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Municipales: los necios no se reinventan

La verdad no se puede tapar: decayó el oficialismo, creció la Alianza, emergieron Chile Limpio y los independientes. Lo anterior en el plano político nacional. En lo local, perdieron los liderazgos agotados, perpetuados, sin renovación ni amplitud, vinculados a sospechas de corrupción.


Por Esteban Valenzuela*
 
Las elecciones fueron categóricas: la Concertación sufre una debacle en las alcaldías relevantes («las revoluciones comienzan en las ciudades»), la derecha avanza pero está muy lejos de ser mayoría nacional, el Juntos Podemos se estanca y emerge con fuerza inusitada el mosaico de disidentes e independientes que conformaron la lista Chile Limpio, con un eje en el PRI y los «colorines», pero donde fueron claves para el 8% independientes, chileprimeristas, ecologistas y otros actores.

Sólo los necios no se reinventan y se refugian en espejismos. La Concertación rindió más en concejales, con el doble de candidatos, pero perdió por primera vez una elección desde 1988.  La Alianza avanzó en ese plano, pero también los independientes en Antofagasta, Talcahuano, Copiapó, Vallenar, Punta Arenas, y los candidatos vinculados a ChilePrimero en Calama y San Pedro de la Paz (Concepción). La casi totalidad de ellos provienen de la Concertación cansados de las razones del declive esencial de la coalición dominante en la centro izquierda: su tolerancia a las malas prácticas (alcaldías clientelares, quebradas, con zonas oscuras en la falta de renovación), su centralismo (como la humillación a la nueva alcaldesa de Antofagasta, quien siendo intendenta sufrió el nombramiento de una «ministra delegada central» para enfrentar el terremoto de Tocopilla), la ausencia de procesos democráticos para seleccionar candidatos en la tendencia cupular al aparato (en Arica, Rancagua o Talcahuano prometieron «primarias» que luego no se cumplieron).

La verdad no se puede tapar: decayó el oficialismo, creció la Alianza, emergieron Chile Limpio y los independientes. Lo anterior en el plano político nacional. En lo local, perdieron los liderazgos agotados, perpetuados, sin renovación ni amplitud, vinculados a sospechas de corrupción.

Los necios no leerán las señales de fondo:

a.- La Concertación parece quedarse en el mismo discurso de Lagos el 99’: “Hemos escuchado la voz del pueblo, seguiremos en lo mismo y haremos algún ajuste”. Por cierto, no les dará. La única opción es superarse en una coalición más amplia, limpiarse, tomar una agenda y una práctica reformista, sacarse a pillines y operadores, descentralizar, practicar las primarias, volcarse al futuro y las nuevas generaciones, reconocer el valor de los críticos, díscolos y disidentes. Lo que hizo la centro izquierda italiana: crear un Partido Demócrata superando la dictadura de los aparatos de los partidos.

b.- La Alianza avanzó, pero no logrará ser mayoría si perdura en su extremo conservatismo institucional y temor a la democratización (inscripción automática, cambio al binominal, elección de gobiernos regionales), su intolerancia cultural y su falta de programa para buscar mayor solidaridad y hacer una economía social de mercado con menos concentración.

c.- El PRI fracasará si busca hegemonizar el incipiente espacio renovador que nació en el pacto Chile Limpio, donde el Partido Ecologista y ChilePrimero fueron también relevantes.  Por cierto, Chile Primero se frustrará si se convierte en un apéndice menor de la Alianza y no busca resituarse en una alternativa nueva y disruptiva, lo que pudiera capturar amplios sectores juveniles, independientes y díscolos. Si este espacio no actúa con grandeza y coraje, incluyendo «crear» un candidato presidencial de peso e innovador, terminará tensionado entre el continuismo de la Alianza y la Concertación. «Ser o no ser» será su pregunta, salvo que se produzcan cambios mayores en las coaliciones que rescaten lo nuevo que implican.
 
 
*Esteban Valenzuela Van Treek es diputado independiente.

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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