina.

 Si miramos la inversión, los resultados son similares. Esta, medida como formación bruta de capital fijo como porcentaje del PIB, aumentó luego del fin de la dictadura. Según datos del Banco Central de Chile, entre 1974 y 1989 el promedio de inversión como porcentaje del PIB fue de un 17,7%, aumentado luego a 25,3% en los 90; 22,7% en los años 2000; y 24,6% en la década de 2010. Además, Ffrench-Davis (2019) muestra que la inversión en la década de los 60 alcanzaba niveles más altos que en dictadura, explicando que las privatizaciones de las empresas públicas, como tipo de inversión, jugaron un rol relevante en desmedro de la inversión productiva en nuevas empresas.

Asimismo, el financiamiento de esa inversión mostró también fragilidades y baja sostenibilidad. El ahorro, necesario para financiar la inversión, durante la dictadura provenía principalmente de fuentes externas.

Esto significó una mayor dependencia del mercado financiero internacional y, con ello, una mayor vulnerabilidad a shocks externos. En este sentido, se aprecia cómo durante 1974 y 1989 el ahorro externo alcanzó un promedio anual de 7,4% del PIB (solo durante la pandemia el ahorro externo alcanzó un valor superior al 7% del PIB). Esto se refleja también en cómo durante la dictadura el saldo de la cuenta corriente arrojó saldos negativos en todos los períodos, solo exceptuando el año 1976. Ya en la década de los 90 el ahorro nacional se duplicó y el ahorro externo disminuyó a la mitad respecto a la década de 1980 (Ffrench-Davis, 2001).

 Esta breve reseña de algunos resultados económicos solo pretende reafirmar una cosa: el éxito económico de la dictadura no es más que un mito, pero discutir esto, paradójicamente, levanta la inquietud: ¿y si los resultados económicos hubieran sido buenos? La pregunta es contrafáctica, pues no podemos realmente responder lo que no fue.

Pese a ello, lo fundamental es que no hay desempeño económico que soporte 3.216 asesinatos y 1.210 desapariciones, porque la dictadura no es ni será justificable bajo ninguna circunstancia. Y si hay que derribar el mito del supuesto éxito económico de la dictadura, solo es para contribuir en una premisa que debe estar siempre en nuestra sociedad: la dictadura, simplemente, nunca debió haber sucedido.

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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