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El pago de Chile al sueldo de Chile


Días de furia, de incomprensiones, de exageraciones y de temibles corrientes privatizadoras de Codelco encubiertas en la legítima demanda de mayor transparencia. Pero hay que ser justos con la dirección de Codelco, con Juan Villarzú, sus ejecutivos y trabajadores, que se acercan a duplicar el valor de la empresa y que con un enorme plan de expansión de Andina, El Teniente y el redimensionamiento de Chuquicamata, han logrado aumentar sustancialmente la producción, generando niveles récords de aporte al Estado.



Además, si Codelco no hubiese tenido la expansión de estos años -en pacto con sus trabajadores en el proyecto común de empresa-, la estatal hubiese bajado de producir el 35% del cobre chileno a cifras de sólo un 20%, lo que estratégicamente le hubiere hecho perder fuerza negociadora, como se corroboró cuando guardó stocks con alzas posteriores de precios.



He sido crítico de un gran tema pendiente en Codelco que es lograr un nuevo trato con los contratistas, ya que aún hay muchos abusos, pero a su vez, se han dado avances en esas áreas, producto de la propia movilización sindical y la apertura de las autoridades a ser más preactivos con sus «trabajadores colaboradores», que son la mayoría (en Codelco laboran 20 mil trabajadores propios y treinta mil contratistas).También la empresa tiene el desafío de fortalecer sus negocios tecnológicos, logrando patentar una gran variedad de innovaciones que sus ingenieros realizan todos los días, profundizando para minería subterránea y piro-metalurgia, las asociaciones como la lograda con japoneses para indagar la producción con bacterias.



Son desafíos a lograr, a los que se puede sumar la participación de directores independientes, profundizar las inhabilidades en contratos y la agenda que se está acordando con los sectores de oposición sensatos. Pero ha habido injusticias y basura en malas palabras y en publicaciones mañosas. En una sección de finanzas se llegó a publicar los juicios críticos de los ejecutivos de El Teniente a su labor, en una de esas técnicas de «debilidades» y «fortalezas», sin colocar las fortalezas.



Se critican atrasos y proyectos adicionales en el Plan de Expansión de El Teniente (PDT), y no se reconoce que es una expansión comparable con la iniciada a fines de los ’60, que significó inversiones enormes (700 millones de dólares) a una región rezagada en plena crisis económica, que en su peak subcontrató a diez mil personas, que parte del alza de precios se inscribe en la modernización de diferentes aspectos de producción en un proyecto que en su maduración permitirá ahorros sustanciales, pero que ya implica cada semana millones de dólares al país gracias a su mayor producción.



En estos días, recordamos la muerte de un amigo que fue director de Cochilco, Jorge Bergamer, con quien alentábamos el PDT a mediados de los ’90, para que luego con Patricio Guajardo y Rubén Alvarado, se hiciera realidad. Por cierto, hay errores, inherentes a un proceso de esta magnitud, que no pueden utilizarse para hablar livianamente de despilfarro, lo que sirve para posturas pro-privatizadoras, que levantan vuelo contra el mejor negocio de los chilenos. Es más, El Teniente es una mina subterránea, y el costo de 80 centavos en su benchmarking, debe ser con similares en la industria.



El sector privado tiene buenas experiencias y también pésimas- pensamos en Essbio y la controladora Thames en estos días-, como todas estas empresas mineras que han eludido y evadido pagar sus impuestos, con la excepción de La Escondida y alguna otra.
Critiquemos, mejoremos, pero también valoremos y proyectemos a Codelco; no le demos el pago de Chile a quienes han contribuido a hacer crecer el sueldo de la patria.





Esteban Valenzuela van Treek, diputado del PPD por Rancagua, escritor y periodista.


  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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