Augusto Pinochet Molina puso como ejemplo los crímenes de Tucapel Jiménez y Víctor Jara. Sobre este último episodio aseguró que fue «una venganza de alguien muy apasionado».
El 10 de diciembre de 2006, a los 91 años, moría el dictador Augusto Pinochet Ugarte. Durante su funeral, uno de sus nietos, Augusto Pinochet Molina, oficial del Ejército, se refirió a él como uno de los «líderes más prominentes a nivel mundial que derrotó en plena Guerra Fría al modelo marxista, que quería imponer un Estado totalitario, no por el voto sino por un medio derechamente armado».
Este discurso le costó la baja de la institución y en adelante la vida del nieto militar de Pinochet no ha estado exenta de controversiasl como cuando fue detenido en mayo de este año por consumir cocaína en la vía pública.
Sin embargo, Pinochet trabaja para formar un partido político y este jueves entregó algunas definiciones, entre ellas el reconocimiento de las violaciones a los Derechos Humanos cometidas durante el gobierno de facto de su abuelo.
«Hubo graves violaciones de los derechos humanos durante el gobierno militar, que en algunos casos fueron realmente situaciones criminales, como el asesinato de Tucapel Jiménez [1982]», aseguró a La Tercera.
De todas maneras, catalogó las ejecuciones, desapariciones y torturas ocurridas entre 1973 y 1975 como una «guerra sucia contra la insurgencia».
En este sentido, Pinochet ejemplificó como una excepción el crimen de Víctor Jara. «Yo creo que fue una venganza o que alguien se puso muy apasionado. La verdad es que nunca me ha quedado claro qué sucedió ahí», aseguró. «No fue algo deliberado por parte del gobierno (militar)», agregó.
