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La lista de los ministros en la cuerda floja

La lista de los ministros en la cuerda floja

Aunque el ajuste no está contemplado para estos días, en el gobierno y en la Nueva Mayoría, ya circula de boca en boca una suerte de lista con los secretarios de Estado que saldrían del gabinete, dado que sus gestiones son las que han sido mal evaluadas por sus pares, asesores, dirigentes y parlamentarios.


A medida que se acerca septiembre, los rumores de un cambio de gabinete se acrecientan, ya que en el diseño primario del gobierno siempre se ha considerado realizar un primer ajuste ministerial entre los días posteriores a las fiestas del “18” y el transcurso del mes de octubre. Ello con el objetivo de dar un reimpulso a la gestión para el segundo año y, sobre todo, “reacomodar la carga” para fortalecer las carteras donde los secretarios de Estado han mostrado una gestión débil.

No es un tema que se reconozca públicamente. Es más, la ministra de la Segpres, Ximena Rincón, dijo este jueves que “la prensa está bastante aburrida”, por hacer eco de rumores de cambio de gabinete.

Pero aunque el ajuste no está contemplado para estos días, en el gobierno y en la Nueva Mayoría, ya circula de boca en boca una suerte de lista con los ministros “cantados” que saldrían del gabinete, dado que sus gestiones son las que han sido mal evaluadas por sus pares, asesores, dirigentes y parlamentarios.

La lista la encabeza la ministra de Cultura, Claudia Barattini, de quien hay una “mala evaluación” de estos cinco meses de trabajo por mala relación laboral con los equipos de trabajo del Consejo, no sacar “brillo” a la gestión y las escasas redes con el mundo artístico.

También la titular de Desarrollo Social, Fernanda Villegas, cuestionada en el oficialismo por la “invisibilidad” a la que ha sometido a un Ministerio clave, junto con su gestión “ineficaz”.

El resto de las versiones implican una cirugía más delicada y en la que se deben contemplar otros factores, como el infaltable e insoslayable respeto al equilibrio político entre los distintos partidos que componen la Nueva Mayoría.

Así, hace semanas que se señala a la ministra de Salud, Helia Molina. Se comenta que el conflicto del Hospital El Salvador dejó en evidencia la falta absoluta de manejo político de la secretaria de Estado, al punto que fue el Ministerio del Interior el que tuvo que intervenir para zanjar y apagar ese foco de conflicto, situación que prendió las luces de alerta sobre la debilidad que tendría para afrontar la crisis que se pronostica en dicho sector.

También sale a la palestra el ministro de Economía, Luis Felipe Céspedes, a quien se le cuestiona la falta de colaboración en la Reforma Tributaria y su ausencia en fomentar la agenda pro crecimiento.

Comentario obligado en el gobierno son las tensiones en el seno del comité político, que no ha cuajado bien como equipo clave del gabinete, aunque en estos casos se habla de posibles enroques y no de salidas.

Es lo que se afirma de la ministra Rincón, de quien varios en el gobierno afirman que podría ser trasladada al Ministerio de Desarrollo Social y que su par y camarada, Jorge Burgos, podría llegar a reforzar y tomar las riendas de la Secretaría General de la Presidencia.

El actual ministro de Defensa, tiene a su favor –afirman– además de las buenas relaciones transversales en el Congreso, una buena cercanía con la Presidenta Michelle Bachelet y con el timonel de la DC, Ignacio Walker, lo que aplacaría el ruido que ha generado este dirigente a La  Moneda.

La vocería del ministro Álvaro Elizalde también ha estado bajo la lupa y, por lo mismo, algunas versiones precisan que podría registrarse un enroque con la ministra del Trabajo, Javiera Blanco, así llevarlo a él al edificio de calle Huérfanos y traer a esta secretaria de Estado a La Moneda.

En el gobierno se insiste en que no se ha modificado el cronograma original y, por ende, nada sucedería antes del 18 de septiembre. Además, el objetivo del consejo de gabinete de este jueves 21 en la tarde, ha sido precisamente descomprimir las críticas a ciertos ministros y pedir mayor diligencia, lo que implica una gestión presupuestaria más eficiente.

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