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Tributar y marchar

Esteban Valenzuela Van Treek
Por : Esteban Valenzuela Van Treek Ministro de Agricultura.
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La Presidenta y el programa tienen una mayoría sociocultural y política que incluye desde la izquierda en su pluralidad a los valiosos segmentos aperturistas de la derecha liberal. El consenso por los cambios será más fuerte que los extremistas de centro y los lobbistas de los grupos fácticos que siguen jugando al miedo, apelando al orden de la inequidad y el chorreo.


Es el mejor momento de Chile en 40 años para avanzar en justicia, nunca había habido tanto consenso y apertura: pasar del 20% de carga tributaria a un 25%, y así superar el liberalismo compasivo (o corregido, al decir de M. A. Garretón) eficiente para dar soluciones a la extrema pobreza, pero incapaz de generar equidad y una sociedad con la cohesión para la felicidad (ese estado tan distinto al desasosiego de la inseguridad y la soledad). La historia demuestra que el desarrollo sólo es viable con modelos auténticamente socialdemócratas y socialcristianos, así como en comunidades latinoamericanos nutridas por los pueblos originarios y el aporte de los movimientos sociales que ensanchan las redes solidarias. La caridad subsidaria se vuelve complementaria a la fuerza ineludible de la solidaridad estructural.

No tributar es hacer retórica del mal, como decir que se acaba la inversión, que subirán las casas para los pobres, que se pretende atacar el pluralismo educativo. Si los fácticos pretenden detener este hito clave hacia la equidad, hay que hacer la marcha del millón de personas, evocando a Luther King y a Gandhi, a Clotario Blest y a Manuel Bustos, a Recabarren y las mancomunales, a Frei con la Patria Joven, a Allende del 4 de septiembre de 1970 y al No del 5 de octubre de 1988, a los pingüinos y al movimiento estudiantil, junto a Magallanes, Calama, Tirúa y Aysén.

Ideas, calle y voto, son la tríada de los movimientos transformadores desde el inicio de la historia moderna, aquella donde la verdad se nutre de la expansión del espacio público, donde la clase política se mimetiza con la sociedad, donde el pacto social profundo diluye la desconfianza que corroe.

[cita]La Presidenta y el programa tienen una mayoría sociocultural y política que incluye desde la izquierda en su pluralidad a los valiosos segmentos aperturistas de la derecha liberal. El consenso por los cambios será más fuerte que los extremistas de centro y los lobbistas de los grupos fácticos que siguen jugando al miedo, apelando al orden de la inequidad y el chorreo.[/cita]

La Presidenta y el programa tienen una mayoría sociocultural y política que incluye desde la izquierda en su pluralidad a los valiosos segmentos aperturistas de la derecha liberal. El consenso por los cambios será más fuerte que los extremistas de centro y los lobbistas de los grupos fácticos que siguen jugando al miedo, apelando al orden de la inequidad y el chorreo.

La OCDE (la nueva sigla mágica de los países desarrollados) tiene guarismos de acero: se recauda el 38 del PIB y el 50% del gasto fiscal es autónomo de municipios y regiones. En Chile se tributa solamente la mitad (19%) y el centralismo se lleva el 85% de la torta con su manto de líneas de metro con museos subterráneos, mientras Chile se ahoga en las ciudades mineras y se desangra en el sur en el laberinto de la exclusión.

La larga marcha por la reforma tributaria tiene dos momentos: el actual para la educación y uno próximo para la descentralización. Ambas apuntan a destruir el motor de la injusticia en Chile: el clasismo segregador de la educación y el centralismo que oprime haciendo vasallos a los territorios de neofuncionarios y parlamentarios como reyes feudales. Tras esta reforma, seguiremos ideando/marchando/tributando para la equidad de los pueblos y regiones. Toda descentralización democrática y sostenible se basa en la devolución de poder político y económico sin miedo a las diversas formas de la autonomía, pero a su vez de un mayor esfuerzo colectivo y de una justa tributación de las grandes mineras, generadoras eléctricas, forestales, pesqueras y puertos en favor de municipios y regiones.

El país cruje para bien, se reconstituye y se hace más fraterno y amable en una conflictividad que tendrá «compromiso histórico». De Arica y Magallanes ya salieron caminando y llegan pronto los jugadores del otro aliento del marchar, idear y tributar, los verbos de la solidaridad estructural.

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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