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La nueva «Ley Mordaza» de Chávez

Gabriel Angulo Cáceres
Por : Gabriel Angulo Cáceres Periodista El Mostrador
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El atentado a la libertad de prensa en Venezuela que se avecina con esa ley mordaza ,no veo cómo la izquierda más dogmática de América Latina, Europa o EE.UU., puede justificarla si no justificó nunca la represión en países como Chile.


*Por Javier Campos

Mientras viajo por América Central, leo los diarios, escucho radio, veo televisión. La noticia destacada que causa estupor es la venidera «Ley Mordaza» que Chávez ordenó redactar. Y como tiene mayoría en «su» Asamblea Nacional, sin duda se aprobará pero quedará como una de las leyes más represivas contra la libertad de prensa en América Latina junto a la Ley 88 de Cuba, también llamada Ley Mordaza. Venezuela será entonces junto a Cuba los dos únicos países que penalizan rigurosamente la libertad de expresión y de prensa en nuestro continente que a su vez viola La Carta Democrática Interamericana de la OEA: «Son componentes fundamentales del ejercicio de la democracia la transparencia de las actividades gubernamentales, la probidad, la responsabilidad de los gobiernos en la gestión pública, el respeto por los derechos sociales y la libertad de expresión y de prensa».

He aquí la síntesis de aquella ley de Chávez que quebranta aquel artículo:  «Durante un programa de radio, la fiscal general de Venezuela se juró a sí misma y a la audiencia el pasado 3 de julio de 2009, que redactaría un proyecto de Ley Especial de Delitos Mediáticos. Y cumplió su palabra: Luisa Ortega Díaz presentó el jueves 30 de julio al Parlamento venezolano un instrumento legal que permitirá al Gobierno de Hugo Chávez sancionar, con penas de entre seis meses y cuatro años de cárcel, a todo el que a través de los medios de comunicación divulgue informaciones que puedan atentar contra «la estabilidad de las instituciones del Estado», «la paz social, la seguridad e independencia de la nación», la «salud mental o moral pública» y el «orden público», o que «generen sensación de impunidad o de inseguridad» entre la población.»

Bajo esta ley nadie se escapará de ser sancionado, ni periodistas, locutores, columnistas, conferencistas, artistas ni «cualquier otra persona que se exprese a través de cualquier medio de comunicación impreso, televisivo o de cualquier otra naturaleza». Eso lo dice el artículo 7 de dicha norma, que igualmente  afectará a los propietarios y directivos de medios de comunicación venezolanos. Pero el artículo 5 es mucho más severo pues castigará implacablemente al que divulgue por cualquier medio escrito o hablado «noticias falsas que ocasionen una gran alteración de la tranquilidad pública o que hubieren producido un prejuicio a los intereses del Estado». Cualquier medio que rompa esa ley, la justicia venezolana le aplicará penas entre dos y cuatro años de prisión. De igual manera se penalizará a los que, textualmente dice el proyecto de Chávez, «manipulen o tergiversen una noticia generando una falsa percepción de los hechos o creando una matriz de opinión en la sociedad».

Si esa ley mordaza no es parecida a regímenes dictatoriales ya sea comunistas como en la ex URSS o el Este de aquel entonces (véase el film La Vida de los Otros), o dictaduras militares como la de Pinochet o Videla, o fascista en tiempos del ministro de propaganda de Hitler, Joseph Goebbels, entonces Chávez está pensando que ha inventado un nuevo recurso inédito para «su democracia socialista del siglo XXI».  Y aquí ejemplos ocurridos este sábado 1 de agosto: treinta y dos radios y dos televisoras regionales de Venezuela terminaron sus transmisiones luego de que la Comisión Nacional de Telecomunicaciones (Conatel) anuló sus licencias alegando motivos administrativos. De este primer grupo, al que podrían seguir otras 200 emisoras, la más importante es el circuito CNB, con cinco radios en Caracas y las ciudades de Valencia, Maracaibo, San Cristóbal y Coro. CNB, una radio con programación informativa y de opinión crítica al gobierno de Chávez, comenzó a emitir vía internet, mientras periodistas, dirigentes políticos de oposición y ciudadanos independientes se reunían a las puertas de la estación en Caracas.

El atentado a la libertad de prensa en Venezuela que se avecina con esa ley mordaza ,no veo cómo la izquierda más dogmática de América Latina, Europa o EE.UU., puede justificarla si no justificó nunca la represión en países como Chile, Argentina, para poner dos ejemplos de cuando tuvimos dictaduras militares. Lo que está haciendo Chávez va mucho más allá de controlar los medios masivos, quiere cortar de un tajo el derecho a opinar distinto, sea por los medios que sea. Incluido los artistas. Un poema o una novela, por ejemplo, que sea crítica al sistema chavista, será no sólo prohibido sino el autor irá derecho a la cárcel. 

Con esta Ley de Chávez se vuelve a los tiempos estalinistas más feroces. Ni el pensamiento artístico se escapará en Venezuela de ser perseguido. Vendrá en Venezuela la época de lo que una vez en 1946 escribió George Orwell en su Rebelión en la Granja.

Esta misma columna no sólo sería prohibida si fuera publicada  en Venezuela bajo la Ley Especial de Delitos Mediáticos aprobada , sino que su autor y el editor mismo del periódico irían a la cárcel entre dos y cuatro años como queda estipulado en el artículo 5 del proyecto de Chávez de su Ley Especial de Delitos Mediáticos.  Entonces nosotros, columnistas o artistas, no podemos quedar de brazos cruzados y bocas cerradas sin denunciar este ataque a periodistas, columnistas, escritores y artistas venezolanos. Por lo menos es mi responsabilidad de no quedarme en silencio y solidarizar con ellos como en un tiempo atrás muchos artistas y periodistas venezolanos solidarizaron con los periodistas y escritores chilenos  perseguidos por la dictadura de Pinochet o de Videla y de otras dictaduras en el continente.

Pero aparte de lo anterior lo que se hace más orwelliano será cómo determinar qué es lo falso y qué es lo verdadero. El proyecto de Ley de Chávez no indica qué organismo será el responsable de determinar lo cierto y lo falso, o el grado de manipulación, tergiversación de una noticia o columnas de opinión. Para los directores de medios venezolanos este nuevo proyecto de Ley impone dos nuevos delitos. Primero, los que se nieguen a revelar la identidad del autor de una emisión radial o artículos publicado cuando se use seudónimo o se ampare en el anonimato, esos podrán ser castigados de seis a tres años de cárcel según el artículo 7 mencionado más arriba. Segundo, los que omitan de manera voluntaria o injustificada su identidad también podrán ir a la cárcel por dos a cuatro años según artículo 10 de ese proyecto.

No hay claridad para los periodistas venezolanos qué es lo que significa en la Lay mordaza de Chávez en cuanto al  «delito mediático». Los periodistas y todos los que trabajan con la palabra escrita en los medios radiales y televisivos se preguntan que no hay ninguna especificación en esa ley sobre lo siguiente: «¿Qué entiende la Fiscalía por delito mediático?», se preguntó el Colegio Nacional de Periodistas a través de un comunicado difundido el jueves 30 de julio. «¿El uso deliberado de un adjetivo? ¿La parodia política de un humorista? ¿La publicación de una denuncia que afecte intereses sacrosantos? ¿La cifra sobre los índices de criminalidad? ¿Las críticas ante los excesos de un poderoso?».

No hace una semana atrás Chávez «ordenó» (distinto a «sugerir») a la Asamblea Nacional que antes de diciembre, y antes de 2010 deben aprobar un grupo de leyes «revolucionarias» y demoler las leyes «contrarrevolucionarias» que impiden que el socialismo del siglo XXI avance. Chávez pidió a viva voz «¡Leyes revolucionarias inexorables para terminar de demoler las viejas estructuras del Estado burgués y crear las nuevas estructuras del Estado del proletariado bolivariano!». La Ley Especial de Delitos Mediáticos, o su «Ley Mordaza»,  es una de ellas y tan represiva como  La Ley 88 en Cuba.

*Javier Campos es poeta y columnista.

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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