Es probable que, sin cambios legales, nuevas isapres mantengan las mismas prácticas inflacionarias en sus mecanismos de pago a prestadores. Entre estas, destacan la ausencia de médicos generalistas, que limiten evaluaciones más caras e innecesarias por médicos subespecialistas.
Se anuncia la creación de dos nuevas isapres: una, asociada a la Red de Clínicas Andes Salud; la otra, asociada a la Red UC Christus. Después de tres décadas donde las isapres abiertas pasaron de ser más de veinte a ser solo cinco, la apertura de nuevas aseguradoras pareciera ser una buena noticia para el sistema de salud. Sin embargo, la verdad es otra. Es posible que las nuevas isapres lleven a una mayor inestabilidad del sistema, acelerando la quiebra de isapres antiguas y reduciendo el número total de afiliados al sector privado.
Explico. Si bien la integración vertical está prohibida por ley, usualmente se vulnera por la vía de crear un “holding”, un grupo económico que es dueño de la isapre y la clínica, evitando que, al menos legalmente, la isapre sea dueña del prestador. En ese contexto, las nuevas aseguradoras no surgen simplemente de la confianza en el futuro del sistema de isapres. Muy por el contrario, los términos de convenios de prestadores con isapres y la postergación de pagos a clínicas y pacientes han despertado la comprensible preocupación de grandes prestadores por asegurar un flujo de capitales, que puede lograrse de dos formas: atendiendo más pacientes provenientes de Fonasa o creando su propia isapre.
Sin embargo, la ley corta, que busca dar cumplimiento al fallo de la Corte Suprema, que mandata devolver a los afiliados cobros realizados en exceso por las isapres, aún no se aprueba. Es decir; por el momento, se mantiene la posibilidad de las isapres de seleccionar afiliados. Esto significa que las nuevas isapres podrán seleccionar a los pacientes más sanos y de altos ingresos, dejando fuera a los afiliados más caros y de menores sueldos. Estos últimos son los afiliados cautivos del sistema actual, que se estima corresponden al 40% de los afiliados de las isapres.
De este modo, las isapres antiguas podrían ser rápidamente arrastradas a la quiebra por las nuevas isapres, por la vía de la “espiral de la muerte”. Esta espiral, un verdadero “círculo vicioso”, consiste en que la fuga de afiliados sanos a nuevas isapres (más convenientes, dado que no tienen, entre otros, problemas de corte de convenios con sus prestadores integrados) gatilla la necesidad de subir precios de los planes (para financiar a los usuarios más costosos que permanecen), lo cual a su vez lleva a nuevas fugas de afiliados y nuevas alzas de planes, que terminan finalmente con la quiebra del seguro.
La ausencia de un fondo de compensación interisapres, que permita evitar la selección oportunista de pacientes más sanos y de altos ingresos, por la vía de compensar con más recursos a las isapres que aceptan a pacientes más costosos, hace inevitable pensar que el “descreme “ de usuarios sanos será una práctica que nuevas isapres van a profundizar, trayendo más inestabilidad al sistema.
Al mismo tiempo, es probable que sin cambios legales, nuevas isapres mantengan las mismas prácticas inflacionarias en sus mecanismos de pago a prestadores. Entre estas, destacan la ausencia de médicos generalistas, que limiten evaluaciones más caras e innecesarias por médicos subespecialistas, y el pago ilimitado de prestaciones como exámenes de imágenes, donde se generan incentivos “inflacionarios” a tomar más exámenes (que generan utilidades a los prestadores) en vez de resolver el problema de salud del paciente en forma oportuna y al menor costo posible. Esto implica que, en el futuro, nuevas isapres podrían experimentar mismos problemas que las actuales: un crecimiento de los costos por sobre sus ingresos.
Las nuevas isapres, de no mediar cambios legislativos de fondo (es decir, como mínimo, creación de un fondo común interisapres y fin a selección de afiliados por edad o enfermedades), pueden llevar en mediano y largo plazo a que el número de isapres se reduzca aún más y se enfoquen en clientes de aún más altos ingresos, limitando sus afiliados a menos de un 10% de la población nacional (frente a 17% previo al inicio de la crisis). Entonces, contrario a las expectativas de muchos, las nuevas isapres pueden significar nuevos problemas, para un sistema al cual problemas le sobran.