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Emprendedores: Lanzan bebida elaborada con hierbas medicinales


Gracias al apoyo del Centro de Competitividad de la Universidad del Pacífico y el Gobierno Regional Metropolitano, María Graciela Muñoz, contadora de profesión, ganó el reciente certamen nacional de ideas, innovación y emprendimiento que organizó Cupón Emprendedor.

Ella compitió con casi 500 proyectos de todo el país tan innovadores como su producto, Bebidas Botán, un refresco elaborado a partir de una infusión de hierbas medicinales, preparado con hojas frescas, envasado en botellas pet de medio litro, endulzado con stevia, y listo para ser servido.

«Esto yo lo veo como un valor agregado precisa su creadora-, porque no hay que estar comprando la bolsita y preparándola. Claro, en estos días mucha gente tiene en su casa hierbas también, pero si estás en el trabajo y quieres tomarte agüita la podrás comprar ya lista. Además tiene claros beneficios para la salud. El cedrón te ayuda para el resfrío, la menta para el estómago. Y se trata de beneficios refrendados por el ministerio de Salud. En Chile hay más de 400 variedades de hierbas y 103 de ellas han sido reconocidas por ese ministerio. Entonces, es un recurso que lo tenemos a la mano y al cual no se le ha sacado el provecho debido, porque si bien ahora se exporta las hierbas, no las estamos aprovechando nosotros».

Las variedades de Botán son laurel, toronjil, menta, boldo, cedrón, matico, llantén, poleo, ruda y ajenjo, todas hierbas que María Graciela cultiva en el jardín de su propia casa.

«Todo empezó un día viendo televisión. Y al mirar publicidad de agua con sabor a pera y a manzana yo pensé que no había con sabor a menta, que me gusta. Yo digo que esta idea me cayó del cielo, hace poco más de un año. Además me motivé al ver a una de mis hijas (tiene dos), que siempre toma aguas de hierbas, que las embotellaba y se las llevaba a la universidad. Entonces como que todo empezó a conjugar y dije que quería hacer esto. En mi familia encontraron buena la idea, pero como que en un principio quedó ahí. Pero con todo este auge de la innovación y el emprendimiento del último tiempo me dije: ¿por qué no?, voy a probar… Y me largué», recuerda la Muñoz

Claro que a estas alturas ella piensa que partió al revés, porque no hizo estudios de mercado ni nada, simplemente partió haciendo el producto.» Mi marido me dijo que tenía un amigo que vendía botellas, así que partimos comprando unas 100 botellas, pero se terminaron. Volvimos por más, pero ya estaban descontinuadas. Así que tuvimos que comprar otras, unas feas que parecen de vinagre. Y cuando quisimos comprar de esas otra vez, ya no había más. Ese fue un tremendo problema, un sufrimiento, porque ya estaba dando los primeros pasos y ya había gente que sabía de esto y estaba pidiendo».

En este punto se adelanta a decir que se trataba de familiares y amigos, pues aún no tiene permiso para comercializar sus bebidas Botán.

Y como tenía que cumplir con esos «compromisos» empezó a averiguar y supo de una fábrica de esas botellas (las pet, que le dicen), pero tuvo que comprar 3.000, como a 110 pesos la unidad.

«El otro tema es que yo empecé en mi cocina. Vino la gente del municipio y me dijo que siguiera sin problemas, pues las microempresas familiares funcionan en la casa. Pero después vinieron los del SESMA y supe que la cosa no es así. Entonces tuve que armar un espacio especialmente para esto». Y ese es el que, después de algunas observaciones ya atendidas, espera la resolución final del Servicio de Salud y Medioambiente para poder contar con la autorización de comercialización del producto.

Ella es parte vital de la elaboración de las bebidas Botán, ya que se encarga personalmente del control de calidad. «Yo las pruebo y si están bien les doy el visto bueno. Como endulzante utilizo una gotitas de stevia, y nada más. No tienen preservante ni colorante, ningún químico. Y su duración aproximada es de dos meses en el refrigerador. Pero la idea es que si la compras es para tomártela al tiro, que no es para guardarla».

«Claro que todavía me falta. Por ejemplo, debo hacer un estudio de vida útil del producto. También sé que el etiquetado debe cumplir con una serie de normativas, como la fecha de elaboración y vencimiento. Pero no es necesario colocar la tabla nutricional de las hierbas o del endulzante, y como el otro ingrediente es agua hervida».

María Graciela Muñoz es -de lunes a viernes y en horario de oficina- la jefa del departamento de contabilidad de un estudio de abogados (Barros y Errázuriz), y después de eso se dedica a su emprendimiento. «Yo llego a mi casa durante la semana como a las siete de la tarde, y si tengo encargos de mis bebidas lo primero que hago es hervir el agua, hacer la infusión y dejar todo listito. Tomo once, veo un poco de tele, y después las embazo, las refrigero y al otro día me las llevo. Y todo el trabajo es manual, nada es mecanizado, hasta la colocación de las tapas. Me preocupo personalmente de sanitizar las botellas, las hojas y ver toda la preparación. Uso agua filtrada, la hiervo y después hago la infusión».

Y cuenta que ya está medianamente preparada para la oleada de pedidos que deberá surtir una vez que cuente con la autorización legal de venta. «Hasta el momento la cadena de distribución la asumirán mis hijas y mi marido. Es que ya hemos conversado con bastantes futuros clientes, pubs, gimnasios, tiendas de productos orgánicos, y la cosa promete. Eso sí que por ahora mi potencial de producción es bajo, de unas 200 botellas a la semana. Pero pretendo aumentarlo si es necesario. Ahí trabajaré con mis hijas, que ya pronto salen de vacaciones. Espero que en enero próximo esté en condiciones legales para comercializar mi producto, para aprovechar lo que quede de verano».

upi/so//

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