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Draghi y Rajoy en veredas opuestas por postura española sobre déficit


Para incomodidad de Mario Draghi, el primer ministro español Mariano Rajoy podría disfrutar demasiado los fondos de emergencia del Banco Central Europeo.

La actitud de Rajoy de relajar el compromiso de reducir el déficit de España apenas unos días después de la última oferta de préstamos a tres años a los bancos por parte del banco central, ha enfrentado al presidente del BCE precisamente con el tipo de conducta que quiere evitar. A los funcionarios del BCE les preocupa que el respiro que han obtenido para los países más vulnerables de la región les haya quitado presión para abordar el déficit presupuestario que generó la crisis.

“En esto hay un elemento moral”, dijo en entrevista telefónica Ken Wattret, economista jefe para Europa de BNP Paribas SA en Londres. “Es evidente que al BCE le preocupa que cuanto menor sea la prima de riesgo de la deuda soberana, menor urgencia tengan algunos países para instrumentar cambios”.

Los costos crediticios españoles a 10 años han caído 62 puntos básicos, a 5,198 por ciento, desde que se anunciaron las medidas del BCE en diciembre, lo cual proporcionó lo que Rajoy calificó de “gran alivio” conforme la toma de préstamos del banco central por parte de entidades crediticias de España aumentaba a niveles récord. Su actitud respecto del déficit pone al BCE en la misma situación que enfrentó el año pasado, cuando el gobierno del ex primer ministro italiano Silvio Berlusconi dio marcha atrás con las promesas de austeridad que había hecho a cambio de las compras del BCE de bonos del país.

Draghi, que instituyó un programa de préstamos a tres años un mes después de suceder a Jean-Claude Trichet, ha redoblado los llamamientos a los gobiernos a usar las condiciones más flexibles del mercado para fortalecer sus economías. El plan del banco central, que tiene sede en Fráncfort, “debe complementarse con el trabajo de las autoridades nacionales”, dijo el 13 de marzo.

Pretexto

El español José Manuel González-Páramo, miembro de la Junta Ejecutiva del BCE, dijo el 5 de marzo que “la relativa calma” que logró el banco central “no durará si sirve como pretexto para que los gobiernos nacionales relajen sus esfuerzos”. El miembro del Consejo Gobernante Erkki Liikanen también instó a los gobiernos a usar el respiro para sanear sus economías.

Es “importante que ningún país genere sorpresas negativas”, dijo el 15 de marzo en una entrevista Liikanen, que dirige el banco central de Finlandia, uno de los seis países de la región que sigue teniendo calificación AAA.

Las declaraciones siguen a una batalla entre España y sus socios de la zona del euro respecto de la magnitud del déficit a la que debería apuntar. El 2 de marzo, el mismo día que los gobernantes europeos acordaron una serie de reglas presupuestarias más estrictas, Rajoy anunció que su gobierno apuntaría este año a un déficit de 5,8 por ciento del producto interno bruto en lugar del 4,4 por ciento acordado antes. La cifra se redujo a 5,3 por ciento después de que los ministros de Hacienda prepararan una declaración específica sobre España luego de una reunión del 12 de marzo.

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