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Elecciones en Argentina: una campaña que empodera a Milei y a Massa Opinión EFE

Elecciones en Argentina: una campaña que empodera a Milei y a Massa

Milei y Bullrich, los candidatos de la ultraderecha y derecha respectivamente, mantuvieron una excelente relación hasta las primarias del 13 de agosto. Han coincidido con frecuencia respecto de diversos temas, como la defensa del libre mercado, la desaprobación de las regulaciones estatales, la necesidad de políticas más duras para combatir el delito o poner freno a las protestas en las calles e, incluso, se han invitado mutuamente para formar parte de un mismo espacio.


A partir de una elección de tres tercios donde presenciamos un empate técnico en las últimas primarias nacionales, entre la fuerza libertaria La Libertad Avanza (LLA), con 29,86% de los votos;Juntos por el Cambio (JxC), con el 28%, y el oficialista Unión por la Patria (UP) con el 27,28%, surgió una serie de preguntas ¿por qué el resultado? ¿por qué las encuestas vuelven a fallar? ¿por qué La Libertad Avanza de Milei, de tercera fuerza, escaló a primera? ¿por qué el kirchnerismo llegó al empate técnico, cuando su candidato es el ministro de una economía cuasi hiperinflacionaria? o ¿por qué Juntos por el Cambio, que viene siendo la oposición organizada, obtuvo mucho menor apoyo del esperado en las elecciones en Argentina?

Milei y Bullrich, los candidatos de la ultraderecha y derecha respectivamente, mantuvieron una excelente relación hasta las primarias del 13 de agosto. Han coincidido con frecuencia respecto de diversos temas, como la defensa del libre mercado, la desaprobación de las regulaciones estatales, la necesidad de políticas más duras para combatir el delito o poner freno a las protestas en las calles e, incluso, se han invitado mutuamente para formar parte de un mismo espacio.

Pero tras las elecciones primarias se develó, sorpresivamente, que Milei, quien individualmente obtuvo 29,86% de apoyo, frente a Bullrich, que obtuvo 16,81%, y Massa, con 21,43%, cuenta con altas chances de llegar a ser el futuro presidente. A partir de entonces, Milei comenzó a tomar distancia de Patricia Bullrich y a deslegitimarla como líder de la oposición organizada desde 2015.

Milei, quien se expresa mayormente a través de redes sociales, ha manifestado con la violencia que lo caracteriza que Patricia Bullrich es “una montonera, tira bombas y peronista”, apelando al pasado de la líder de JxC, quien militaba en el peronismo y era guerrillera en su juventud. Milei también señala a Bullrich como “casta”, asimilándola al resto de los políticos y especialmente al kirchnerismo. Pero si bien la descalifica, no parece confrontarla sino, contrariamente, parece querer restarle importancia para posicionarse como la verdadera oposición al kirchnerismo.

Las estrategias de los tres candidatos de cara al 22 de octubre

Si bien las elecciones internas dejaron en claro que triunfaron los extremistas (el reaccionario Javier Milei de LLA fue el que más votos obtuvo; la dura de JxC, Patricia Bullrich, le ganó al blando de Rodríguez Larreta; Sergio Massa, versión ultra kirchnerista de UP, logró una alta performance), siguiendo la lógica electoralista de todos los tiempos podríamos suponer que las fuerzas centrípetas operarán en una contienda general. En ese marco, Juntos por el Cambio, desde la más sensata moderación post elecciones primarias, podría atraer electorado de ambos extremos y acrecentar sus chances de ganar.

Bajo esta posible premisa, la fuerza libertaria LLA, que desde las primarias se percibe ganadora, parece deducir que sería más sencillo ganar en un ballotage al oficialista UP. Mientras que UP deduce que sería más sencillo ganar en un ballotage a LLA. Y así venimos observando una situación post primarias, en la cual Milei y Massa se empeñan en demostra, ante la opinión pública que son quienes representan dos modelos bien confrontados de gobierno y de país. Esto se manifiesta en los diversos discursos y en redes sociales. Y así presenciamos una suerte de ping pong electoral, donde Bullrich parece ser una mera observadora.

En el debate vicepresidencial celebrado el 20 de septiembre pudimos constatar como la libertaria Victoria Villarruel, que acompaña la fórmula de Milei, y el candidato a la vicepresidencia que acompaña la fórmula a Massa, Agustín Rossi, eligieron confrontarse mutuamente. Durante el debate, bajo una estrategia polarizadora, iban y venían insolencias de todo calibre, los que parecen estar dando buenos resultados electorales en Argentina.

JxC, por su parte, se limita a reprobar mínimamente las violentas exposiciones del libertario Javier Milei contra la coalición, y dedica la mayoría de sus energías a confrontar con el kirchnerismo. Y así Bullrich repite, una y otra vez, que viene “a terminar con el kirchnerismo para siempre”. En un spot reciente, Bullrich aparece exhibiendo una maqueta de un proyecto de una mega cárcel de máxima seguridad (al estilo de la construida por Bukele en El Salvador), como queriendo disputarle el monopolio de “la mano dura” a Milei, pero nuevamente predomina la confrontación con el kirchnerismo, cuando nos muestra que el nombre del penal sería “Dra. Cristina Fernández de Kirchner” (en alusión a la condena en primera instancia que tuvo la actual vicepresidenta).

En el ya mencionado debate vicepresidencial, el candidato que acompaña a Bullrich, Luis Petri, se limitó a reprobar en un par de ocasiones a Milei para dedicarse el resto del debate a enfatizar que “sin eufemismos para terminar con la inflación primero hay que terminar con el kirchnerismo, que es una máquina de generar pobreza y de poner palos a los que producen en este país”.

Bullrich elige una y otra vez polarizar con Massa, porque bajo el supuesto (reafirmado por los resultados de las continuas encuestas que tanto se equivocan) de que La Libertad Avanza mantiene la delantera, JxC y el oficialista UP se estarían enfocando para disputar el segundo lugar, para llegar a la segunda vuelta electoral.

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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