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Turbinas de conocimiento


Temas como el calentamiento global, sus causas y efectos en el medio ambiente y, en especial en los usos de la agricultura, nos permiten ver la necesidad de pensar en productos adecuados a la nueva realidad, compatibles con las demandas de energía y capaces de interpretar la necesidad de acceso a los alimentos y la energía.



Los centros de investigación agropecuaria han tenido desde siempre una relación evidente con los productores, las universidades y las oportunidades que ofrecen tanto la demanda como la información y avances en materia de ciencias y tecnologías.



Los datos que forman parte de la realidad social, la información que surge desde la interpretación y análisis de esos datos, han permitido a los investigadores crear un nuevo bien que denominamos «conocimiento» y que podemos incorporar a la realidad en los formatos de nuevos productos y servicios.



Chile es un país que ha definido su vocación exportadora como motor principal de su economía. Las respuestas dadas por la agricultura dan cuenta de la capacidad de multiplicar su volumen exportador y de llegar en los siguientes años a cifras aún más significativas.



Es evidente que la calidad y capacidad de nuestros investigadores, de sus estudios y propuestas, se encuentra directamente relacionada con la excelencia de nuestras universidades y la capacidad que han tenido los productores para utilizar estos «nuevos conocimientos» en sus predios; aumentando rendimientos, asegurando calidad y cumpliendo con las buenas prácticas de producción que permiten un uso racional y adecuado de los suelos y las aguas.



Los centros de investigación, como el INIA en Chile, reconocen la necesidad de administrar e incrementar su poder de servicio, ese es un factor determinante. Por ello es que además de las relaciones internas con productores, universidades y empresas, se relaciona con otras entidades similares, buscando complementar capacidades internacionalmente.



El potencial productor y exportador de un país como Chile, se mueve como una suerte de «turbina de conocimientos» en que cada uno de quienes participan directa o indirectamente aportan las energías necesarias para movilizar sus cifras y modos de producción en términos positivos y seguros.



La idea de «global» es, al mismo tiempo, igual a interdependencia, es decir al reconocimiento de lo que sucede en otro lugar afecta nuestra realidad y viceversa.



La relación con las universidades y sus investigaciones son un elemento principal para garantizar la calidad de un organismo como INIA. La relación con productores y empresas son el factor que permite implementar el uso de los nuevos conocimientos y darle sentido económico y social al trabajo que viene desde los «surcos del estudio, la investigación y la creación, aunque sea redundante, de conocimientos, con aptitud de incorporarse como «bien económico».



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Leopoldo Sánchez G. es director nacional de INIA

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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