Publicidad

Humberto Palamara: «En Chile se me hizo aparecer como un traidor»

El ex oficial de la Armada es autor del libro »Ética y Servicios de Inteligencia», requisado en 1993 porque los tribunales navales estimaron que contenía información clasificada. Esto le significó ser condenado por desacato e incumplimiento de deberes militares, pero ahora espera que los tribunales internacionales le den la razón.


Este año, probablemente en septiembre próximo, la Corte Interamericana de Derechos Humanos (CIDH) debería emitir un fallo sobre la demanda presentada por un ex oficial de la Armada contra el Estado chileno en 1996 por violación a la libertad de expresión, a raíz de la incautación de su libro "Ética y Servicios de Inteligencia".



Hace doce años el ex marino Humberto Palamara, siendo empleado civil de la institución, publicó el texto en el que criticaba las violaciones a los derechos humanos cometidas durante el régimen militar y fijaba pautas para que los servicios de inteligencia los respetaran.



Sin embargo, el mando y los tribunales navales de la época estimaron que el texto estaba basado en antecedentes a los que accedió en su calidad de marino, por lo que se resolvió su confiscación, como una medida para proteger la confidencialidad de la información clasificada.



Además, el fiscal de la época le prohibió hacer declaraciones públicas, pero Palamara rompió su silencio y ello le valió que el tribunal naval lo procesara y condenara por desacato e incumplimiento de deberes militares. Por esta razón, también alegó ante la CIDH violación al derecho a un debido proceso.



Ad portas de que la CIDH se pronuncie sobre su caso, el otrora marino dijo esperar que en caso que se le encuentre la razón, los tribunales "limpien mis antecedentes penales y que me devuelvan todos los ejemplares de mis libros que me fueron arrebatados por el fiscal naval desde mi casa".



Hoy, el ex naval está dedicado a la explotación forestal, actividad que realiza como profesional independiente en el Fundo San Carlos, de propiedad familiar, en Villa Alemana. Como ex oficial de la Armada no recibe jubilación porque fue exonerado cuando tenía 18 años y cinco meses en la institución, "por una razón que no se condice con la verdad".



-¿Cómo es eso?
-En la oportunidad se argumentó falsamente que el cargo que yo desempeñaba ya no era necesario, pese a que recién había sido creado, y en circunstancias que es de público conocimiento que se me exoneró porque había dejado de ser funcional al alto mando naval, en esa época representado por Jorge Martínez, actualmente senador designado.



«Se estimó que la crítica que yo realizaba en mi libro ‘Ética y Servicios de Inteligencia’ a las violaciones a los derechos humanos podría revelar algunas operaciones navales represivas y la política de ocultamiento de esa operaciones, y en definitiva la censura naval estimó, aunque parezca increíble, que yo había dejado de ser funcional a la Armada porque me había infiltrado ideológicamente el humanismo cristiano».



– ¿Cuál fue la verdadera razón por la que considera fue perseguido?
– Los militares, aunque sean no deliberantes, como hombres, como personas interpretan la política, y el alto mando de la época temió un cuestionamiento a su política de usar la Armada para brindar apoyo al pasado gobierno militar, para proteger a los violadores a los derechos humanos y a Pinochet en particular. De hecho, Manuel Contreras se fue a refugiar en la Armada para no cumplir un fallo judicial.



-Entonces, su delito habría sido defender los derechos humanos de los opositores al régimen militar.
– Si eso se llama delito….así fue visto a lo menos por las personas que censuraron mi libro. Lo cierto e indesmentible es que la Armada formó parte principal de una estructura que violó sistemáticamente los derechos humanos, y que las personas a las cuales se les violaron sus derechos no eran enemigos, sino chilenos a los cuales las Fuerzas Armadas juraron defender.



"Imposible encontrar justicia"



-Usted acudió a la Corte Interamericana de Derechos Humanos en 1996, y ahora estaría a punto de fallar a su favor. ¿Ello qué significa en términos prácticos?
– No sé si realmente el fallo será a mi favor. Espero que así lo sea, porque fue imposible encontrar justicia en los tribunales militares, porque el personal que allí labora es por esencia parcial, porque debe responder de sus actuaciones frente a su superior militar. Tanto es así que los jueces navales y militares no son ni siquiera abogados, con lo que se asegura mejor la obediencia de los miembros de la justicia militar.



-¿Qué pasa si el fallo le es favorable?
– Si el fallo de la Corte fuera a mi favor, cabe en primer lugar lamentar que la parte derrotada será el Estado de Chile, representado por su gobierno, y que éste, en su calidad de Poder Ejecutivo, debe dar cumplimiento a ese fallo o generar las condiciones que permitan cumplirlo. En este sentido, me interesa que me limpien mis antecedentes penales y que me devuelvan todos los ejemplares de mis libros que me fueron arrebatados por el fiscal naval desde mi casa.



-¿Deberán indemnizarlo?

-Ojalá. No sé. El Estado de Chile es a quien le corresponde indemnizar, supongo que con posterioridad sus representantes deben proteger los intereses fiscales, interponiendo las acciones pertinentes para que en definitiva se haga responsables a los auténticos culpables de las violaciones a los derechos humanos de que fui objeto. A nadie se le otorga un cargo para que pueda cometer ilícitos, de los cuales al final se hace responsable al Estado y cuyo costo lo pagan todos los chilenos.



-¿Cuánto dinero deberá pagarle el Estado por daños y perjuicios?
– Nuestra Constitución asegura a todas las personas el derecho a ser indemnizados si son condenadas por resoluciones judiciales erróneas o arbitrarias, precepto que incluye también a los tribunales militares. Cuánto será ese monto, no lo sé.



Ninguna reacción distinta en la Armada



– ¿Va a publicar el texto si se acoge la demanda? ¿Cómo cree que la Armada reaccionará después de tanto tiempo?
– Sí, esa precisamente es mi intención. Particularmente no cabe esperar de la Armada ninguna reacción distinta al cabal cumplimiento de los mandatos constitucionales y legales. Por otra parte, esa es la posición tradicional de la Armada que sólo se vio interrumpida durante el gobierno militar, cuando se hizo uso ilegítimo de la fuerza contra los propios chilenos y en algunas acciones posteriores a dicho gobierno, orientadas precisamente a ocultar esas acciones o a darles un significado o sentido diferente.



-¿Va a relanzar su libro o lo va a actualizar?
-Realmente no lo sé. En principio me gustaría relanzarlo tal como está y con los mismos ejemplares que actualmente están presos y que me fueron arrancados desde mi casa. Pero igual me gustaría releerlo cuando me lo devuelvan, porque probablemente algunas de las ideas que allí vertí han tenido una mayor maduración.



– ¿Tras 12 años de la incautación de su libro, la situación ha cambiado en Chile o seguimos igual?
– Sería absurdo no reconocer los cambios ocurridos. Ya son muy pocos los círculos cerrados donde aún se defienden las violaciones a los derechos humanos y también son muy pocos los que estarían dispuestos a cometerlas. Más aún cuando la experiencia demuestra que se responsabiliza sólo a los subalternos, y que aquellos que dieron las órdenes y los que sembraron la ideología de odio entre chilenos permanecen impunes gozando de los privilegios que les otorgan sus enclaves autoritarios.



-¿Qué piensa en estos momentos, a corto trecho de que los tribunales internacionales se pronuncien?
-Estoy realmente a la expectativa, porque no me consta que se me vaya a dar necesariamente la razón. Si estoy a la expectativa es porque desde que se siguió el proceso en mi contra nunca me había encontrado con un tribunal independiente. A mí, aquí en Chile, se me hizo aparecer como un traidor, que revelaba secretos militares cuyo conocimiento por parte del enemigo, entiéndase los países vecinos, nos ubicaba en una supuesta posición de desventaja. De allí lo perverso de la censura. Mientras se mantiene en vigor, también se mantienen las argumentaciones interesadas que la impulsaron.



«Se debe considerar las profundas raíces que tiene la Armada en la sociedad chilena y que la corporación censuradora es también garante de la institucionalidad. Yo ingresé a la Armada antes del gobierno militar y presté servicios en esa institución más de veinte años, razón por la cual guardo muy buenos recuerdos, y la posibilidad de que un fallo internacional lave mi imagen, sin lugar a dudas que representa para mí algo muy importante».



-¿Qué siente hacia las personas que ordenaron incautar su libro y lo detuvieron?
-Desgraciadamente, no puedo decir que está todo olvidado y que los perdono, porque no es así. El perdón y el olvido son consecuencia de un proceso donde se haga justicia, proceso que en este caso no sólo implica reivindicar mis derechos violentados y mi imagen pública, sino que también debe apuntar a castigar a quienes violaron mis derechos. Yo fui condenado por jueces directamente vinculados con las violaciones a los derechos humanos y no creo que haya sido algo accidental sino parte de una política represiva.



Contacto



mlopez@elmostrador.cl





_________________



ADEMÁS:



»El almirante Codina no habría actuado igual»


Publicidad

Tendencias