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La lógica que debe primar en las relaciones exteriores de Chile Opinión

La lógica que debe primar en las relaciones exteriores de Chile

Richard Kouyoumdjian Inglis
Por : Richard Kouyoumdjian Inglis Experto en Defensa y Seguridad Nacional
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Hay dos cosas claves que se deben tener claras al momento de definir la estrategia que un país debe seguir en sus relaciones internacionales. Lo primero es el mencionado interés nacional, y lo segundo, el clásico error que se comete en estrategia, el de confundir los fines con los medios.


La reciente decisión de llamar en consulta al embajador chileno en Israel obliga a nuevamente referirse a la lógica que debe guiar las relaciones exteriores de Chile y no la liviana forma actual que usa a X (ex Twitter) para comunicar sus decisiones, y que está basada en emociones, ideologías y gustitos personales, y que peca de falta de seriedad y conocimiento como demuestra la posterior respuesta de la vocera de gobierno cuando indica que un llamado en consulta es algo normal y habitual, o los continuos cambios de opinión que caracterizan al presidente, como lo demuestran sus declaraciones al terminar la reunión con el presidente Biden.

Nadie va a discutir la facultad presidencial de conducir las relaciones exteriores o el derecho a tener una opinión, pero los ciudadanos que delegamos vía la Constitución esa facultad a la persona que ocupa la primera magistratura, esperamos que la Presidencia y el ministerio respectivo lo hagan siempre teniendo presente el interés nacional, que no es otra cosa que lo que es bueno y conveniente para Chile y todos los chilenos, algo que el actual gobierno ha demostrado no tener muy claro. No es que Bachelet o Piñera estuvieran siempre en lo correcto, al contrario, equivocaron el rumbo en más de una ocasión, precisamente cuando la ideología y los gustitos personales se metían de por medio, pero en general tenían relativamente claro lo que era mejor para todo Chile.

Hay dos cosas claves que se deben tener claras al momento de definir la estrategia que un país debe seguir en sus relaciones internacionales. Lo primero es el ya mencionado interés nacional, y lo segundo, el clásico error que se comete en estrategia, el de confundir los fines con los medios.

El interés nacional parte por reconocer la ubicación geográfica con las implicancias que ello tiene, el comercio exterior, el tamaño del país, sus capacidades económicas y militares, y prestigio internacional, lo que en el caso de Chile parte por reconocer que somos un país tricontinental, alejado de los principales centros de poder, con vecinos relativamente inestables que ambicionan lo propio y con los que tenemos poco intercambio comercial dadas las realidades económicas y productivas de cada uno, que comerciamos principalmente con el Indo-Pacífico y en menor medida con USA y Europa, y algo no menos relevante, que el abastecimiento más complejo de la Defensa Nacional está en manos de USA, el Reino Unido, Israel y Francia, países con los que por lo tanto deberíamos tener relaciones estratégicas y racionales.

Lo segundo es el error de confundir los objetivos con los medios. En este gobierno ello se ha transformado en un clásico y abundan los ejemplos como la política exterior Turquesa que pone el acento en la sustentabilidad del planeta, o la Feminista, que busca un mundo más feminista y alejado de los problemas que se asocian a uno dominado principalmente por hombres. Ambos ejemplos, como también es el foco en el multilateralismo no tienen nada de mal en sí, pero claramente son temas que se deben desarrollar si contribuyen al interés nacional, pero no son fines en sí mismos, son excelentes iniciativas conforme contribuyan al bienestar y desarrollo de Chile y de los chilenos.

Volviendo al caso de Israel, el que está bien desarrollado en mi columna previa (https://www.elmostrador.cl/noticias/opinion/columnas/2023/10/26/cual-deberia-ser-la-relacion-de-chile-con-israel/), el llamar en consulta a nuestro embajador en ese país no suena racional si es uno de los países con los cuales tenemos relaciones estratégicas, y menos hacerlo en conjunto con países con los cuales no me queda claro queramos estar asociados. Tampoco suena lógico hacerlo sin tener claridad de la calidad de la información sobre la cual se está sustentando la decisión, error que el gobierno ya cometió con el caso del hospital de Al-Ahli y del cual nunca se desdijo. Usen a Naciones Unidas y los organismos multilaterales si quieren transmitir sus válidas preocupaciones por los derechos humanos de los afectados, los que existen para situaciones como las que ocurren en Gaza, pero por favor no más falta de seriedad y lógica en este tema.

Capítulo aparte y material para otra columna, el rol de la Cancillería, del Canciller, los subsecretarios, los profesionales del servicio diplomático, las comisiones de relaciones exteriores del Congreso, y de los consejos asesores que la última modernización legal introdujo en el manejo de las relaciones exteriores para hacerla más lógica y orientada al interés nacional. Si todo lo anterior funcionara bien, mucho de lo antes descrito no sucedería. Una cosa es que el presidente conduzca las relaciones exteriores y otra que el resto de la institucionalidad esté anulada.

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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