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Ambientalistas apoyan crecimiento, pero exigen mejoras laboral y ambiental

ONG publicaron informe que detalla el estado de la industria en el país, recalcando la gran brecha entre los éxitos en materia financiera y, por otra parte, las malas condiciones laborales y medioambientales.


El enorme crecimiento económico alcanzado por el sector salmonero en Chile, que en 2006 obtuvo retornos cercanos a los US $ 2.207 millones y que en los últimos 12 años aumentó su producción en 640%, sitúan a esta industria como uno de los principales productores a nivel mundial.



De hecho, se ha transformado en la principal actividad económica de la Región de Los Lagos y en el tercer producto exportador más importante a nivel nacional, tras cobre y el molibdeno. Sin embargo, estas cifras no se condicen con los avances alcanzados en los temas sociales y medioambientales.



Así lo detalla el informe "Salmonicultura Chilena: entre el éxito comercial y la insustentabilidad", dirigido por el economista del Departamento de Estudios de Fundación Terram Francisco Pinto, como parte de un proyecto conjunto con Oxfam en Chile.



Según los dirigentes, si a este escenario se suma el hecho de que para el 2013 se estima que el sector podría duplicar la producción, se plantea la urgente necesidad de impulsar cambios.



"No queremos satanizar a la industria en el sentido de que es mala, ya que ha generado crecimiento y una cantidad de empleo importante, pero además es una industria que se ha aprovechado un poco de estas condiciones, de esta manga ancha en términos laborales y ambientales. Estamos abogando por una industria que crezca económicamente pero que lo haga con respeto por el medio ambiente, y con equidad y dignidad a sus trabajadores", explica Pinto.



Entre las condiciones que a juicio de la entidad deberían empezar a regularse con mayor firmeza, se encuentran una mayor fiscalización, mejoras en las condiciones laborales y en la gestión ambiental. De hecho, se ha planteado una suerte de "impuesto medioambiental"-impulsado por el senador Camilo Escalona (PS)-, que operaría como una suerte de royalty por la explotación de los recursos naturales.



Condiciones de higiene y seguridad



Entre los temas que más afectan al sector está la alta tasa de accidentabilidad de la industria, que alcanza 10,62%, 33% superior al promedio nacional (7,96%). Esto se traduce en que es una de las actividades más riesgosas para los trabajadores, superada apenas por el sector de la construcción, que tiene 10,83% de accidentabilidad.



Para graficar esto, las ONG argumentaron que de cada diez fiscalizaciones laborales realizadas, ocho terminan en multas, según cifras de 2006, por lo que existe 80,43%, concentrada principalmente en las condiciones de higiene y seguridad, que alcanza 32%.
Por las características propias del trabajo en los centros de cultivo, que se encuentran en el mar, en lugares distantes y aislados, a veces con condiciones climáticas adversas e infraestructura precaria en las balsas jaulas, la actividad de por sí es riesgosa, señalaron.



De acuerdo al informe, en el caso de los buzos -que en los últimos 15 meses suman 14 muertos- las condiciones no son las óptimas, ya que en muchos casos deben realizar su labor con equipos incompletos o defectuosos, sin planificación previa, a mayor profundidad de la permitida, incumpliendo procedimientos y las normas de descompresión, además de la falta de supervisión. A esto, agrega, no existen planes de contingencia, ni una red de asistencia médica adecuada, y los trabajadores no están adecuadamente capacitados ni cuentan con el equipamiento necesario.



Salarios nada éticos



Pero no sólo hay falencias en higiene y seguridad. También se observan sueldos bajos, que promedian los $ 218 mil mensuales líquidos-unos US$430-lo que está muy por debajo por las remuneraciones internacionales en este sector.



De hecho, si se toma el caso de la empresa noruega Mainstream, los sueldos que paga en su país son cuatro veces mayores en cuanto a nivel adquisitivo en comparación a las remuneraciones percibidas por los trabajadores chilenos.



Falencias medioambientales



Otro punto que recoge el informe se refiere al sistema de alimentación de los salmones, que implica un alto costo ecológico y social, ya que para producir un kilo de salmón es necesario contar con ocho kilos de especies pelágicas, como el caso de merluzas y anchovetas.



Además, según el reporte, en el país existe gran desconocimiento sobre las enfermedades que afectan a los cultivos, como el caso del virus ISA y el caligus (piojo de mar), disparando el uso de antibióticos 110 veces en la acuicultura. Según el informe, este no es un hecho menor, ya que estas enfermedades se asocian a prácticas ambientales precarias.



Y más allá de las consecuencias para la exportación, hay que tomar en cuenta que también los trabajadores salen perjudicados, ya que muchos pierden sus puestos de trabajo a raíz del cierre de centros de cultivo afectados con estas enfermedades, que hasta el momento ya suman 8 y no se descarta el posible cierre de más.



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Vea el informe «Salmonicultura Chilena: entre el éxito comercial y la insustentabilidad»

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