Publicidad

El Pedagógico Regresa a la Universidad de Chile: aplausos y críticas


Es entendible que más de alguien piense que la solución propiciada por el Gobierno a través de un proyecto de ley para traspasar el ex Pedagógico a la U. de Chile sea simplemente deshacerse de un lastre, una acción de última hora para salvar el momento pero sin mayor profundidad ni proyecciones. Más que mal, la universidad estatal, nacional, pública y de excelencia es una molestia para los gurúes-asesores del Ministerio de Educación, y la falta de visión y la voluntad de no tener política educacional ha sido lo característico de los últimos 10 años.



No debiera tampoco admirarnos demasiado la visceral reacción de quienes ven en esta medida un «inaceptable estatismo», por ejemplo, la Fundación Jaime Guzmán. Claramente ellos aprecian en este momento un peligro para su paradigma de universidades empresa, sin investigación, sin evaluaciones serias, y de calidad muchas veces discutible. Argumentos así sólo buscan legitimar, ante los incautos, el libertinaje del negociado por la vía de ampararlo en una autonomía que no es tal, y en una mal entendida libertad de enseñanza.



En este contexto han aparecido voces -la de Jesús González y su inaceptable porfía a la cabeza- denunciando los innumerables complots que están detrás de esta medida, y de cómo «la maquinación política» logra imponerse por sobre «la consulta a la comunidad», «la autonomía universitaria», «la defensa de la universidad», etc. Ä„Que hueco y vacío resulta el reclamo en boca de quienes han demostrado hasta el cansancio, en sus acciones pasadas o recientes, no creer realmente en ninguno de esos valores! Y como si fuera poco, a ello agregan en curiosa mezcla, una férrea defensa de la institucionalidad vigente -de origen y sesgo antidemocrático- con el claro objetivo de que en los hechos todo vuelva a la misma normalidad mediocre, autoritaria y sin perspectivas académicas.



Similares discursos -declamaciones oscuras diría Bello- aparecen también dentro de la propia U. de Chile. Se trata de voces ligadas a la pasada administración de Jaime Lavados, de la cual no se guarda un gran recuerdo, menos cuando la propia Contraloría General de la República ha acreditado más de uno de los graves perjuicios causados por ella a la institución. El objetivo de ellas parece ser aprovechar los vacíos propios de un MINEDUC sin grandes horizontes y de un momento complejo, no para mejorarlos o darles contenido, sino más bien para impedir que se concrete este regreso, apoyando de paso al impresentable Sr. González. Se pretende así alzar posiciones menores y mezquinas en función de futuras elecciones, y de la manutención de pequeñas parcelas de poder.



Ahora bien, si se admite que, como en toda cosa interesante, en esta medida ministerial se entremezclan riesgos y oportunidades, nuestra responsabilidad se ubicará entonces -tal y como lo han señalado los actuales dirigentes de la FECH- en hacer de este súbito regreso del Pedagógico a la institución madre, de la cual nunca debió ser separado, una gran oportunidad para aportar al mejoramiento de la educación chilena y al diseño de políticas públicas coherentes con ello.



La misma FECH y prestigiosos académicos han dicho que éste no es momento para cortoplacismos y pequeñeces. En este instante se necesita actuar con claridad académica y política, con rigurosidad, sentido de futuro y de país, sin voluntarismos pero con decisión. Por lo mismo, el Rector Riveros debiera no sólo recibir este importante «presente» sino que ser la cabeza activa de un proceso que garantice las condiciones esenciales –condiciones económicas y académicas que comentaremos en la Parte II– para que esta vuelta sea exitosa y para entroncarla con los cambios y mejoramientos que la propia Universidad de Chile se apresta a vivir.



Quienes estamos convencidos que el Pedagógico, y con él la formación de buenos profesores, sólo son viables con una vuelta a la Universidad de Chile, debemos hacernos cargo de las legítimas inquietudes sobre la forma y las condiciones de este «regreso». Precisamente para dejar solos en su histeria a los agoreros de todos los desastres, pero sobre todo, para que esta vuelta se convierta de manera palpable en un símbolo de desarrollo y beneficio para todos los chilenos, en especial para esas mayorías que, a veces percibiéndolo, a veces no, necesitan de la universidad de excelencia y vocación nacional, la Universidad Pública.



(continuará)

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
Publicidad

Tendencias