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Día del niño y la ceguera de los padres Opinión

Día del niño y la ceguera de los padres


A pocos días de que se celebre el Día del Niño, estamos bombardeados por publicidad ad hoc que a muchos nos lleva a pensar en el regalo que podríamos hacerles a nuestros hijos.

Sin embargo ¿Cómo los padres debemos afrontar esta festividad, especialmente en el caso de estar separados? Aunque no hay una respuesta única y verdadera, la Convención sobre los Derechos del Niño podría darnos algunas luces. Uno de los cuatro principios que la inspiran y nuestra Ley de Tribunales de Familia manifiestan el interés superior del niño, niña y adolescente, donde se reconoce que deben crecer en un ambiente de felicidad, amor y comprensión.

Esto, no es solo un asunto valórico, sino una realidad científicamente comprobada que favorece un desarrollo saludable y la adaptación a los distintos desafíos de la vida. No obstante, aunque en el papel suene bien, en la realidad es muy fácil no ver como nuestras propias acciones podrían ir en contra de este principio.

En el caso de padres separados, seguir la hoja de ruta marcada por estas nociones implica, entre otras cosas, entender que aunque el régimen comunicacional esté regulado por tribunales, se requiere mantener una suficiente flexibilidad que nos permita pensar en su bienestar por sobre la rivalidad de quién dará el mejor regalo o a quien le tocan los días especiales. La ley permite que se puedan acordar excepciones al régimen de visita. ¿Cómo sabemos si es necesario acordar excepciones? Para eso se requiere considerar la otra gran guía en estos casos: el propio hijo.

Una gran ceguera de los adultos tiene que ver con las opiniones de los niños, considerados seres “inferiores”. Muchas veces nos olvidamos de algo tan simple como hablar con ellos. Eso sí, los niños, sobre todo los más pequeños, no deben tener el peso de decidir, pues una cosa es opinar y la otra es darle responsabilidades de adulto. Cuando un niño se ve obligado a elegir entre un padre u otro, sobre todo si entre los padres se mantiene un clima hostil, cualquier decisión implica traición, y traicionar a los padres es un dolor insoportable para ellos.

Al respecto, se requiere que los adultos dejemos de lado nuestras propias carencias para dar paso a la felicidad de los niños, permitiendo que sea un fin de semana armonioso, maduro y comprensivo, que tenga como único objetivo obtener sonrisas de quienes debemos proteger, amar y dar toda nuestra atención.

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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