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La torta se la quieren comer solos

Danae Mlynarz
Por : Danae Mlynarz Cientista Política y Trabajadora Social. Directora Rimisp – Centro Latinoamericano para el Desarrollo Rural Miembro de la Red por la Participación
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El Presidente del partido dijo: “quiero pedir un aplauso a la única alcaldesa electa que hoy tiene nuestro partido” tras los resultados de la última elección municipal del año pasado. La aludida respondió: “vergüenza; vergüenza debería darles, compañeros, que yo sea la única”.

Ya estamos en marzo. Conmemoraremos un nuevo día de la mujer. Es cuando quedan en evidencia todas las luchas que hemos dado históricamente las mujeres para ir alcanzando nuevos derechos, pero también permite hacer el balance sobre todas nuestras deudas y pendientes. Uno de estos pendientes tiene que ver con la escasa representación femenina en puestos de representación popular y de poder. Porque a pesar de haber tenido una presidenta mujer y hoy volver a desearla, esto no ha permitido que más mujeres lleguen a estos espacios.

Muchos partidos políticos, frente a reivindicaciones de las mujeres militantes han establecido cuotas para mujeres candidatas o representación femenina en instancias partidarias, pero escasamente han cumplido con lo fijado, siempre hay una justificación para no hacerlo. Por ejemplo, he escuchado que “frente al mecanismo de primarias no se puede usar la cuota mínima de candidatas”, o bien, que “la mesa directiva no es un órgano colegiado, entonces no corre la paridad”. Sin embargo, a la hora de buscar una candidata competitiva no dudan en esperar a una mujer como candidata a Presidenta, para después terminar comiéndose solos la torta, nuevamente.

No han aprendido que la paridad es una acción afirmativa que significa contar con un 50% de mujeres y 50% de hombres en los cargos de elección popular y en aquellos de toma de decisiones en el Estado. Que su implementación es una ruptura con la ciudadanía abstracta. Hoy sabemos que al hablar de ciudadanos y ciudadanas nos remontamos en forma primaria a la lucha por los derechos civiles y políticos, y que el derecho a voto de las mujeres fue alcanzado tardíamente, si lo comparamos con el de los hombres. Pero aquí la idea es hacer referencia a la ciudadanía en forma amplia, a la ciudadanía activa, cómo el derecho a tener derechos, a decidir sobre el quehacer público, a fiscalizar y ejercer un control ciudadano frente a nuestras autoridades y también a tener el derecho de elegir pero también de ser elegidas. Y hoy las mujeres no contamos con esa garantía democrática. No somos las únicas, existen otros grupos excluidos. El tema es que nosotras somos la mitad de la población, la mitad de las electoras.

La dualidad del género humano es el cuestionamiento de la neutralidad del poder político, ya que es una neutralidad falsa, porque está garantizada por el monopolio masculino. La paridad no es un tema que debería interesarle solo a las mujeres, sino que a la sociedad toda para estar justamente representada y avanzar en democracia.

Por ello parece necesario avanzar en:

-Cambio a la constitución política, para incorporar los principios de igualdad de género, democracia paritaria y no violencia contra las mujeres.

– Modificación del sistema electoral binominal e incorporación de un mecanismo de acción positiva que permita la representación equilibrada entre hombres y mujeres.

– Modificación a las leyes electorales, de modo que incorporen medidas de acción afirmativa tendientes a igualar la situación entre hombres y mujeres en la vida pública-política.

– Incorporar la representación equilibrada en el proyecto de ley sobre primarias, junto con iniciativas que apoyen el financiamiento de las candidaturas de mujeres y asegurar el transporte gratuito en los días de elección.

– Avanzar en la presentación de una ley de igualdad que promueva y exija la participación equilibrada de hombres y mujeres, tanto en las empresas públicas como privadas, así como para cargos de representación y designación de los tres poderes del Estado.

La presencia de las mujeres en la política es un problema ético: en el ámbito político se decide sobre el bien común; es ahí donde se dictan las normas, las leyes y se diseñan las políticas públicas. Si no hay mujeres, este bien común se hace desde una sola mirada, trunca o tuerta, porque no contempla la vida femenina.

(*) Texto publicado en El Quinto Poder.cl

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