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El último de los mohicanos Opinión www.coquimbounido.cl

El último de los mohicanos

Pablo Flamm
Por : Pablo Flamm Periodista deportivo
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Más allá de sus piruetas y maromas, Cabral logra ser el soporte futbolístico de los piratas. La pelota siempre pasa por él, intentando generar peligro y dejar en posición de gol a sus compañeros. Hace mucho rato que en el torneo chileno no veíamos a un futbolista de esa dimensión.


Luciano Cabral es el último de los mohicanos. Un jugador en extinción. Un deportista que llegó a Chile con muchas dudas, pero con el pasar de los meses y partidos, sin duda, se ha transformado en uno de los mejores exponentes del torneo nacional.

Verlo jugar es un deleite. Es el 10 clásico, ya prácticamente desaparecido. Su estampa es la de ese futbolista impredecible, bueno para la pelota, mágico por momentos y con un truco siempre listo para desafiar a sus rivales.

Pero no solo es efectista. Es efectivo, porque pone su talento a disposición del equipo. En Coquimbo todos lo disfrutan y sus oponentes se exigen en tratar de anularlo. Tiene una gambeta endemoniada y además un pase filtrado delicioso.

Es un jugador distinto. Y más allá de sus piruetas y maromas, Cabral logra ser el soporte futbolístico de los piratas. La pelota siempre pasa por él, intentando generar peligro y dejar en posición de gol a sus compañeros. Hace mucho rato que en el torneo chileno no veíamos a un futbolista de esa dimensión. El último fue Jorge Valdivia, otro prodigio con el balón y mirada de juego siempre destacada.

Y, claro, uno piensa ¿por qué no tenerlo como alternativa para la selección? No tenemos un jugador así en el equipo y claramente sería una alternativa más que valiosa para el proceso Gareca. Sin embargo, y más allá de lo que vivió el jugador con sus temas judiciales, por los cuales ya pagó ante la justicia, es un deportista que podría ser un arma valiosa a la hora de encarar la recta definitiva de las clasificatorias.

Cabral tiene todo eso propio del fútbol del barrio, su melena al viento, estilo ochentero, de aquellos jugadores distintos, los que se ganaban usar la camiseta 10. Hoy en día cualquiera la usa. Ponerse la 10 hace algunas décadas era sinónimo de elegancia, calidad y prestancia. Los buenos la usaban. Estaba destinada para los elegidos.

Por eso Cabral es el último de los mohicanos, quien sí puede tener el 10 en la espalda con absoluta seguridad y calidad.

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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