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Obra «Donde viven los Bárbaros»: La risa y la violencia como reflejo de nuestra sociedad

El montaje de «Donde Viven los Bárbaros» , se estrenó en 2015 y es el segundo trabajo de la compañía Bonobo que pretende profundizar la pregunta sobre la construcción del arquetipo del bárbaro. Ese extraño ser que siempre acompaña las historias de violencia de la humanidad. La obra ha sido éxito de audiencia y crítica, ganando el premio Dramaturgia de la Municipalidad de Santiago el año pasado, además de ser galardonada con el premio de Dramaturgia Literaria del Consejo Nacional de la Cultura y las Artes.


Con una excelente recepción de público y crítica especializada, «Donde viven los Bárbaros» reafirma la trayectoria de la compañía Bonobo en la escena teatral chilena. La pieza es su segundo montaje y es resultado de un extenso trabajo de exploración en distintas historias y lenguajes, la compañía busca en sus creaciones indagar en la hostilidad, la crueldad y la exclusión cotidiana implícita en una sociedad que se dice democrática.

La obra aborda el encuentro de tres primos que hace tiempo no se veían, en la reunión surge la discusión acerca del extraño homicidio de una joven que involucra a uno de ellos. A través de esta trama inicial, los directores Pablo Manzi y Andreina Olivari, exploran como se normaliza la violencia en las relaciones humanas desde la Edad Antigua hasta el Chile actual.

Dos momentos marcan la pieza teatral. El primero se da en la antigua Grecia, donde se creía que en los extramuros habían bárbaros salvajes como los sátiros, que en algún momento podían llegar a invadir la polis. Desde este escenario, a través de una situación con un ateniense que es forzado a cazar estos sátiros y llevarlos a las autoridades de Atenas, se establece una reflexión sobre la idea de civilización y barbarie.

Uno de los momentos de la pieza reflexiona acerca del concepto del «bárbaro» originado en la antigua Grécia

«Ahí surge la idea de bárbaro que nos interesa problematizar, la figura de este ser imaginado que vive afuera de la polis, fuera del centro social y político, fuera de la ciudadanía y entonces fuera de la democracia. Ese ser encarna la proyección del miedo de la ciudadanía y permite legitimar la violencia de quienes están en el centro. Tomamos este hecho para instalar un problema en Atenas, lugar que muchas veces se configura como una especie de cuna idílica de la idea de democracia para la cultura occidental», explican Manzi y Olivari.

En un cambio de escenario, somos transportados hasta el Chile actual, donde una noche familiar entre primos que prometía ser tranquila, se transforma en una situación trágica que empeora con la llegada de ciertos personajes que agudizan los conflictos. El anfitrión, Roberto da a conocer su historia como director de una exitosa ONG en África. Roberto está misteriosamente involucrado en el homicidio de una joven que aparentemente tenía relación con un grupo neonazis. El hecho desencadena un extenso debate que culmina en la violencia entre los invitados.

En el diálogo de los personajes centrales es evidente la normalización y justificación de casos de violencia

El punto central de la obra gira en torno la figura del bárbaro. Un ser que está siempre afuera de la sociedad civilizada y que ha sido excluido del centro político y social. Así se configura la forma de este personaje presente en la historia de los pueblos, en que se construye una imagen basada en el miedo y la violencia y diversos otros factores que determinan su condición.

«Queremos hacer hablar a esas personas que están dentro de ese centro, el miedo y la violencia del opresor, podríamos decir, un opresor progresista, aparentemente pacífico e inclusivo. El género, como la clase, el país, o la raza son, sin duda, elementos que perpetúan la clasificación de quienes están dentro y quienes están fuera. Muchas veces estos elementos se entrelazan o se entrecruzan en un mismo sujeto, complejizando las relaciones de oprimidos y opresores», afirman.

En la conversación de los personajes centrales es evidente una muestra de la normalización y justificación de la violencia, como el asesinato de la joven al cual uno de ellos tiene una extraña relación. Además, los directores agregan que mucho de lo que se sucede en el día a día fue incorporado al diálogo.

«Las estrategias que utilizamos para desarrollar esa violencia implícita y normalizada en un contexto democrático surgieron a partir de un trabajo de improvisación con los actores de la compañía. Poníamos situaciones cotidianas, cercanas a nuestras experiencias como ciudadanos, y comenzaban a surgir situaciones tensas y violentas por medio del diálogo», cuentan.

La obra contiene muchos momentos de humor, pero su estructura esta compuesta por hechos trágicos. La risa provocada en situaciones así, es parte de un ejercicio que los directores consideran necesario entre el público y los actores, que es lo que causa risa en situación críticas revela mucho de como enfrentamos la realidad.

«Lo que a un sujeto determinado le parece cómico o le da risa, aun cuando quiera evitarlo, habla de los límites morales e ideológicos que ese sujeto ha trazado. Como el teatro, la mayoría de las veces, es recibido en forma colectiva, las risas o no risas se transforman en una encrucijada colectiva. El humor, en este caso es una herramienta para acercarnos a los límites de un conflicto social o moral y resignificarlo en comunidad y en el presente», concluyen.

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