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Servicios de inteligencia franceses son cuestionados por su eficacia

Los analistas de temas de seguridad se preguntan desde el jueves si los servicios destinados a seguir a posibles sospechosos de ser terroristas perdieron las pistas sobre Mohamed Merah que pudieron haber evitado sus agresiones o, al menos, haber permitido detenerlo antes. A pesar que EE.UU. lo consideraba peligroso y lo puso en su lista de exclusión aérea, el sujeto fue capaz de hacer un viaje a Pakistán sin impedimentos.


Washington lo consideraba lo suficientemente peligroso como para ponerlo en su lista de exclusión aérea y la inteligencia nacional francesa estaba consciente de que era un riesgo.

Sin embargo, fue capaz de hacer un viaje a Pakistán sin impedimentos, a pesar de que había sido escoltado fuera de Afganistán ─donde estuvo preso─ en su primera visita a la región.

Por otra parte, se las arregló para tener un arsenal en Toulouse, que utilizó con efectos mortíferos.

Las preguntas sobre la vigilancia de Francia a Merah y sospechosos similares apuntan a la estructura misma del servicio de inteligencia nacional, la Dirección Central de Inteligencia Interior (DCRI).

Algunos se han preguntado si la comunidad de inteligencia, en su afán por adaptarse a la nueva amenaza de la militancia islamista en Europa después de ataques como el de Madrid en 2004 y Londres en 2005, no dejó de lado los métodos tradicionales de vigilancia policial.

«Los medios técnicos son muy avanzados, pero no sustituyen a los humanos», dijo a la BBC el veterano periodista francés Alain Hamon, que se especializa en el ámbito policial y el terrorismo.

«Es imposible decir»

El gobierno ha tratado de dar la impresión de que el manejo del caso Merah fue un éxito.

«Resolver de un caso criminal de esta envergadura en diez días, creo que prácticamente no tiene precedentes en la historia de nuestro país», dijo el primer ministro francés, Francois Fillon.

En largas entrevistas a los medios de comunicación franceses, el jefe de la DCRI, Bernard Squarcini, insistió en que su oficina hizo todo lo posible.

«¿Nos perdimos algo?» Se preguntó en una entrevista concedida al diario Le Monde.

«¿Fuimos lo suficientemente rápidos? Es que era imposible decir la noche del domingo [18 de marzo]: «Fue Merah, tenemos que atraparlo».

«Ni siquiera había planeado atacar a la escuela judía en la mañana del lunes», agregó.

En ese domingo por la noche, señaló Squarcini, el personal de inteligencia aún estaba analizando las direcciones IP que vinculaban al asesino a su primera víctima.

Sin embargo, algunos argumentan que Merah debería haberse convertido en el principal sospechoso inmediatamente después del segundo tiroteo, ocurrido el 15 de marzo.

Los dos ataques consecutivos con armas de fuego dirigidos a los soldados, con armas y modus operandi similares, en la misma parte de Francia, deberían haber dado la pista de que se trataba de un atacante islamista.

Después de todo, como señaló el experto francés en seguridad Francois Heisbourg en una entrevista al diario Liberation, unos presuntos militantes islamistas habían conspirado para atacar a los soldados en Francia al menos dos veces en los últimos años, en Chambery en 2009 y en Lorraine en 2007.

«Perfil de un yihadista»

Dos factores que hacían dudar de la teoría islamista era el hecho de que las víctimas de los primeros dos ataques de Merah eran del norte de África o de ascendencia caribeña, y que en el regimiento de uno de los soldados paracaidistas había habido un reciente escándalo neonazi.

«Nadie podía ver con claridad en ese momento», dijo el jefe de la DCRI.

No obstante, si la teoría islamista también estaba presente en una etapa temprana, tal como les dijeron fuentes policiales a los medios de comunicación franceses, ¿por qué no atraparon a Merah de inmediato?

La DCRI no interrogó a Merah sobre sus actividades en Afganistán en 2010, sino hasta casi un año después de su regreso a Francia.

De hecho, lo llamaron para una entrevista en octubre y Merah les dijo que no estaba en Francia, sino en Pakistán.

Cuando Merah regresó, en noviembre, declaró al servicio de inteligencia que había estado recorriendo la región y les mostró fotos de sus viajes.

«Tenía el perfil de un yihadista, pero no se interesaron más en él», señala Heisbourg.

El experto en seguridad señaló a Liberation que sólo unas pocas decenas de franceses habían «hecho el viaje a Afganistán», y que los que lo habían hecho desde el sudoeste de Francia se podían contar con los dedos.

Si a su largo registro de antecedentes penales en Francia se le suman los viajes sospechosos de Merah al extranjero, se concluye que el sospechoso debería haber sido objeto de una vigilancia constante, según Hamon.

El periodista, que ha entrevistado a agentes de policía de la DCRI y otros organismos para un libro de próxima aparición, dijo a la BBC que la DCRI fracasó en su deber «a todos los niveles».

Según él, deberían haberse puesto en alerta por:

Los antecedentes de Merah que lo muestran como un criminal violento y su reputación de tendencias extremistas en su propio barrio.

Los supuestos vínculos de su hermano con los yihadistas de Libia.

Sus visitas a Afganistán y Pakistán.

Hamon no culpa a oficiales individuales de la DCRI, pero apunta a las lagunas que hubo en la vigilancia y que se remontan a la creación del departamento en 2008, cuando se fusionaron la Dirección Central de Inteligencia General (RG) y la Dirección de Vigilancia Territorial (DST).

«La fusión planteó problemas de integración de algunos agentes de policía que aún se sienten perdidos», dijo.

La cultura de los informantes

Una parte esencial de la vigilancia tradicional es el reclutamiento de informantes, subraya Hamon.

El experto cita a Claude Bardon, el ex jefe de la RG, a quien se le reconoce el haber desarticulado al grupo militante Action Directe en la década de 1980, y habló el mismo día en que Merah fue muerto.

«Merah es la clase de persona que habría intentado reclutar», dijo Bardon.

«Tenía problemas con la ley, habría conseguido que hiciéramos borrón y cuenta nueva. Le gustaba salir con sus compañeros, pero estaba desempleado, se le habría dado dinero. Y si eso no hubiera funcionado, lo habríamos vigilado como halcones».

Bardon recuerda que reclutaba «a decenas de jóvenes en las urbanizaciones con más problemas».

«Hasta pagué la educación de algunos de ellos, incluidos los estudios en el extranjero, para que nos informaran», dice.

Aunque es demasiado pronto para afirmar si el caso Merah promoverá una revisión del trabajo de la inteligencia en Francia, los políticos ya han planteado preguntas.

François Hollande, el candidato de la oposición socialista en las próximas elecciones presidenciales francesas, insinuó que fue un «fracaso» en materia de vigilancia.

Aunque elogió a los agentes de policía, el ministro de Relaciones Exteriores del presidente Nicolas Sarkozy, Alain Juppé, sugirió que debía haber «un poco de claridad» sobre por qué no detuvo a Merah antes.

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