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Deshidratadores solares, una técnica de origen ancestral que rescata más que historia Sustentabilidad

Deshidratadores solares, una técnica de origen ancestral que rescata más que historia

Iluminación, transporte, calefacción, sistemas de riego. Las bondades de la energía solar permitieron multiplicar sus usos en Chile y el mundo. Un joven chileno viajó a Francia y tras conocer la experiencia del país en lo que en Chile se transforma en basura, le propuso a su hermana una idea para no desperdiciar alimentos en un emprendimiento que nació gracias al sol.


Cerca de 20 millones de toneladas de residuos se generaron durante 2020 en Chile según el Sistema Nacional de Información Ambiental (Sinia). De ellos, la mayor parte termina en vertederos, incluyendo restos de alimentos orgánicos.

Raúl Loyola (32) es chileno y estuvo en Francia un tiempo. Allí le llamó la atención el abordaje de la sostenibilidad en lo cotidiano, donde apreció una enorme preocupación por no botar desechos orgánicos y las formas caseras de resolverlo, una de ellas la deshidratación solar.

Al volver a Chile, se quedó en casa de sus padres en un terreno grande donde se cultivan frutas y verduras y una parte importante de ellas termina en el suelo. Recordando las estructuras que vió en las casas europeas y aplicando sus conocimientos básicos en carpintería, sumó algunos libros y tutoriales y realizó su primera creación, que le regaló a sus padres.

Madera terciada, quincallería y vidrio más algunas herramientas básicas dieron origen a la primera deshidratadora y se convirtió en el puntapié de un proyecto familiar construido junto a su hermana, Claudia Loyola (40), una relacionadora pública que se encontraba sin trabajo para ese entonces.

Claudia y Raul Loyola

“En 2019, un mes antes del estallido más o menos yo quedé sin trabajo y él venía llegando de Francia, entonces se quedó en casa de nuestros papás y vio que funcionó súper bien la deshidratadora, entonces nos dimos cuenta que si funcionó para nosotros podía funcionar para muchas más personas”, contó Claudia.

Con algunos de sus ahorros, lectura de libros y participación en cursos y talleres fueron perfeccionando la técnica, aunque mantuvieron el uso de los mismos materiales salvo un material secreto, importante innovación que les permite captar de mejor manera la energía.

Actualmente cuentan con cinco modelos de deshidratadores solares que tienen entre una y ocho bandejas, lo cual permite contar con menor o mayor cantidad de espacio para la deshidratación de frutas, verduras, algas y otras especies.

Para Claudia existe bastante desconocimiento del tema, sobre todo de los lugares donde pueden funcionar los deshidratadores.

“Tenemos clientes de Arica hasta Chiloé, incluso en Isla Juan Fernández, muchos llegan con la duda si funciona en algunos territorios y sí funciona, pero va variando y de acuerdo a las condiciones climáticas toma más días el secado, pero seca igual”, aclaró.

Crearon un grupo de WhatsApp junto a los usuarios de los deshidratadores, donde intercambian experiencias e informaciones.

¿Cómo funciona? Junto a la venta del producto, Ketral del Valle realiza un taller virtual en vivo para aclarar los modos de uso, cuidados y mantenimiento. En él se explica cómo deshidratar de manera correcta según lo que se quiere secar.

Para este ejercicio conviene ponerlos a primera hora por la mañana, no directo al sol en el caso de hierbas y plantas “porque se queman” y tampoco llenar las bandejas, sostuvo. Además, el tiempo de secado demora entre dos y cinco días dependiendo del tipo de alimento y corte.

Como no se pueden poner directo al sol, las plantas y hierbas hay que curarlas para prevenir que se quemen, por eso crearon una funda que llaman “chalequito” y sirve para eso y para proteger el aparato.

“Con la deshidratación solar te conectas con el clima y la naturaleza. Cuando tú lograr conocer la dinámica climática del lugar donde vives logras captar qué días son buenos o no para el deshidratados”, reflexionó.

Asimismo, destacó que cada vez que participan en ferias y exposiciones, muchos curiosos se acercan a felicitarles por la iniciativa, donde destacan “lo novedoso” de las estructuras, pero el proyecto está lejos de eso.

“Está es una técnica tan vieja como la humanidad, nosotros la queremos reivindicar, pero se hace desde siempre”, aseguró.

Ketran en mapudungún significa cosecha y la cosecha “casi siempre se hace en los valles”, dijo. El nombre sencillo fue elegido para captar la esencia de un proyecto que rescata la técnica ancestral del deshidratado, que buscaba optimizar el uso de los alimentos para asegurar la persistencia.

La deshidratación solar permite disminuir el desperdicio alimentario para convertir en alimento en uno de larga duración, disponible incluso cuando están fuera de temporada. A su vez, aprovecha una energía limpia, gratuita y abierta, y al usar un deshidratador protege el alimento de la suciedad y agentes que lo puedan dañar.

En la página de Ketral del Valle comparten además recetas con alimentos deshidratados, en este caso de sal de flores.

“En temas de sustentabilidad en Chile estamos súper atrasados, en cambio allá es algo muy común”, aseveró Claudia en una entrevista virtual a la que no pudo asistir su hermano, el encargado de la fabricación.

“En Europa él vió que la gente busca secar su alimento, fabricar sus licores artesanales, lo hecho en casa tiene mucho valor y a partir de ese ejemplo nosotros quisimos incentivar la seguridad alimentaria”, cerró.

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