Publicidad

Sandra Mihanovich: «Si no canto las canciones antiguas, me matan»

La artista argentina cantará en el Teatro Oriente, después de un largo silencio. «Con el tiempo todo tiene un lugar (dice, parafraseando su nuevo disco). A veces, uno se pone muy ansiosa y quiere que las cosas sucedan en un minuto», afirma desde Buenos Aires.


¿Y qué fue de Sandra Mihanovich? Bueno, anduvo algo lejos de las pistas, en parte por que quiso y en parte por esos implacables criterios comerciales que le impidieron grabar en varios años. Ello sumado a la situación crítica por la que muchos artistas del cono sur han transitado desde un pasado en que fueron sumamente conocidos hasta un presente, donde la generación de adolescentes no los ubican ni por si acaso.



Para la generación de los 90 Sandra Mihanovich, más que una de las artistas valerosas, es conocida por un programa en el cable de la televisión trasandina. Pero frente a la voz que escucharemos en un próximo recital -que dará en el Teatro Oriente, el jueves 19 de julio- nacen suspiros de sus adeptos que se niegan a olvidarla.



Son los mismos que cantaron y cantarán: «Hagamos el amor, amor, al amanecer con el padre Sol mirándonos (…)». O predicaron el famoso estribillo «Es la vida que me alcanza». Seguro que algo de eso habrá en el concierto.



«Si no canto las canciones antiguas, me matan», dijo a El Mostrador.cl desde Buenos Aires para adelantar lo que será su nuevo paso por Chile.



A dos décadas de la grabación de Puerto Pollensa cuenta con un repertorio distribuido en catorce discos. De ellos algo rescatará y los combinará con Sobrevivientes y Bandido -de Alberto Plaza- que fueron grabadas en Todo tiene un lugar, su último disco lanzado el año 2000.



«Ojalá yo tuviera la cancha que tiene Soledad Bravo para cantar con su guitarra y nada más. A mí no me sale. Yo con una guitarra me siento perdida. Necesito un poco más de infraestructura y por suerte vamos a poder concretarlo», confiesa.



En Sobrevivientes, quince temas completan el título. Además, incluye Siempre así, cantado a dúo con el «Negro» Rubén Rada; Fronteras, de Alejandro Lerner y Lucho González y el «bonus trak» de Bienvenidos al tren, de la época en que Charly García se enroló en Sui Generis.




Cambios y Planes



Es rockera, pero del rock-and-roll con el espíritu de los ochenta. El mismo tiempo en que fue cuestionada por defender a las minorías sexuales, cuando grabó con Celeste Carballo y dio una presentación osada para los criterios vigentes de aquel entonces. Ahora se ríe y mantiene la facha sensualota de los rulos vaporosos con el tono enigmático propio de las mujeres que alcanzan los 45 años.



– ¿Qué pasó, su música sonaba mucho y de pronto no se supo mucho de usted?



– Mi compañía de ese entonces no editó mis discos posteriores. Estuve varios años sin grabar acá en la Argentina. Desde el disco Cambio de planes hasta Todo tiene un lugar por situaciones que -por ahí- tenían más que ver conmigo, con nuestro país.



– ¿Hubo un cambio de planes?



– Sí. Hubo un cambio de planes, premonitoriamente como se llamó mi disco. Las radios argentinas dejaron de difundir a todos los artistas de los ochenta. Hubo idas y venidas con las compañías discográficas y si grabábamos, ¿dónde lo difundíamos? Como no me podía quedar parada acepté otros proyectos.



En esos rumbos comenzó a trabajar en televisión por cable como conductora del programa Latin Music y en un espacio radial junto a su hermano Vane. En materia actoral, otra de las facetas de su formación, hizo dos comedias musicales para niños con canciones de María Elena Walsh y participó en el programa «Vulnerables». Es cierto que mantuvo el movimiento artístico, pero de grabaciones ni hablar hasta que a fines de 1999. Volvió a las pistas y con uno de sus nuevos temas ganó el premio Martín Fierro a la mejor cortina musical.



– ¿Valió la pena esperar?



– Creo que sí. Con el tiempo todo tiene un lugar. A veces, uno se pone muy ansiosa y quiere que las cosas sucedan en un minuto. La ansiedad boicotea concretar los proyectos. No tengo dudas que voy a cantar todo el tiempo que pueda.



– ¿Se inscribe en la generación de soñadores del rock de los setenta y ochenta, con el consecuente desencanto que manifiestan algunos?



– ¿Sabés lo que pasa? Los músicos son referentes de lo que es la sociedad en su totalidad. Entonces, en los setenta en nuestros países había idealismos, ideologías y un montón de cosas que tenían que ver una búsqueda de una forma de vida que se creía que era la mejor, ¿no?. Tuvimos muchos problemas, porque la idea era -por ahí- llegar a concretarlas a través de la violencia. La respuesta a eso ya sabemos todos cual fue, una respuesta más violenta aún. Y, en definitiva, el mundo ha ido girando en una forma muy diferente de cómo se fantaseaba en aquella época.



– ¿Su silencio es producto de algún desencanto?



– Estoy preocupada. En nuestro país hay tantos problemas y no encuentran soluciones. Más allá de las situaciones políticas estamos siempre dando vueltas sobre las injusticias sociales, sobre nuestras faltas de todo tipo. Nos cuesta tanto crecer y eso me entristece. No es que quiera echarle culpas a nadie. No tenemos dos años ¿viste? Ya somos grandes. Supongo que el proceso es lento y los aprendizajes llevan tiempo… (dice y la interrumpen, porque llegan a su casa sus tres perras labradoras).



– ¿Se ha sentido excluida por cantar en español?



– No por el idioma. Pero en los ’60, donde estábamos empezando y teníamos una popularidad importante, de repente no había la fluidez de comunicación de este momento. Recuerdo comentarios como ¿no es demasiado localista? o suena demasiado argentino.



– ¿Qué le parece la mezcla de ritmos el hip-hop, el acid y el funk?



– Es inevitable que todo se mezcle. Aquellos que saben incorporar a sus propias identidades o los cambios musicales son los que tienen consistencia como artista. Los que suman lo que son y de dónde son a «x» estilo musical son los que a mí me importan.



Sandra Mihanovich no sabe de fronteras para divulgar su canto, siempre y cuando sea entre Chile, Bolivia, Perú y Argentina, pero más allá nunca se le han abierto las puertas. «Bueno, lo interesante de un artista es su personalidad», comenta sin esconder su sello local y que tampoco ha cambiado por abrirse a los vastos horizontes de las ofertas multinacionales. Y esto lo exolica sin complicaciones: «A mí me parece mucho más lindo conocer un artista chileno y que me guste y no otro que no sé de donde es».

Publicidad

Tendencias