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Consejo de Seguridad de la ONU lamenta lentitud de reformas en Birmania

Los quince miembros del máximo órgano de Naciones Unidas confirmaron en un comunicado su apoyo a los objetivos establecidos en anteriores declaraciones sobre Birmania, en las que se urgió a Rangún a liberar a todos los presos políticos y dialogar con la oposición.


El Consejo de Seguridad de la ONU lamentó este jueves «el lento ritmo» del proceso hacia la reforma que se instó a emprender al régimen militar de Birmania (Myanmar), tras su sangrienta represión de las protestas civiles en favor de la democracia.



Los quince miembros del máximo órgano de Naciones Unidas confirmaron en un comunicado su apoyo a los objetivos establecidos en anteriores declaraciones sobre Birmania, en las que se urgió a Rangún a liberar a todos los presos políticos y dialogar con la oposición.



«Lamentamos el lento ritmo del progreso hacia la consecución de esos objetivos», resalta el comunicado, que fue leído a la prensa por el presidente de turno del Consejo, el embajador libio Giadalla Ettalhi.



El texto subraya «la importancia de conseguir un mayor progreso», y señala que una pronta visita del enviado especial de la ONU, Ibrahim Gambari, «podría facilitarlo».



Sin embargo, la Junta Militar birmana negó la reciente petición del diplomático nigeriano de regresar al país en enero, y sugirió que lo hiciera en abril, explicó el mismo Gambari a la prensa tras la reunión del Consejo de Seguridad.



«El secretario general (de la ONU, Ban Ki-moon) dijo que eso era inaceptable, y ahora estamos negociando una fecha. Con todos los asuntos que tenemos sobre la mesa, es mejor que vaya cuanto antes», agregó.



El embajador de EE.UU. ante la ONU, Zalmay Khalilzad, consideró que la «ausencia de progresos» en el proceso de reforma demuestra que la comunidad internacional tiene que alterar su estrategia.



«Nuestra opinión es que para conseguir tener éxito, y evitar que se socave la credibilidad del Consejo de Seguridad, tenemos que incrementar la presión sobre el régimen y reducir la brecha entre lo que está pasando, y lo que queremos que pase», indicó.



Agregó que la presión debería empezar con una declaración por parte de «los países con influencia» sobre Birmania, en referencia a China e India, de su «disgusto» con la actual situación.



Sin embargo, tanto Pekín como Nueva Delhi se han mostrado hasta el momento reticentes a presionar a su país vecino, con el que mantienen estrechos lazos económicos.



La Premio Nobel de la Paz, Aung San Suu Kyi, sostuvo el pasado 11 de enero su cuarto encuentro hasta la fecha con el ministro birmano de Trabajo, el general Aung Kyi, que fue designado el año pasado como enlace del Gobierno con la líder opositora.



El diálogo entre ambas partes, considerado imprescindible para restablecer la democracia, llevaba suspendido desde el 19 de noviembre.



No obstante, el Gobierno militar todavía no atiende las exigencias internacionales de levantar la pena de arresto domiciliario que cumple Suu Kyi y de liberar al millar de presos políticos que se calcula que están encarcelados.



El régimen condenó esta semana a penas de entre tres y ocho años de prisión a trece activistas que tomaron parte en las manifestaciones de septiembre pasado.



La Junta Militar asegura que hubo quince muertos y unos tres mil detenidos durante la represión de las protestas, pero la ONU eleva a 31 los fallecidos y la disidencia sostiene que al menos 200 personas perdieron la vida y más de seis mil fueron arrestadas.



EFE

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