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¿Cuál debería ser la relación de Chile con Israel? Opinión Gil Artzyeli, Embajador de Israel en Chile (Lukas Solís/AgenciaUno)

¿Cuál debería ser la relación de Chile con Israel?

Richard Kouyoumdjian Inglis
Por : Richard Kouyoumdjian Inglis Experto en Defensa y Seguridad Nacional
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La relación con Israel es estratégica. Ellos son un proveedor importante de sistemas de armas, al igual que lo son para muchos países del mundo. Las Fuerzas Armadas de Chile desde hace varios años que tienen a la industria de defensa israelí como uno de sus proveedores importantes y relevantes.


El sanguinario ataque de Hamás volvió a colocar en el tapete el tema de las relaciones de Chile con Israel, una relación que no es fácil para el actual Gobierno, por su declarada y conocida línea pro palestina, y por su falta de entendimiento de lo que es el interés nacional, algo que es una constante en el manejo de las relaciones exteriores y no solo en la relación con Jerusalén.

Con el actual embajador, el tema partió mal desde que no fue recibido por el Presidente de la República, cuando el primero debía presentar sus cartas credenciales. Si no es por las acciones neutralizadoras de la Cancillería, quien sabe dónde estaríamos.

Independientemente de los estilos de las personas que intervienen en la relación, esta debe estar guiada por lo que son los intereses nacionales de ambos países y, además, por algo no menor: por el hecho de que en Chile existe una numerosa y activa comunidad judía, la que no solo se preocupa de lo que ocurre en su tierra ancestral, sino también participa en todo orden de cosas del devenir nacional, contribuyendo, entre otras cosas, con el desarrollo de empresas, grandes profesionales y filantropías. No tratar bien a su embajador o al Estado de Israel sospecho que no ayuda en la relación con esta importante comunidad, ya que no solo son judíos, sino chilenos también.

Tampoco ayuda a las relaciones entre ambos países el acusar a Israel de ser responsable del atentado al hospital anglicano de Gaza. Eso fue una acción temeraria y poco prudente que, al igual que la realizada por muchos, que después tuvieron que retromarchar, ayudó a que en varios países y en la Cisjordania ardiera Troya. Uno puede entender la irresponsabilidad de algunos medios, no así de los gobiernos, que se espera verifiquen los datos antes de emitir pronunciamientos.

Si sacamos lo relativo al conflicto en Gaza y hacemos caso omiso de la existencia de la relevante comunidad judía en Chile, ¿cuál es el interés nacional por proteger en nuestras relaciones con Israel? ¿Es el comercio exterior o es algo de carácter más estratégico?

Según datos del Banco Central, el comercio exterior entre ambos países gira en torno a los US$ 130 millones en cada dirección (US$ 143 millones de importaciones y US$ 113 millones de exportaciones, en el 2022). Está claro que no estamos hablando del principal socio comercial de Chile y es poco probable que lo sea. Israel no tiene ni tendrá la relevancia comercial que tiene para nosotros China u otros países asiáticos, los que necesitan y dependen de los commodities que producimos.

La relación con Israel es estratégica. Ellos son un proveedor importante de sistemas de armas, al igual que lo son para muchos países del mundo. Las Fuerzas Armadas de Chile desde hace varios años que tienen a la industria de defensa israelí como uno de sus proveedores importantes y relevantes. No tener una buena relación con Israel es una mala idea, si es que el impacto lo sufren la seguridad nacional y nuestras capacidades de defensa.

Israel también es un gran polo de desarrollo tecnológico, particularmente en tecnologías de riego y en desalinización de agua de mar. Ellos tienen que regar un desierto y nosotros nos estamos transformando en uno, por lo que es muy posible que adquieran más importancia que la que ya tienen para el desarrollo futuro de Chile.

En resumen, no son nuestro principal socio comercial, pero hay otros importantes aspectos estratégicos del interés nacional que hacen recomendable tener buenas relaciones con Israel, las que se deben manejar con prudencia y claridad, ya que ello permite –llegado el minuto de tener que plantear diferencias– poder hacerlo en un ambiente adecuado y no preseteado negativamente. Ello se suma a la existencia de una importante y relevante comunidad judía chilena, a la que debemos respetar como tal y no faltarle el respeto.

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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