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Impuestos a las exportaciones de combustibles en Argentina


Obviamente lo más complejo tiene que ver con el gas natural, donde Chile tiene como único suministrador a Argentina y a su vez Argentina como único mercado a Chile. En el caso del petróleo por ser un comoditie, Chile puede importar, y de hecho lo hace, desde muchos países, por tanto sólo perderíamos algunas ventajas competitivas centradas en la utilización del Oleoducto Neuquen – Talcahuano, que hoy las captura ENAP.



Por lo tanto concentrémonos en el tema gas natural.



En 1991, en el marco de nacientes democracias, Chile y Argentina suscribieron un Protocolo de Integración Gasífera como parte del Acuerdo de Complementación Economica (ACE). Dado que este protocolo era limitado y que en el país vecino se produjo una importante apertura del mercado, particularmente de los combustibles, fue modificado en 1995, proceso en el que tuve la oportunidad de participar como negociadora de Chile. Este protocolo modificado establece en su espíritu la no discriminación entre usuarios ubicados en cualquiera de los dos países, así como que los gobiernos no pondrán restricciones a los productores de gas para la exportación hacia el país vecino.



Cabe preguntarse ¿Podría un gobierno estar dispuesto a contravenir un acuerdo internacional amparado en el cual se han realizado cuantiosas inversiones? La historia ha demostrado que todo es posible.



Pero analicémoslo desde otra perspectiva: ¿Cual es a nivel global la competencia del gas natural argentino? En su principal uso, la generación eléctrica, la hidroelectricidad para el Sistema Interconectado Central, SIC y el gas boliviano en el sistema del norte, SING. En el primer caso recursos hidroeléctricos en Chile todavía hay muchos y competitivos, en el segundo es perfectamente posible, importar gas desde Bolivia, dado que existe un gasoducto entre el norte de Argentina y el sur Bolivia, que con inversiones menores podría conectarse a los gasoductos a Chile.



Por tanto, nuestro problema se reduciría al lapso de tiempo que tome poner operativas las alternativas existentes y al reemplazo del gas natural en el sector industrial y residencial, donde los derivados del petróleo volverían en gloria y majestad.



Luego de este simple análisis alguien podría pensar que un gobierno estaría dispuesto a arriesgar su único mercado de exportación para un producto para el cual existen alternativas, donde a lo más podría obtener ganancias de corto plazo.



Estas dificultades coyunturales hacen visualizar con mayor claridad la tremenda importancia para un país de contar con un abastecimiento energético diversificado y en particularmente en un país como el nuestro -pobre en recursos energéticos- de la apertura e integración al mundo, lo cual nos da la fortaleza de poder poner en marcha alternativas que nos hacen menos dependientes.



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María Isabel González es consultora independiente. Fue secretaria Ejecutiva de la Comisión Nacional de Energía.



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