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Errores de la nueva normalidad le pesan a La Moneda y agotan la paciencia en el oficialismo PAÍS

Errores de la nueva normalidad le pesan a La Moneda y agotan la paciencia en el oficialismo

En sectores de Chile Vamos no hay dos lecturas. La apuesta gubernamental por acelerar la normalidad fue a todas luces una estrategia desplegada a destiempo y con marcados errores conceptuales. Hay coincidencia en que desde Palacio se debió haber esperado a que pasara el peak de los contagios, para aterrizar con mayor claridad la necesidad de un paulatino regreso a la cotidianidad. Hablaron de molestia, cansancio y preocupación. En la derecha insistieron en que los reclamos se han hecho llegar a las más altas autoridades, incluido el Presidente Piñera.


Cada vez que se le ha consultado a una autoridad de Gobierno por las evidentes contradicciones que han tenido en el manejo de la crisis sanitaria, rara vez en Palacio se ha reconocido públicamente un error como tal y básicamente la estrategia ha sido esquivar los dardos, culpando a segundas intenciones de la oposición, a la prensa o, incluso, a la ciudadanía por no respetar instrucciones. Pero tras el aumento de la cifras de contagiados por coronavirus el último fin de semana, en el marco de la llamada «nueva normalidad» y el «retorno seguro» por el que apostó La Moneda, esta vez la administración piñerista tuvo que enfrentar cuestionamientos desde su propia vereda, el oficialismo, donde ya se instaló la molestia y la preocupación.

El viernes 1 de mayo, el Presidente Sebastián Piñera dijo que “tenemos que volver a poner en marcha nuestra sociedad, porque si nos quedamos acuarentenados vamos a tener una crisis social de desempleo”, pero tres días después dio un giro en sus palabras y ayer llamó a “respetar las cuarentenas” y a cumplir con todas las medidas preventivas que se están adoptando para evitar los contagios por COVID-19. Desde La Moneda pidieron entender los «contextos» en que el Mandatario hizo cada una de sus declaraciones, una explicación que a dos meses de iniciada la crisis sanitaria y con una seguidilla de errores a cuestas en la propia derecha afirmaron que ya no los convence.

Es que ni en el último comité político realizado ayer, ni en otras instancias que se escapen de una reunión bilateral, La Moneda ha reconocido frente a los suyos alguna falencia o equivocación en la estrategia política, comunicacional y sanitaria que ha puesto en marcha frente al coronavirus. El punto es que desde Chile Vamos recalcaron que, al no abrir el espacio para la discrepancia interna, el Gobierno ha arrastrado a todo el oficialismo en sus errores.

Los ánimos se tensionaron en la derecha aún más el domingo, después que el ministro de Salud, Jaime Mañalich, anunció tras una reunión de emergencia con el Presidente Piñera el aumento de las comunas en cuarentena y advirtió que nuevas decisiones se comunicarán cuando la situación lo amerite y no solo una vez a la semana. Un tono más duro y en sentido totalmente opuesto al discurso del “retorno seguro” que se desplegó en las últimas dos semanas.

Entre quienes han hecho de escuderos del Gobierno, confesaron que la errática estrategia impulsada desde Palacio ya les colmó la paciencia a varios en Chile Vamos, porque son ellos los que deben dar explicaciones a sus electores y que cada vez más les cuesta más que la gente entienda lo que tratan de hacer desde La Moneda.

[cita tipo=»destaque»]Públicamente la autocrítica desde La Moneda brilla por su ausencia, pero a puertas cerradas algunos aseguraron que hay instancias en las que sí se han reconocido errores, como el no haber sabido aterrizar bien ante la opinión pública en qué consistía la famosa “nueva normalidad” por la que se estaba apostando. Desde Palacio explicaron que lo que se trató de hacer fue anticiparse a una realidad a la que sí o sí se va a llegar una vez que pase el peor momento de la pandemia y que se creyó que hacerlo con tiempo era lo más adecuado, aunque, a la luz de los resultados y las críticas, claramente no se tuvo el tacto necesario para cumplir ese objetivo.[/cita]

En sectores del oficialismo no hay dos lecturas. La «nueva normalidad» y el «retorno seguro» constituyeron a todas luces una estrategia desplegada a destiempo y con marcados errores conceptuales. Hay coincidencia en que La Moneda debió haber esperado a que pasara el peak de los contagios, para explicar a la ciudadanía con mayor claridad en qué consiste el necesario y paulatino regreso a la cotidianidad. En la derecha insistieron en que los reclamos se han hecho llegar a las más altas autoridades de Palacio, incluido el Presidente Piñera.

Hace dos semanas desde La Moneda intentaron cerrar filas de sus huestes detrás del eslogan del «retorno seguro», pero el panorama interno se le desordenó estos días, ya que en Chile Vamos impera –reconocieron desde las bancadas del Senado– la «desconfianza» en lo que hace su propio Gobierno. Parlamentarios oficialistas advirtieron lo complejo que es tener que “poner la cara para llamar a la ‘nueva normalidad’ y, un tiempo después, poner la misma cara para rogar que se respete la cuarentena”.

Hace unos días el Presidente Piñera dijo que se había reunido con su familia y nietos, que incluso se abrazaron, una declaración que no gustó nada en la derecha, porque es una más de las contradicciones públicas que ha tenido la autoridad durante estos dos meses. Al respecto, el timonel de RN, Mario Desbordes, dijo en una entrevista en La Tercera que “todos tenemos que seguir las instrucciones que nos ha dado la OMS: ojalá no ir a ver a los adultos mayores (…) y obviamente cuidarnos hasta que no estemos fuera de esta pandemia”. Agregó que «lo que planteó el Mandatario sería un mal ejemplo”.

Trapos sucios se lavan en casa

Públicamente la autocrítica desde La Moneda brilla por su ausencia, pero a puertas cerradas algunos aseguraron que hay instancias en las que sí se han reconocido errores, como el no haber sabido aterrizar bien ante la opinión pública en qué consistía la famosa “nueva normalidad” por la que se estaba apostando. Desde Palacio explicaron que lo que se trató de hacer fue anticiparse a una realidad a la que sí o sí se va a llegar una vez que pase el peor momento de la pandemia y que se creyó que hacerlo con tiempo era lo más adecuado, aunque, a la luz de los resultados y las críticas, claramente no se tuvo el tacto necesario para cumplir ese objetivo.

Si bien se tuvo una buena evaluación inicial de la idea de apagar el incendio de la «nueva normalidad» con otro eslogan que diera más certezas, como fue «retorno seguro», finalmente en La Moneda se comprobó que no tuvo eco en la ciudadanía. Hoy, dados los magros resultados, nadie se hace cargo y ambas iniciativas se le atribuyeron a Mañalich.

En La Moneda saben que el domingo el ministro de Salud pareció un poco «desesperado», pero se consideró acertado y correcto su cambio de tono, cuando acuñó ante las cámaras la frase de “la batalla de Santiago” para referirse al incremento de los casos. Donde sí hubo roces internos fue en el entorno del Presidente –agregaron–, con la carta que se jugó Mañalich al atribuir la responsabilidad a la ciudadanía en el aumento de contagios, lo que también habría sido una propuesta del exgerente general de la Clínica Las Condes.

Los espacios de autocrítica son bastante limitados en Palacio y no son muchos los que la ejercen. De hecho, algunos de sus inquilinos confesaron que se resisten a aceptar el fracaso de la línea seguida en las últimas semanas, por lo que todas las expectativas –puntualizaron– están puestas en el informe epidemiológico que se entregaría esta semana a las autoridades. Dicho documento debería mostrar que se logró “sostener la meseta” de contagios y, por lo tanto, que la ruta seguida por el Gobierno ha sido la correcta. Pero si arroja un quiebre al alza, ahí sí que no quedará espacio para no asumir la equivocación.

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