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La peligrosa adicción al capitalismo desenfrenado


“Hemos creado nuevos ídolos. La antigua veneración del becerro de oro ha tomado una nueva y desalmada forma en el culto al dinero y la dictadura de la economía, que no tiene rostro y carece de una verdadera meta humana”. Así se ha expresado el Papa Francisco para definir lo que él llama capitalismo desenfrenado. Al tiempo que señala “digámoslo sin miedo, queremos un cambio, un cambio real, un cambio de estructuras”. Ya que según él, debe ser la gente y no la ganancia el foco de la economía global “cuando gobierna la ambición desenfrenada del dinero, el servicio para el bien común queda relegado. El dinero tiene que servir y no gobernar”, afirma.

De otra forma han advertido algunos economistas, sociólogos, filósofos, historiadores y hasta científicos el gran daño que provoca a nuestra sociedad el modelo neoliberal al extremo que se ha llevado en Chile. A pesar de todo, la élite económica y política lo defiende a ultranza, aunque sea tan evidente la gigantesca desigualdad que produce y reproduce el sistema, dejándonos dentro de los 15 países con peor distribución del ingreso del mundo. Más grave aún, algunos economistas afirman que somos la nación más desigual del planeta.

No más del 1% de los grupos económicos concentran toda la riqueza del país .Y son los mismos que, por la libertad absoluta del mercado y falta de regulación por parte del Estado, se coluden en forma descarada, robando a todos los chilenos, quienes quedan sin defensa alguna frente a este flagelo.

Los poderosos, con tal de obtener mayores utilidades de las que gozan, no les interesa ni les importa las fatales consecuencias que sufren en especial la clase media empobrecida y los más pobres del país. Este verdadero enamoramiento del capitalismo desenfrenado con sus infinitas ganancias, no les deja espacio para la duda: es el sistema perfecto. Sin pensarlo renuncian a la ética. Los domina la codicia y la ambición, madres de las malas prácticas económicas que son pan de cada día.

[cita tipo=»destaque»]Así las cosas, sin regulación del Estado y sin una reforma que permita superar esta gran injusticia estructural, se mantendrá la cultura del abuso que promueven los grandes capitalistas .Y seguirán “in crescendo” las fatales consecuencias para la sociedad en su conjunto, pero fundamentalmente para los mismos de siempre: los más débiles y vulnerables.[/cita]

Paradojalmente, la mayoría de esa élite económica y política neoliberal, son conservadores ortodoxos de la religión católica y son ellos mismos los que más critican los dichos del Papa tildándolo de “marxista” o “comunista”. Son los acumuladores de riqueza, los poderes fácticos, que se incomodan y perturban cuando les dicen las cosas por su nombre. No permiten el cambio de estructuras del modelo que los ha empoderado por sobre los límites humanamente imaginables y les acomoda el poder omnímodo que tienen sobre los pobres, a quienes dominan a su arbitrio.

Por eso, a todas luces, cuando “olfatean” algún tipo de reforma estructural, ya sea el aumento de sus impuestos, una sindicalización que realmente empodere a los trabajadores, la educación como un derecho, una nueva constitución etc entran en pánico y saben perfectamente cómo contagiarlo. La fórmula es siempre la misma. Amenazan al gobierno de turno con una gran alza del desempleo, huida de los inversionistas, una disminución catastrófica del crecimiento económico. Provocan un caos artificial que, sembrando el terror, termina convenciendo a las autoridades. El objetivo es conservar el “status quo”. Preocuparse sólo del mercado y el lucro. No importa el ser humano, solo los intereses económicos.

Con este sistema neoliberal o capitalismo desenfrenado aumenta día a día el materialismo, consumismo y cosismo de nuestros compatriotas, lo que se ha transformado en una patología social.

Lo anterior, se potencia en fechas tan próximas como Navidad, instaurando un bombardeo publicitario, utilizando a los niños maquiavélicamente, cuyo mensaje es comprar, comprar, comprar, para “estar felices”. Utilizando como excusa este nuevo aniversario del nacimiento de Jesús. La publicidad produce amnesia en el imaginario colectivo, al olvidarse de que él nació en la máxima austeridad y siempre estuvo al lado de los pobres.

Tal como enfatiza el Papa Francisco con este modelo económico, se produce un desalmado culto al dinero provocado por una ambición sin límites que deja a la ganancia por sobre el ser humano. Por eso urge, tal como lo señala el Pontífice “un cambio real, un cambio de estructuras”.

Así las cosas, sin regulación del Estado y sin una reforma que permita superar esta gran injusticia estructural, se mantendrá la cultura del abuso que promueven los grandes capitalistas .Y seguirán “in crescendo” las fatales consecuencias para la sociedad en su conjunto, pero fundamentalmente para los mismos de siempre: los más débiles y vulnerables.

Esta verdadera droga, la adicción al neoliberalismo o capitalismo desenfrenado, que ha permeado a toda la sociedad, (incluyendo a políticos de gobierno), sin rehabilitación, es muy peligrosa. ¿Es acaso extraño de que hoy jóvenes de 12, 13, 14, 15 años estén delinquiendo cada día más y con inusitada violencia?

La gran brecha entre los que concentran toda la riqueza y los más pobres junto al mercantilismo e individualismo en que están atrapados transversalmente todos los chilenos, continuará potenciando la delincuencia. en especial de jóvenes que no tienen oportunidades de ninguna índole. Inducidos por la creencia de que la felicidad está en obtener bienes materiales.

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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