La crisis sanitaria que estamos atravesando plantea importantes desafíos para las familias. Ahora más que nunca, es necesario un acceso universal de apoyo para la crianza que garantice que padres, madres y cuidadores tengan la posibilidad de recibir ayuda, de manera oportuna y de calidad.
Pero ¿cómo entregamos ese apoyo con la inminente necesidad de aplanar la curva a través del llamado “distanciamiento social”? las charlas, talleres grupales, visitas domiciliarias o sesiones individuales presenciales ya no son posibles, lo que ha implicado un replanteamiento en la manera de implementar los programas de apoyo a la crianza.
Las y los cuidadores de niños, niñas y adolescentes enfrentan hoy un sinfín de flancos. Están aquellos que trabajan y cuidan, debiendo lidiar con las demandas del trabajo y de cuidado; están aquellos que perdieron sus trabajos, haciendo malabares para llevar el sustento a sus casas; hay quienes no han podido dejar de trabajar y por ende han dejado el cuidado de sus hijos e hijas de la mano de un vecino o un familiar.
Cualquiera sea el caso, lo cierto es que son tiempos difíciles donde inusuales niveles de estrés abundan en todos los hogares. Niños, niñas y adolescentes encerrados, que demandan respuestas a sus infinitas dudas, muchas para las cuales no tenemos respuesta. En estos escenarios es normal tener que hacer frente a más episodios de pataletas, a niños y niñas más irritables (y sus cuidadores ¡también!), a más peleas y discusiones en la familia por las labores del hogar. En este escenario el riesgo de vulneración de los derechos de niños, niñas y adolescentes está latente, pudiendo fácilmente pasar de gritos y peleas a episodios de violencia más grave.
Desde Triple P, en conjunto con los dos grandes pilotos que estamos ejecutando a lo largo de Chile desde el año pasado -uno con la Subsecretaría de la Niñez a través del Programa Chile Crece Contigo y el otro con la Subsecretaría de Prevención del Delito con el Sistema Lazos- hemos estado trabajando colaborativamente para encontrar los mejores mecanismos para ir en ayuda de las familias. Por ello, nos hemos puesto a disposición de los municipios que han estado implementando el programa, para conocer cada una de sus realidades y necesidades.
No podemos quedarnos indiferentes frente a esta realidad. Las familias necesitan apoyo, contención y estrategias cotidianas para comenzar a aplicarlas ya. Estrategias que les permitan, por ejemplo, manejar el estrés, planificar nuevamente su vida familia, prevenir y manejar las peleas y revisar sus expectativas. Para ello debemos encontrar la manera de responder a la contingencia, prestando apoyo de manera remota y masiva a través de las herramientas de uso diario: WhatsApp, llamada telefónica, videoconferencia o mensajes directos a través de las redes sociales, aplicaciones o programas en línea. Toda alternativa y colaboración es válida para no perder de vista lo esencial: el resguardo de los derechos de niños, niñas y adolescentes quienes hoy están en inminente riesgo.