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Tren de Aragua pedía asfixiar bebés para no alertar a la policía del ingreso de familias migrantes PAÍS Johan Berna/AgenciaUno (Imagen de contexto)

Tren de Aragua pedía asfixiar bebés para no alertar a la policía del ingreso de familias migrantes

Carlos Basso Prieto
Por : Carlos Basso Prieto Unidad de Investigación de El Mostrador
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Entre muchos otros detalles que impresionan por su brutalidad, sobresale –en los antecedentes recopilados por la Fiscalía de Iquique– la extrema crueldad y sangre fría con que la célula actuaba, así como la cohesión que sus miembros manifestaban hacia el líder, “Estrella”.


Una lealtad a toda prueba hacia su jefe, una violencia extrema y una cohesión grupal semejante a la de una secta son algunas de las características que poseía la célula del Tren de Aragua (TDA) que fue desarticulada por la Fiscalía de Tarapacá y la PDI, en contra de la cual ayer se presentó acusación. Como informó El Mostrador, en ella se piden (entre otras penas) 225 años de cárcel para el líder, Carlos González Vaca, más conocido como “Estrella”, y 145 para Hernán Landaeta Garlotti, “Satanás”, entre otros. 

Se trata de 12 acusados en total, respecto de quienes la Fiscalía achaca 11 delitos, partiendo por el tráfico de migrantes, dado que los imputados controlaban el paso ilegal entre Colchane y Pisiga (en Bolivia). De acuerdo con lo indagado, trasladaban a personas y familias enteras desde Venezuela u otros países (como Ecuador), todo organizado por el líder, “Estrella”, quien era el encargado de “dar la luz”, como denominan en la organización criminal a la autorización para determinadas operaciones. 

Según la acusación, este “es la persona a quien los demás integrantes rinden cuenta de sus actividades, él imparte instrucciones a sus subordinados y recibe reportes de los delitos que realiza la organización a nivel nacional, sean de tráfico de drogas, tráfico de migrantes, extorsiones, secuestros y trata de personas, entre otros”. 

Asimismo, se indica que “él da las órdenes acerca de qué ‘vacunas’ cobrar, a quién, dónde, cómo amedrentar, y guía las acciones criminales del grupo”. Por cierto, el Tren de Aragua llama “vacuna” al impuesto extorsivo que cobran a todos quienes caen bajo sus redes, entre ellos, comerciantes, mujeres que ejercen el comercio sexual o “jaladores” del terminal de buses (es decir, personas que buscan migrantes para trasladarlos a determinadas ciudades).

Asimismo, se le sindica como el nexo con el líder máximo del TDA en Venezuela, Héctor “Niño” Guerrero, cuyo paradero actualmente se desconoce, luego de que en septiembre pasado el régimen de Nicolás Maduro interviniera el penal de Tocorón, donde este se encontraba, motivando su fuga. De hecho, la misma Fiscalía de Iquique emitió una orden de detención en su contra, pues en sus investigaciones determinaron que el “Niño” intervenía incluso en los problemas domésticos del grupo en Chile, lo que hacía por medio de mensajes que dejaba en el estado de WhatsApp.

El organigrama

Como segundo del grupo actuaba Harol Rangel Villa, también conocido como “Harol Petare”, quien forma parte (políticamente) de la aristocracia criminal de Venezuela, dado que es pareja de Anyeli Ramos Villegas, la que –según la Fiscalía– es hija de Carlos Luis Revete, más conocido como “El Koki”, quien fue abatido en febrero del año pasado en el estado de Aragua. “El Koki” era el líder de otra megabanda, muy semejante al TDA, llamada “La Cota 905”, que actuaba en distintos barrios de Caracas y que también se expandió internacionalmente, siendo (en la actualidad) muy fuerte su presencia en Lima, Perú. Rangel era el “jefe de plaza” en Iquique, es decir, el encargado de todas las operaciones del Tren de Aragua en dicha ciudad.

También –de acuerdo con lo detallado por el Ministerio Público– tenía un lugar destacado en la organización Landaeta, a quien se le asignaban las funciones de sicario y “lucero”, que es como se denomina en el TDA a quienes hacen las veces de lugartenientes de los líderes. A un nivel semejante se encontraban Zeus Velásquez Aquino (“El Zeus”), Juan José Trejo Varguilla y Daniel Elías Azuaje, calificados como “brazos operativos” en la indagatoria de la PDI y la Fiscalía.

Dos mujeres, en tanto, están acusadas de ser las encargadas del control de las víctimas de trata de personas con fines de explotación sexual: Luisa Moreno Rodríguez, “La tía”, y Karialex González Marrero, “La Kari”. La primera era la encargada de cobrar “la vacuna” a las mujeres a quienes explotaban, por lo cual además manejaba las finanzas provenientes de dicha actividad ilícita.

Además de los anteriores, también están acusados de múltiples delitos varios “soldados” del grupo: Juan Carlos Blanco Berroterán, Joel Henríquez Castillo, Jhoblimer Vásquez Santana y Carlos Mendoza Gómez.

Crueldad extrema

La forma en que actuaban, con una violencia pocas veces vista en Chile, queda de manifiesto en los antecedentes recogidos por la Fiscalía, que detallan cómo, por ejemplo, cuando ingresaban grupos familiares en forma ilegal a Chile, desde Pisiga, no solo los hacían caminar por el desierto durante de la noche, en medio del frío y un clima inclemente, sino que los golpeaban (como lo hizo “Estrella” respecto de una mujer que había activado la geolocalización de su teléfono celular, según lo establecido por el Ministerio Público), y además ordenaban a los migrantes que viajaban con bebés que los asfixiaran, para que quedaran inconscientes y dejaran de llorar, pues el llanto podía lógicamente atraer la atención de Carabineros. Hay, al menos, dos testimonios de ese tipo entre los antecedentes que ya judicializó la Fiscalía, pero no existen datos relativos a si alguna familia puso en práctica lo que les ordenaban hacer con sus hijos.

Era tal la cantidad de personas que pasaban cada noche, que la organización criminal incluso controlaba una suerte de hotel en Colchane, en el cual (según uno de los testimonios recopilados) había desde 60 a 70 migrantes cada noche. Los precios que estos pagaban por el viaje completo desde Venezuela a Chile variaba dependiendo de muchos factores, pero por lo general la cuenta era de miles de dólares.

No es lo único. En el documento se relata incluso un cruce nocturno a cargo de Trejo, quien golpeó a un migrante que le dijo sentirse mal. Ante ello, la víctima cayó al suelo, desvanecida, pero el sujeto del TDA obligó al resto del grupo familiar a seguir caminando. La víctima falleció allí mismo, víctima de COVID-19.

El secuestro y otros delitos

Otro de los negocios en que incursionaban era el secuestro. Dos de los acusados están imputados de haber secuestrado (por orden de “Estrella”) a un sujeto que plagiaron en Iquique. Luego lo llevaron a Huara y después a Colchane. Fue allí donde González, indica la Fiscalía, mutiló uno de los dedos de la mano derecha de la víctima, todo lo cual fue grabado en un video que posteriormente se encontró en el teléfono de “Zeus”, imágenes en las cuales se aprecia que el secuestrado tenía una granada amarrada al cuerpo.

Asimismo, incursionaban en el tráfico de ketamina y también en la extorsión en contra de los “jaladores” del terminal de buses de Iquique, a quienes cobraban una “vacuna”, a fin de dejarlos trabajar. A uno de ellos, por ejemplo, le dijeron que “no puedes trabajar en Esmeralda ni en el terminal, porque esas zonas las tenemos tomadas. Si te volvemos a ver ahí, te vamos a matar”. A otro le indicaron que debía pagar cinco mil pesos por cada migrante que él “jalara” (es decir, que ubicara en un bus con destino a Santiago u otra ciudad).

Esa misma persona, una mujer, fue secuestrada por el grupo desde un auto en que se encontraba junto a un acompañante. Mientras era retenida, le pusieron una pistola en el cuello y le dijeron “maldita, te vamos a matar, tú quieres hacer lo que te da la gana, tú tienes que respetarnos, porque ‘Estrella’ te dio una orden y no la has cumplido”. Entre diversos cobros que realizaron a esa víctima, lograron que esta les entregara 2 millones 745 mil pesos.

A otro “jalador” le fijaron una tarifa: él debía cobrar 140 mil pesos por pasaje y entregar todo el dinero al Tren de Aragua. Luego, ellos le devolverían 10 o 20 mil pesos por cada pasajero. A todos, si no accedían, les decían que iban “a meterle un plomazo” (balazo).

Otro de los casos que se investigó fue el del homicidio de un sujeto que, el 22 de marzo del año pasado, mandó varios audios de WhatsApp en un sector controlado por ellos, diciendo ser conocido de los miembros del TDA. Ante ello, “Estrella” conversó con sus más cercanos y llegaron a la conclusión de que estaban en “un beta serio” (es decir, un problema serio), pues el supuesto amigo “no era un hermano”, como se denominan entre ellos.

De ese modo –siempre según la acusación–, “Satanás” y Juan Carlos Blanco secuestraron a la víctima desde un domicilio de calle Juan Martínez, en Iquique. Lo llevaron a una residencial de calle Bolívar y allí lo maniataron y reportaron lo que estaba ocurriendo a “Estrella”, vía WhatsApp, quien ordenó que lo ejecutaran, lo que hicieron de seis disparos.

Claro. Las instrucciones de “Estrella” no se discutían, porque era casi una divinidad para sus adláteres. Ello queda en evidencia en el caso de uno de los “jaladores”, quien relató a la policía que, cuando se le aproximó uno de los miembros del TDA, Joel Henríquez, este le preguntó con quién trabajaba:

–Con dios –respondió el hombre.

–Voy a llamar a dios –fue la respuesta de Henríquez, quien se comunicó con “Estrella”, el cual llegó al lugar a los pocos minutos, en tres autos y rodeado de unos 10 matones, para decirle al religioso “jalador” que, si persistía en trabajar solo, su destino sería fatal. Es más, uno de los sujetos, Jhoblimer Vásquez, le mostró la pistola que llevaba al cinto y le dijo “acá te estaremos esperando”, según el testimonio de la víctima.

La plaza de las mujeres

Así se denominaba al grupo dedicado a explotar sexualmente a mujeres venezolanas, a las cuales cobraban entre 3 millones y 3 millones 600 mil pesos de “multa”, luego de que llegaban a Chile.

En Iquique, las mantenían en un departamento que la organización manejaba en el condominio Mar Egeo y las obligaban a buscar clientes en la plaza Condell, bajo estricta vigilancia. Ellos les fijaban además los precios a cobrar, que fluctuaban entre 40 mil y 70 mil pesos. Entre esas víctimas también hubo una menor de edad, que cuando llegó a Chile desde Venezuela fue “multada” con los 3 millones consabidos.

Finalmente, ella le dijo a Landaeta que no tenía cómo pagar, ante lo cual les respondieron que “su deuda es su deuda”, que “sus problemas personales son sus problemas” y que, si no pagaba, la enviarían a trabajar a Perú. Finalmente, tomaron la decisión de darle un “patero”, es decir, un disparo en el pie, a modo de escarmiento, pero se salvó gracias a la acción policial y de la Fiscalía, que se desencadenó como consecuencia del homicidio.

“Estrella” fue detenido en el domicilio donde residía en ese momento, en calle Lagos Las Torres, en Quilpué. Su defensa ha sostenido que el trabajaba como delivery, pero ello no explica los 4 millones de pesos en efectivo que hallaron en su poder. En manos de otros miembros del TDA se encontraron otros 4 millones más.

Cabe mencionar que en las otras dos causas que se llevan en contra del Tren de Aragua en Iquique –en una de las cuales incluso fueron incautados dos modernos buses, que el grupo había adquirido para “jalar” migrantes desde Iquique a Santiago– están detenidos, entre otros, Edward Nava Navarro, sindicado como el jefe de plaza en Santiago y encargado de la distribución de la droga del TDA en la Región Metropolitana, que a su vez era el brazo derecho de Larry Álvarez Núñez, “Larry Changa”, uno de los principales líderes del TDA que estuvo en Chile entre los años 2018 y 2022 y cuya historia relató El Mostrador. También están en prisión José Ramón Sequera, jefe de plaza del TDA en la Región de Coquimbo, y Jorge Boyer Rodríguez, jefe de plaza del TDA en la Región de Ñuble.

 



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