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Viejos y ancianos: la minoría silenciosa

Gabriel Angulo Cáceres
Por : Gabriel Angulo Cáceres Periodista El Mostrador
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Tal vez el área en que más se discrimina es en el acceso al crédito. Si bien la banca privada permite con ciertas restricciones mantener cuentas corrientes y tarjetas de crédito a los que llegan a la vejez y si son buenos clientes, a los créditos nuevos les recargan un seguro de desgravamen…


Por Ernesto Benado*

Tenemos una gran minoría  discriminada y silenciosa  que hasta ahora ni siquiera tiene la capacidad y fuerza para organizarse: son los viejos, los mayores de 60 años, que en Chile, según como se  midan, llegan al 20 o 25% de la población.

El rechazo a eliminar el 7%  de descuento de las pensiones que afecta a todos los jubilados, puso de relieve la indiferencia de las autoridades hacia el grupo etario de los mayores.

Los sistemas de pensión chilenos entregan sumas insuficientes para cubrir los gastos de las familias de los pensionados. A esto se agrega la dificultad en Chile de obtener trabajo pasados los 50 años. En muchos países se compensa esta deficiencia dándoles  acceso a servicios totalmente gratuitos o muy rebajados.

Eso ocurre en el transporte público, en los buses y ferrocarriles de mediana y larga distancia, en las entradas a los espectáculos y eventos deportivos y también en el acceso a medicamentos. En Chile ha sido imposible lograr un trato preferente en el Transantiago (buses) y sólo se mantiene el pasaje reducido en el Metro en las horas «No Punta».

Tal vez el área en que más se discrimina es en el acceso al crédito. Si bien la banca privada  permite con ciertas restricciones mantener cuentas corrientes y tarjetas de crédito a los que llegan a la vejez y si son buenos clientes, a los créditos nuevos les recargan un seguro de desgravamen individual, que casi duplica el cobro de los intereses. Esto es particularmente injusto, pues los seguros de desgravamen se negocian por la banca como pólizas  colectivas y el conceder crédito a más personas mayores, sólo implica un aumento marginal en la edad promedio del  universo de asegurados.

El BancoEstado es el más  arbitrario  en esta materia. No abre nuevas cuentas corrientes  a los mayores de 72 años y no emite tarjetas de crédito a los viejos. Con eso se margina de los créditos hipotecarios a los mayores de 65 años, pues como el plazo mínimo de una hipoteca es de sólo 7 años, ya quedan descalificados para la compra de vivienda a esa edad.

En los países europeos se da gran importancia a la ayuda que se presta a los  mayores con problemas de dependencia, es decir a quienes tienen limitaciones físicas para  desempeñarse en la vida cotidiana y que desean seguir viviendo en la vivienda familiar. En Chile no se conoce  ninguna iniciativa en ese sentido y sólo es cubierta muy parcialmente por quienes  son aceptados en hogares para ancianos, sean éstos del Estado o privados.

A raíz del llamado de la Iglesia Católica a favor de un salario ético familiar, es decir el que permite la subsistencia  y salir de la extrema pobreza al grupo familiar, cabe señalar que en Chile no existe el llamado «beneficio complementario» que suma a la pensión mínima estatal el derecho a obtener una vivienda apropiada al grupo familiar, servicios de salud y de educación, incluso para los adultos mayores. A esa complementariedad se agrega el derecho a recibir apoyo si se tiene dependencia física o mental.

En Chile hay un Servicio Nacional del Adulto Mayor, SENAMA pero no se conocen iniciativas de este organismo para remediar las discriminaciones expuestas. Las últimas declaraciones de su Directora se orientan a condenar la violencia intrafamiliar contra los adultos mayores, sin relacionar esa violencia con  la carga económica que los viejos representan para  el grupo familiar, agravado por el abandono social en que se encuentran.

Lo que debiera ser el principal objetivo del SENAMA no se ha siquiera estudiado: como mantener a los adultos mayores vinculados a la actividad económica de tal forma que ellos mismos puedan financiar lo que requieran como aporte de la sociedad. Por ejemplo ¿qué parte de los adultos mayores puede cuidar de los  más viejos con dependencia física, o cumplir tareas voluntarias de importancia social?

Hasta ahora no se conoce ningún programa de los candidatos presidenciales que contemple el fin de la discriminación contra los adultos mayores .En Chile  los viejos están olvidados hasta de los candidatos y por eso lo que predomina entre ellos es la resignación y la desesperanza.

 

*Ernesto Benado es director de Conadecus, asociación de consumidores.

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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