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Acuerdo educacional «no da para fiesta, da para un pequeño brindis no más»

Aunque valora el acuerdo alcanzado por el Gobierno y los partidos políticos, el ex presidente del Consejo Asesor de Educación estima que es primer paso, de los tres o cuatro necesarios. Calificó el texto con un »cinquito», pues considera que hubo temas fundamentales para lograr mayor justicia social y equidad que no fueron tocados.


Detrás del acuerdo educacional firmado el martes entre el Gobierno, la Concertación y la Alianza por Chile, tendiente a alinear a toda la clase política para reemplazar la actual ley Orgánica Constitucional de Enseñanza (LOCE), está el fuerte movimiento "pingüino", que en 2006 se lanzó a las calles a exigir cambios.



Luego de varias semanas de manifestaciones -que lograron despertar la "dormida" placidez en el tema educacional- el Gobierno creó el Consejo Asesor de Educación, compuesto por 81 miembros, que entre otros, abarcaba miradas de especialistas, académicos, estudiantes secundarios y universitarios, docentes, rectores de universidades, sostenedores municipales y privados.



Su misión era analizar y evaluar diferentes temáticas, como por ejemplo, la LOCE, la Jornada Escolar Completa (JEC), la municipalización y las prácticas pedagógicas. Así lo hicieron y luego de seis meses de intenso trabajo, acuerdos y desacuerdos, críticas, noches de insomnio e incluso la renuncia a la mesa de trabajo de los representantes "pingüinos", su presidente, Juan Eduardo García Huidobro, dio por terminada la labor y entregó un informe de casi 250 páginas a la Presidenta Michelle Bachelet.



A casi un año de este maratónico esfuerzo, el director del Departamento de Educación de la Universidad Alberto Hurtado evalúa los reales alcances de los acuerdos que el Gobierno y el mundo político en general ha celebrado con bombo y platillo, e incluso calificado de "histórico".



¿Qué le parece el acuerdo firmado por el Gobierno-Concertación-Alianza ?
– Es un acuerdo, pero no está a la altura de los desafíos enormes que Chile tiene delante en términos de lograr una mayor integración, mayor cohesión social, mayor igualdad. Es un avance como acto, en el sentido que tenemos que acostumbrarnos como país a ir avanzando en acuerdos sobre educación. O sea la educación, a diferencia de otras áreas de la vida nacional, solamente se puede hacer bien cuando hay acuerdo.



En segundo lugar es un acuerdo que de alguna manera deja atrás cosas, que permitirá una nueva Ley General de Educación, que va a consagrar en el marco jurídico un derecho a la calidad de la educación. Deja atrás la pretensión de la derecha de que solamente el mercado podía regular la educación y se acepta ahora con todas sus letras que hay un rol importante y fundamental del Estado para asegurar calidad y para supervisar desde la Superintendencia -que también crea la reforma- que el conjunto de liceos y escuelas cumplan con determinados estándares.



Pero estos acuerdos silencian importantes desacuerdos sobre algunos aspectos que son los más sensibles para la educación del país, porque son los más estratégicos en cuanto a la superación de la desigualdad y de la segregación, que son las dos grandes lacras, a mi juicio, de la educación chilena.



¿Y cuáles serían esos desacuerdos silenciados?
– Por ejemplo, no se dice una palabra sobre financiamiento compartido, que es indudablemente el mecanismo más severo de segregación y de selección que el sistema tiene. Mucho menos de la educación pagada, que ya es como el hito mayor de la segregación y que hace que nuestra elite se eduque absolutamente a las espaldas del resto de la sociedad. No se dice una palabra del mejoramiento de la educación pública, que es un sistema educativo que está mostrando en los últimos años una severa crisis y que requiere por tanto de una cirugía mayor.



Además, lo que se logra acordar desde el punto de vista de la selección es tímido, porque es solamente para seis años y no para el conjunto de la educación obligatoria y apunta a no discriminar sólo por rendimiento y por dinero, pero sí permite seleccionar por religión, valores y otro tipo de aspectos que contempla el proyecto educativo de los establecimientos, lo que me parece que de nuevo va a generar grados importantes de exclusión y segmentación.



¿Entonces considera que más que una reforma profunda se está realizando más bien un "maquillaje"?
-Los acuerdos que hay, son acuerdos para hacer un conjunto de cosas que es importante hacer. Desde ese punto de vista no es un maquillaje, sino que es un acuerdo que contempla acciones de verdad que van a mejorar el sistema. Lo que pasa es que el acuerdo toca solamente los ámbitos en los que, valga la redundancia, hubo acuerdo y no se logró el consenso en otro conjunto de cosas que son muy estratégicas. Lo que yo diría en vez de catalogar esto como maquillaje, es que es un acuerdo que va a permitir dar un paso, pero Chile necesita dar tres o cuatro pasos más, por lo tanto, tenemos que seguir dialogando, conversando, para hacer ver, ponernos de acuerdo en un tipo de educación que sea la que va a llevar a Chile a una sociedad más igualitaria y menos clasista que la que tenemos hoy día.



¿Y realmente cree que se pueda abrir la posibilidad de realizar cambios tan profundos en la democratización de la educación?
-No me cabe duda que estamos frente a un tema difícil, porque la democratización de la educación toca a la vena los grandes privilegios. Y cuando digo grandes privilegios no son los de las grandes personas, sino que los de cualquier persona. O sea, cuando tenemos como sociedad un hábito, una costumbre de reproducir lo que ganamos en nuestros hijos, entonces cualquiera que logra algún privilegio quiere asegurarlo en sus descendientes contra el resto.



Eso nos lleva a un sistema educativo en el cual hay un mínimo común para todo y de ahí para arriba cada uno se rasca con sus uñas y hay una mejor educación porque tiene un mejor bolsillo. Y eso destruye la sociedad. Con ese sistema, en el fondo, no vamos a tener nunca una sociedad legítima ni más igualitaria. Pero en educación es necesario el acuerdo, no se puede hacer una educación mejor que la que tenemos sin el acuerdo de los que se van a educar, de los profesores, del conjunto de las personas que mantienen y sostienen establecimientos, por lo tanto tenemos que seguir dialogando, no hay otro camino. A comienzos del siglo XX, para establecer la ley para instrucción obligatoria se discutió durante 20 años, o sea que estos temas siempre han sido en Chile temas complicados.



Â…
-No es que esté esperando seguir 20 años en esta discusión, pero sí creo que dado este paso, tenemos que abrir ahora al menos otros dos pasos importantes ahora ya, o sea el próximo año, que es el mejoramiento de la educación pública, llámese municipalización si se quiere y el financiamiento compartido. O sea cómo vivimos el financiamiento compartido y avanzamos hacia una educación más igualitaria.



Cuando los pingüinos estaban en el Consejo Asesor Presidencial, se retiraron porque consideraban que el acuerdo no los representaba a cabalidad ¿entonces qué queda para este caso?
-Este acuerdo los debe representar un poquito menos todavía. Creo que ellos estaban con posiciones bastante radicales.



Por eso depende para dónde miren, entonces van a tener que aplaudir una parte del acuerdo y no aplaudir la otra. De las cosas que ellos pedían, que eran fundamentalmente tres y estaban planteadas en las demandas iniciales, estaban la derogación de la LOCE, que se logró, la vuelta de los colegios al ministerio, que no se logró y reformas o readecuación de la JEC-Jornada Escolar Completa- y eso también se logró, ya que durante el año pasado y este, se tomaron un conjunto importante de medidas para mejorar sustancialmente su implementación. O sea que en general, no les ha ido mal a los pingüinos.



¿Considera que el trabajo que hicieron en el Consejo Asesor fue tomado en cuenta o fue guardado en el closet, como el Gobierno había anunciado que no sucedería?
-Tengo la impresión de que se tomó en cuenta y se tomó en cuenta muy seriamente. Y tengo la impresión también de que si uno mira lo acordado hoy, prácticamente todo estaba en el informe del consejo.



Desde ese punto de vista creo que claramente no estaríamos hablando de temas sin los pingüinos y sin la tematización que de eso hizo posteriormente el consejo. Yo creo que claramente esos dos son antecedentes importantes de lo que está pasando.
Ahora que en el consejo hubo opiniones diversas y que las opiniones que se están tomando no son todas y probablemente son las opiniones más de consenso, las menos arriesgadas, puede ser.



¿Si tuviera que ponerle nota del 1 al 7 al acuerdo en cuestión?
– Siete, de ninguna manera, o sea falta claramente una palabra fuerte sobre cómo avanzamos hacia un sistema más igualitario. Seis, de ninguna manera, falta el tema de la educación pública, y así podríamos seguir. Yo me quedaría por un cinquito. Es bueno que esto haya pasado, no es excelente, no es para salir a hacer una marcha. No da para fiesta, da para un pequeño brindisÂ…



En todo caso había bastante fiesta en La Moneda, de hecho Pedro Montt -asesor técnico del Mineduc en el acuerdo- incluso se emocionóÂ…
– Por supuesto y así se lo dije a él personalmente, hace pocos días. Pedro ha hecho un trabajo extraordinario, son muchos días, muchas noches, muchas incomprensiones. Realmente es para estar emocionado, yo creo que él logró algo que se veía difícil. El tema es que eso que logró, que es un enorme paso adelante, si uno lo mira en la dimensión de los pasos que tenemos que dar para tener la educación que Chile se merece, deja en evidencia que faltan varios pasos más. Pedro Montt y varios vamos a tener que seguir trabajando mucho para efectivamente lograr eso.

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