Publicidad

ME-O dice que su candidatura está entre “la izquierda revolucionaria y la izquierda que mantiene el statu quo”

“Proclamamos cambios, no revoluciones. Porque las metas de nuestra izquierda son la norma en los países más desarrollados y en las sociedades más felices del globo. La normalidad que significa que los enfermos se sanen y no se vuelvan más pobres, que los jóvenes estudien sin endeudarse, que los pobres dejen de serlo, que los pequeños y medianos emprendedores tengan el apoyo del Estado, que todos los trabajadores tengan una pensión digna y decente cuando se jubilen, que la Constitución de la República nos represente a todos y todas, y donde la educación sea liderada por profesores y no por ingenieros”, sostiene el presidenciable.


El líder del PRO y aspirante presidencial, Marco Enríquez-Ominami, asegura que su candidatura se encuentra entre lo que denomina la “izquierda revolucionaria” y la “izquierda que mantiene el statu quo”, explicando que su aspiración es la de conformar un “núcleo libertario y progresista, que asuma como meta la humanización de esta sociedad salvaje que es Chile hoy”.

En una columna que publica La Tercera, Enríquez-Ominami precisa que actualmente el país vive una oportunidad política inédita como es la de “hacer cambios al sistema socioeconómico que lleve a nuestro país hasta el desarrollo y felicidad de su población”.

Según su análisis, esta oportunidad radica en dos factores que son coincidentes desde su perspectiva como lo es una “derecha conservadora debilitada y jibarizada, y por otro, en una izquierda rica, diversa y rampante”.

MEO explica la derecha ha cambiado tres veces a su candidato presidencial en los últimos dos meses —Laurece Golborne, Pablo Longueira y Evelyn Matthei—, mientras que la izquierda y centroizquierda “ya consolidados llegan fácilmente, entre todos, al 60 % o 70 % de respaldo en la ciudadanía. Sin embargo, esa misa riqueza y diversidad de la izquierda puede convertirse también en su fracaso”.

Desde su perspectiva, en el país conviven tres tipos de izquierda, siendo la primera la revolucionaria que “promueve cambios radicales para el país y que asume como única posibilidad de cambio un modelo único, ideologizado y revolucionario de sociedad”.

La segunda es su antagonista, la izquierda conservadora y representada por los partidos y líderes de la Concertación. Esa izquierda tuvo una razón de ser fundamental: la transición a la democracia. Fue exitosa en ese logro, pero en ese mismo esfuerzo la izquierda conservadora de la Concertación perdió algo fundamental: el sueño de una sociedad mejor”.

Enríquez-Ominami sostiene que la Concertación dejó atrás con grandes acuerdos y sin violencia una “dictadura salvaje, pero heredó, administró y se ancló a un modelo de sociedad que no ha querido ni sabe transformar”.

Y añade que “el proyecto por “cambiar sin cambiar” el sistema binominal es otro ejemplo más de la pasión por el statu quo que embriaga a sus líderes. Hemos heredado entonces —lo dicen los estudios— el país más desigual, injusto e individualista del planeta”.

El candidato presidencial precisa conocer estas izquierdas, ya que su primer padre murió en la primera de ellas, su segundo padre fue parte de la segunda y por eso “creo que es el tiempo y la oportunidad de conformar un núcleo libertario y progresista, que asuma como meta la humanización de esta sociedad salvaje que es Chile hoy”.

Agrega que esta tercera izquierda debe estar preocupada por la promoción de la solidaridad, de la decencia, de la preocupación por los enfermos, la tercera edad y por el riesgo que asumen los pequeños y medianos empresarios y emprendedores.

Menciona que por tal motivo, “proclamamos cambios, no revoluciones. Porque las metas de nuestra izquierda son la norma en los países más desarrollados y en las sociedades más felices del globo. La normalidad que significa que los enfermos se sanen y no se vuelvan más pobres, que los jóvenes estudien sin endeudarse, que los pobres dejen de serlo, que los pequeños y medianos emprendedores tengan el apoyo del Estado, que todos los trabajadores tengan una pensión digna y decente cuando se jubilen, que la Constitución de la República nos represente a todos y todas, y donde la educación sea liderada por profesores y no por ingenieros. Cambios, no revoluciones, pero tampoco statu quo. Una izquierda reparadora que lleve a Chile a un estado de decencia y normalidad. Esa es la izquierda sustentable que proponemos”.

Publicidad

Tendencias