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Las más nuevas y grandes incertidumbres empresariales

Debemos preocuparnos de nuestra productividad, de tener la técnica, la ciencia, la educación, la cultura y la integración social para producir. La verdad es que en eso nos hemos quedado y estamos atrasados.


Quebec tiene los mismos años de historia que nosotros -exactamente los mismos-; tiene un territorio parecido en recursos naturales al que tiene Chile, pero con la mitad de la población y, sin embargo, a estas alturas, tiene un producto per cápita mucho más alto y no tiene ningún problema con el proceso de globalización del mundo. Está en la vanguardia empresarial, de la tecnología y la gestión pública.



Todo eso es digno de admirarse, de estudiarse, de conversarse y de aprender… Aprender, porque hoy estamos perplejos ante el cambio. Tan perplejos que ustedes pueden leer en la prensa que cuando se pregunta qué sucede en el país o por qué crecemos más o menos, si hay 20 respuestas, hay 20 opiniones distintas. Eso refleja que no sabemos qué sucede. Estamos perplejos ante el cambio.



La globalización es una realidad cada vez más veloz, que nos enfrenta todos los días. Y debemos tener clara conciencia de que el cambio trae más cambios y que la velocidad de éstos irá aumentando. Si los países del Hemisferio Sur del mundo, los países como el nuestro, como Chile, no son capaces de tener una velocidad de adaptación razonable a estas transformaciones, vamos a tener que, necesariamente, sufrir procesos sociales traumáticos, que pueden tener derivaciones políticas y de otro orden realmente muy complicadas.



En consecuencia, aquí tenemos que modificar nuestra mirada, nuestra aproximación a los problemas, nuestra cultura y tratar de entender lo que sucede bajo los nuevos paradigmas.



Uno podría hablar de muchas cosas. Pero, si nos queremos restringir al cambio económico ya no nos basta -es condición necesaria, pero no suficiente- que el ministro de Hacienda nos diga que la economía de mercado es patrimonio de la humanidad -lo que me parece muy bien- y que no vamos a tener déficit fiscal, o que la tasa de interés está donde corresponde o que el tipo de cambio ha subido lo necesario, que liberamos la cuenta de capitales o que mañana estaremos estudiando el tema de los impuestos a la ganancia de capital o todo ese tipo de cosas.



Todo eso nos parece excelente, muy bien. Nos da cierta esperanza y confianza. Pero, esas no son las variables cruciales. Hoy día los empresarios estamos frente a desafíos distintos.



Incertidumbres



La incertidumbre tecnológica es mucho más importante, mucho más profunda que cualquiera de las otras cosas: si no sé si lo que produzco va a estar vigente en cinco años más y si los procesos serán absolutamente distintos en un futuro próximo, es muy difícil que un empresario esté dispuesto a arriesgar y a hacer una inversión.



La incertidumbre competitiva también es distinta. Antes competíamos en regiones, en estadios más chicos y, de alguna manera, conocíamos a nuestros competidores. Conocíamos su capacidad, quiénes eran, si eran o no conservadores, cómo actuaban, qué tipo de cosas hacían… Hoy no sabemos de dónde nos va a venir el golpe competitivo, de qué lugar del mundo, en qué momento, con qué agresividad. Estamos sometidos a una serie de cambios que están todos los días y que son distintos.



De esto es de lo tenemos que preocuparnos: de nuestra productividad, de tener la técnica, la ciencia, la educación, la cultura y la integración social para producir.
La verdad es que en eso nos hemos quedado y estamos atrasados. Y si no recuperamos una visión distinta y velocidad distintas, lo que ocurrirá es que cada vez el cambio será más rápido y no vamos a tener la velocidad para adaptarnos a él. Eso va a producir problemas sociales y éstos van a ser traumáticos y van a retardar nuestro desarrollo.



Las tareas para el futuro



De modo que aquí podemos hablar de muchas cosas. Esto da para un tema tremendamente largo de cómo están cambiando y cómo están ocurriendo las cosas. Pero, si uno quiere buscar qué es lo que ocurre, por qué no crecemos con la velocidad que quisiéramos, por qué las cosas no se dan como las habíamos pensado, con los cánones de pensamiento antiguo, es porque, realmente, las variables son otras, lo que realmente nos preocupa son otras cosas y tenemos que analizarlas con una mirada más moderna.



Lo mismo hay que hacer en la gestión pública. En la gestión pública Quebec nos da otra lección. Han tenido bastante éxito, pero seguirán trabajando, porque el trabajo mancomunado entre sector público y privado, entre empresarios y trabajadores, es la fórmula correcta en el mundo moderno.



Aquí tenemos que trabajar en tecnología, muy fuerte, en ciencias, en educación, debemos mejorar nuestra productividad. Esas son las tareas de hoy, las de verdad, las reales. En eso tenemos que avanzar, aprender, mirar a otros países, agradecerles y traerlos aquí.



Sabemos todos que aquí vamos a tener probablemente algunas empresas que van a ser capaces de jugar en la liga mayor, en la liga internacional, van a tener esa escala, ese tamaño. Pero también sabemos que el empleo, el desarrollo, el sustento empresarial de este país viene por la empresa mediana y pequeña. Y ahí es donde tenemos que hacer un esfuerzo tremendo en materia de tecnología, de distintas formas de asociatividad, de crear e inventar distintas maneras de trabajar.



Esos son los temas que nos ocupan hoy y que traigo a colación, porque nos visitan amigos que los han resuelto, y bien. Amigos de un mismo continente, que iniciaron la trayectoria en los mismos años que la iniciamos nosotros y que supieron hacer las cosas bien y que hoy nos pueden dar una mano, nos pueden ayudar y enseñar muchas cosas.



Lo que decimos hoy es lo mismo que pensamos cuando vino el ministro de Investigación y Tecnología de Nueva Zelandia y cuando todos estos países o estados nos muestran o nos dicen lo que invierten en tecnología, cómo trabajan mancomunados la universidad, el sector privado, los científicos y la cultura.



Ese es el tema, esa es la lección de esta mañana, eso es lo que queremos agradecer y por eso estamos aquí. No sólo para hacer un intercambio comercial, que ha ido creciendo a tasas crecientes con Quebec.



Hoy tenemos un intercambio comercial del orden de los US$150 millones, muy favorecido por el buen Tratado de Libre Comercio con Canadá -y obviamente con Quebec- y eso ha permitido que esto funcione bien. Pero eso es sólo una parte de lo que nos interesa, una parte de lo que agradecemos.



Lo fundamental es que aprendamos. Tengamos la humildad de preguntarles y de aprender de ellos, porque han resuelto los problemas y hoy enfrentan la globalización sin mayores problemas sociales, con una cultura nueva, con una sociedad integrada, con tecnología, con todas sus empresas y al Estado, en general, en la frontera del mundo moderno.



Esa es nuestra tarea, lo que tenemos que enfrentar. Debemos salir de la perplejidad, tener respuestas y solucionar nuestros problemas, porque si no, avizoro que vamos a tener problemas sociales traumáticos.



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* Felipe Lamarca Claro es presidente de la Sociedad de Fomento Fabril (Sofofa). El texto corresponde a su intervención con motivo de la visita al país del Primer Ministro de Quebec, Lucien Bouchard.

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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