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Médico de Harvard pasa de financista a estafador atraído por la riqueza


Desde que tenía seis años, Joseph F. “Chip” Skowron III quiso ser médico. En Yale, obtuvo el título de médico y un doctorado en biología molecular y celular, luego de lo cual tuvo derecho a realizar un programa de residencia de elite de cinco años en Harvard. Cuando ya había hecho tres años, Skowron abandonó la medicina por Wall Street. Con otros dos socios, creó un grupo de fondos de inversión en salud bajo los auspicios de FrontPoint Partners LLC, una propiedad flamante en el mundo de los fondos de cobertura en plena explosión.

Muy pronto, Skowron comenzó a ganar millones de dólares al año. Construyó una casa de techo inclinado de 10.000 metros

cuadrados en un terreno de más de una hectárea en Greenwich, Connecticut, la capital nacional de los fondos de cobertura. Reunió una pequeña flota de autos costosos, incluidos un Aston Martin Vanquish de 2006 y un Alfa Romeo Spider 8C de 2009. También pasó su tiempo de vacaciones comprometido en causas humanitarias en el Tercer Mundo.

Hoy, a los 43 años, Skowron cumple una condena de cinco años en la cárcel por la práctica ilegal de compra y venta de acciones con información privilegiada en la prisión federal de Minersville, Pensilvania. En FrontPoint, Skowron mintió a sus jefes y a las autoridades policiales, llevó a perder su trabajo a 35 personas y se rebajó a deslizar sobres de efectivo a un cómplice. FrontPoint desapareció. Morgan Stanley, que en su momento fue propietario de FrontPoint, está solicitando más de US$65 millones a Skowron, cuyo patrimonio ascendía hace un año a US$22 millones. Hasta que sea un hombre libre, su esposa desde hace 16 años tendrá que cuidar a sus cuatro hijos y a Rocky, su perro labrador, sola.

“Siempre percibí que buscaba algo que lo gratificara”, dijo su media hermana, Cindi Kinney, en una entrevista. “Siempre era otra cosa, tanto cuando estaba en la facultad de medicina como aprendiendo en el sector financiero. Siempre se fijaba objetivos y los alcanzaba –y nunca estaba satisfecho”.

‘No era consciente’

El propio Skowron dijo al juez que lo sentenció en noviembre de 2011: “No era consciente de los cambios que se estaban produciendo en mí que borraban los límites entre bien y mal. Llegaron muy lentamente, a lo largo de muchos años”.

La salud se ha convertido en el campo lucrativo para los operadores con información privilegiada como Skowron. Entre los investigadores, médicos, funcionarios públicos y ejecutivos de empresa, el atractivo del dinero fácil en la práctica de las negociaciones en base a información confidencial en el área de salud ya es epidémico. Desde 2008, unas 400 personas fueron demandadas por los reguladores o acusadas de operar en base a información confidencial; de éstas por lo menos 94 transmitieron o recibieron datos relativos a acciones en el área farmacéutica, de biotecnología u otros sectores de la salud.

Su madre

En septiembre de 1990, durante su último año en la Universidad Vanderbilt, Skowron se enteró de que había sido aceptado en Yale. Ese mismo día, su madre murió en un accidente de auto. Tenía 52 años. Cindi Kinney se enteró de la noticia por Skowron, su medio hermano.

“Estaba obviamente destruido”, dijo en una entrevista. “Fue un hecho decisivo. Era uno de los días más felices de su vida, saber que iría a Yale con una beca entera para cumplir su sueño de ser médico y una hora más tarde descubrir que su madre había muerto”.

Estando en Yale, Skowron conoció a Cheryl Bridsall, redactora publicitaria, con la que se casó. En una carta al juez que dio la sentencia, escribió, refiriéndose a su esposo: “Me enamoré de él porque sólo ve lo bueno en las personas. Conocer a Chip fue un don alegre y enriquecedor”.

Bloomberg News mencionó a Chip Skowron en 2003 como uno de los numerosos médicos que se habían desilusionado con la profesión y buscaban aprovechar sus conocimientos en el ámbito de la inversión.

Skowron trabajó como analista bursátil en SAC y Millennium Partners, donde permaneció menos de un año en cada lugar. En 2003, se incorporó a FrontPoint, un grupo inusual de fondos de cobertura fundado tres años antes.

Morgan Stanley

Los gerentes como Skowron cobraban en parte sobre la base del rendimiento de toda la firma además de los fondos que manejaban. Junto con dos socios, supervisaban varios fondos centrados en empresas de salud.

FrontPoint prosperó. Cuando Morgan Stanley compró la firma por US$404 millones en diciembre de 2006, FrontPoint tenía 11 equipos de inversión manejando activos por US$5.500 millones. Skowron ganó US$13,5 millones en 2007 y US$7 millones en 2008, según expedientes judiciales. Skowron comenzó a cortejar comercialmente a un médico francés llamado Yves Benhamou.

Benhamou era consultor externo de FrontPoint, actividad paralela que complementaba sus ingresos en un hospital de París. FrontPoint pagaba a una firma de redes de expertos para poder acceder periódicamente a Benhamou, un especialista muy respetado en enfermedades hepáticas, particularmente hepatitis C.

Benhamou, que ahora tiene 52 años, había llegado de París para asistir a un congreso médico. Skowron fue a verlo para darle lo que llamó un “regalo” de FrontPoint, según los expedientes judiciales. Le entregó un sobre al médico con el equivalente de 5.000 euros, en ese momento US$6.713.

Para entonces, varios fondos de salud de Skowron estaban acumulando una participación considerable en Human Genome Sciences Inc., el laboratorio farmacéutico de Rockville, Maryland, que luego fue adquirido por GlaxoSmithKline Plc. Para Skowron y sus colegas gerentes de cartera, la empresa valía US$17 la acción debido al potencial de ventas de Albuferon, un nuevo tratamiento para la hepatitis C que estaba siendo sometido a ensayos en humanos. Uno de los médicos que supervisaba el ensayo clínico era Benhamou.

Pacientes enfermos

Dos pacientes del ensayo con Albuferon enfermaron. Uno finalmente murió. Si esto tomaba estado público, los hechos podían llegar a hacer caer el precio de las acciones de Human Genome. Benhamou había jurado mantener los resultados en secreto como parte de sus obligaciones de supervisión. Habló con Skowron sobre los pacientes enfermos.

Skowron ordenó de inmediato la venta de parte de la participación en FrontPoint. El tercer fin de semana de enero de 2008, Benhamou y sus colegas supervisores del ensayo decidieron dejar de administrar la dosificación de Albuferon que podía haber enfermado a los dos pacientes. El 18 de enero, Benhamou habló con Skowron por teléfono.

Human Genome se aprestaba a emitir un comunicado de prensa el miércoles siguiente al feriado de Martin Luther King Jr. Benhamou lo llamó a las 10:44 hora del Este. Mientras hablaban, Skowron envió un mensaje instantáneo a su mesa de operaciones, diciendo que consideraba que Human Genome podía caer hasta US$7 la acción, según el FBI y SEC.

A la hora de cierre del mercado, FrontPoint había vendido las últimas acciones de Human Genome a Deutsche Bank AG por no menos de US$9,63 la acción. Después de que Human Genome dio a conocer la noticia sobre Albuferon a la mañana siguiente, la acción cayó 44 por ciento, cerrando a US$5,62 por acción –y FrontPoint empezó a comprar nuevamente. Con la ayuda de Benhamou, Skowron le había ahorrado a FrontPoint y a Morgan Stanley unos US$30 millones.

Esto no pasó inadvertido. T. Rowe Price, que compró 241.000 acciones a Deutsche Bank y perdió casi US$900.000, enseguida se puso en contacto con la SEC, que empezó a investigar.

Mentiras

En los dos años siguientes, Skowron se incorporó al consejo de dirección de AmeriCares y obtuvo otros US$11 millones de remuneración en FrontPoint. También mintió a sus jefes sobre sus operaciones, según expedientes judiciales. Mintió bajo juramente a la SEC. Y consiguió que Benhamou mintiera.

Agentes del FBI arrestaron a Benhamou mientras asistía a una conferencia médica en Boston en noviembre de 2010. Mencionando correos electrónicos y otras pruebas, el gobierno acusó a Benhamou de fraude con títulos y conspiración. La denuncia no nombraba a Skowron; los medios sí. Morgan Stanley le otorgó una licencia y lo despidió. Los inversores sacaron casi US$3.000 millones de FrontPoint, que este año cerró.

Benhamou entregó a las autoridades información crucial sobre sobornos y encubrimiento antes de declararse culpable. El médico fue sentenciado a los 24 días que había pasado en la cárcel. Volvió a Francia con su esposa y sus dos hijas.

El juez condenó a Skowron a cinco años, lo multó con US$150.000 y le ordenó pagar una restitución de US$5,96 millones a víctimas de fraude entre las que se cuentan Deutsche Bank, Galleon y T. Rowe Price.

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