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El mal de Cornejo o el virus de la derrota que asola a la derecha


Un virus circula en el seno de la Derecha, el «mal de Cornejo», una enfermedad política que provoca altos niveles de tensión, de nerviosismo y cierto pánico escénico en quienes la sufren.



Estos síntomas se manifiestan porque el político de que se trate siente en su fuero más interno que no cautiva a la mayoría del país, y sufre por ello: el poder se le presenta como efímero.
Lavín en la primera vuelta, y Piñera la noche del debate con Bachelet, tuvieron las primeras manifestaciones de esta enfermedad viral: su desempeño ante las cámaras reflejó el pánico escénico del que vengo hablando, que genera, en último término, falta de convicción para ganar contiendas electorales.



La Derecha debe preocuparse de este mal si pretende obtener de una vez por todas los 500 mil votos que la separan del poder político, y debe hacerlo desde mañana mismo, sobre todo si consideramos que el 2008 habrá una nueva elección nacional: las municipales.



¿Pero cómo se trata el «mal de Cornejo? La reacción de los dirigentes de la UDI ante los dichos del alcalde contagiado, nos indica que este partido tiene dos fórmulas: el silencio o la expulsión.



Los que participamos en política en la década de 1980 podemos dar fe que estos remedios forman parte de la receta tradicional del partido de Jaime Guzmán para enfrentar los virus, e incluso un cáncer político (en aquella época se combatía una variedad, el cáncer marxista).



La mantención de este recetario permite reconocer una de las causas de la nueva derrota electoral de la Derecha: no se ha renovado.



Combatir el «mal de Cornejo» exige antes que todo un diagnóstico apropiado de las causas de la derrota y ello no parece estar ocurriendo ni en la UDI ni en RN.



Culpar al Gobierno y su intervención electoral; o al poco tiempo con que se contó para asegurar el endoso de los votos de la UDI; o a la falta de recursos para la segunda vuelta; o al escaso trabajo callejero, no parece suficiente.



Creo que la Derecha debe mirar hacia el electorado, esta es la causa del «mal de Cornejo». Ya lo habían anticipado Carlos Cáceres y Pedro Ibáñez cuando en 1980 propusieron que el Presidente de la República no fuera elegido por votación popular: las masas no son confiables.



Afirmo que mientras no cambie la composición del actual electorado y sea éste el que decida quién tendrá la Presidencia de Chile, la Derecha, tal como la conocemos ahora, no tendrá ninguna posibilidad.



El 5 de octubre de 1988 fijó de manera determinante las reglas para quienes quisieran gobernar Chile de ahí en adelante. Se formó una mayoría nacional que se ha hecho un gran bloque electoral, más no una alianza política, a partir del eje dictadura-democracia.



Si el electorado DC no terminó defraudando a la Concertación ni se asustó por el compromiso de la candidata con el PC, es porque Piñera con su acercamiento a la UDI y a la familia militar pinochetista, volvió a recrear el eje dictadura-democracia.
Todos sabemos que esta es una división profunda de la sociedad chilena: mal que mal el dictador sacó tanto votos como Lavín y Piñera, pero, como señaló el Fortín Mapocho, corrió solo y llegó segundo.



Esto quiere decir que la Derecha con el actual electorado, y a pesar de que obtiene más del 40% de los votos, jamás será Gobierno. Bien lo ha comprendido Cornejo en los delirios de su enfermedad: o se supera a la dictadura o se volverá a perder.
La receta para superar el «mal de Cornejo» es abrirse a renovar el electorado, apoyar la inscripción electoral automática, fomentar la participación, y crear una situación política que rompa el eje democracia-dictadura.



Sin embargo, para tener éxito, se requerirían también señales positivas para ese nuevo electorado, principalmente para los jóvenes, y esas señales pasan por una nueva institucionalidad, por construir nuevos ejes en la política chilena.



El Bicentenario parece una buena ocasión para que surja finalmente una Derecha auténticamente renovada que dé garantías a todos los sectores. Ello requiere de caras nuevas, bien lo saben Cornejo y quizás cuantos más al interior de las tiendas políticas de Derecha.



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Eric Eduardo Palma González. Abogado. Doctor en Derecho. Dirigente de Chile a la Carta.

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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