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Líderes mundiales aún no cumplen compromiso de crear escuelas y comunidades más inclusivas, dice ONG Inclusión

Líderes mundiales aún no cumplen compromiso de crear escuelas y comunidades más inclusivas, dice ONG

La educación inclusiva de las personas con discapacidad requiere más investigación y datos para aplicar políticas más eficaces. Según Olimpiadas Especiales, estado global de la inclusión en la educación pone de relieve las disparidades en todo el mundo.


Un llamado a los gobiernos y comunidades de todo el mundo para que se comprometan a adoptar medidas legislativas, políticas y de financiación audaces en apoyo de entornos de aprendizaje inclusivos para las y los estudiantes con discapacidad intelectual.

Eso fue lo que la organización Olimpiadas Especiales hizo esta semana al destacar los beneficios de sistemas educativos más inclusivos en la primera carta pública de la organización sobre el “Estado mundial de la Inclusión en la Educación”.

En el texto, Timothy Shriver, presidente de Olimpiadas Especiales Internacional, desafía a las y los responsables políticos a abordar las flagrantes disparidades que impiden el acceso equitativo a una educación de calidad para los estudiantes con discapacidad intelectual.

La carta plantea que la falta de datos impide la formulación de políticas eficaces y la investigación en apoyo de la educación inclusiva de la discapacidad.

En particular, la investigación citada concluye que Europa, Norteamérica y Oceanía cuentan con el mayor número de políticas de educación inclusiva para personas con discapacidad, con más del 50% de las políticas educativas que apoyan la inclusión en cada región.

Por otra parte, Asia Oriental y Sudoriental son las regiones que más tienen que avanzar en el establecimiento de sistemas educativos inclusivos, ya que sólo el 6% de los países de la región han adoptado leyes para promover la educación inclusiva.

Shriver afirma que “el estado mundial de la inclusión en la educación en 2023 era desigual. Algunos gobiernos hicieron modestos progresos en la promoción de prácticas más inclusivas en sus sistemas educativos. Pero muy pocos países contaban con leyes que obligaran a las escuelas a ser inclusivas, y aún menos países tenían políticas que tradujeran esos mandatos en prácticas sostenibles. Al final, las escuelas rara vez disponían de los recursos necesarios para implantar un modelo educativo verdaderamente inclusivo”. 

Por este motivo, Olimpiadas Especiales empezó a desarrollar programas que permitieran a las y los jóvenes liderar en la creación de equipos de Deportes Unificados de Olimpiadas Especiales y, al mismo tiempo, desafiar a sus escuelas a hacer de la inclusión parte de todo lo que hacen.

La primera oleada de 700 Escuelas Campeonas Unificadas se puso en marcha en todo Estados Unidos en 2008. Más de 15 años después, hay más de 30.000 Escuelas Campeonas Unificadas de Olimpiadas Especiales en 152 países que llegan a aproximadamente un millón de estudiantes.

En los próximos tres años, Olimpiadas Especiales tiene previsto ampliar el programa de Escuelas Unificadas para llegar a más de dos millones de estudiantes en 150.000 escuelas de 180 países. “Estamos preparados para apoyar a aún más países y comunidades en sus esfuerzos por hacer de las escuelas lugares más acogedores y alegres para los estudiantes de todas las habilidades”, sostuvo.

Retrasos en la educación

Un estudio reciente de la Organización de Cooperación y Desarrollo Económicos (OCDE) reveló que los estudiantes de todo el mundo han sufrido importantes pérdidas de aprendizaje por la pandemia, una crisis que ha golpeado con especial dureza a las y los estudiantes con discapacidad.

Según la Secretaría de la Alianza Mundial para la Educación, uno de los obstáculos más citados para la educación de las y los niños con discapacidad son las actitudes discriminatorias generalizadas hacia ellos y ellas.

Por eso se busca reducir estas barreras creando experiencias compartidas entre jóvenes de todas las capacidades, fomentando así cambios fundamentales en sus mentalidades.

La idea es poner en práctica la inclusión que celebra las diferencias y aprovecha las fortalezas individuales y colectivas para fomentar entornos de aprendizaje caracterizados por la aceptación, la comprensión y el aprecio de los demás. La misión es sencilla: enseñando a las y los niños a jugar juntos, pueden aprender, crecer y, en última instancia, prosperar juntos.

Las nuevas pruebas sobre estas experiencias compartidas revelan que son transformadoras para el desarrollo de los jóvenes porque contribuyen a lo que se denomina una “mentalidad inclusiva”.

Una mentalidad inclusiva motiva a las personas a tender la mano a otros diferentes de ellos porque les dota de las habilidades, creencias y comportamientos que hacen que ser inclusivo sea alcanzable y gratificante. Y lo que es más importante, una mentalidad inclusiva va más allá de lo que uno piensa y siente, y capacita a la persona para arriesgar su propia posición social para ser un defensor de los demás, aunque ese comportamiento pueda llevar al estigma o al ridículo social.

La investigación subraya claramente el poder de la mentalidad inclusiva en la educación. “Lo que sabemos por los estudios es que el programa Escuelas Unificadas Campeonas de Olimpiadas Especiales tiene un impacto poderoso y positivo en los estudiantes y las escuelas, fomentando mentalidades inclusivas y comunidades de aprendizaje”, dijo Jackie Jodl, jefa de Juventud y Educación Global de Olimpiadas Especiales. “Como sabe cualquier educador, cuanto más inclusiva es la escuela, más rico es el entorno de aprendizaje”.

Este modelo crea oportunidades para que las y los jóvenes con y sin discapacidad intelectual aprendan unos de otros forjando amistades que salven las diferencias. Los estudios demuestran que todos se benefician de este modelo integrador, con resultados mensurables para los alumnos con y sin discapacidad, desde un mayor sentido de comunidad hasta mejores resultados en lectura y matemáticas.

La carta de Olimpiadas Especiales sigue al llamado de la organización del 2023 para que los gobiernos dediquen un mínimo del 3% de sus presupuestos nacionales de educación a aumentar la inclusión social de los alumnos con discapacidad intelectual.

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