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Otra columna feminista que te parecerá una completa pérdida de tiempo Yo opino

Otra columna feminista que te parecerá una completa pérdida de tiempo

Andrea Freites Hernández
Por : Andrea Freites Hernández Licenciada en Educación y Especialista en Valores Ciudadanos
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En un mismo día llegué a dos columnas con temas que competen a los movimientos feministas. La primera entre otras cosas, desmontando la denuncia que hace la performance de Las Tesis acerca de la responsabilidad que el Estado tiene frente a hechos de violencias contra mujeres, la segunda, a propósito del caso de El Gordo de Maracay, (quien secuestró, torturó, violó y abusó de tres mujeres simultáneamente durante tres décadas), puntualiza que «El Estado debe asumir su responsabilidad para crear espacios de refugios seguros y de atención integral».

Era de esperarse que Las Tesis, hayan encontrado en la crisis social que vive Chile, lo que Kingdom desde el modelo de corrientes múltiples, acuña como ventana de oportunidad para la modificación de la institucionalidad, de hecho es lo que todo ser que conscientemente encarne al zoon politikon busca hacer. Identificar una ventana de oportunidad y posicionar su temática a modo de denuncia, para cambiar en la estructura lo que de acuerdo a su perspectiva daña y vulnera la dignidad, en este caso de nosotras las mujeres.

[cita tipo=»destaque»] Sororidad, es una experiencia de las mujeres que conduce a la búsqueda de relaciones positivas y a la alianza existencial y política, cuerpo a cuerpo, subjetividad a subjetividad con otras mujeres. [/cita]

Es coherente con lo discursivo presente en la performance, que la huelga y la asamblea hayan sido algunas de las maneras que encontró el colectivo para expresar su descontento y esto también es muestra de la diversidad que debe primar en el movimiento, habrá quienes prefieran organizar seminarios o escribir libros, no por ello la huelga y la asamblea deban ser demonizadas.

Al contrario, es racional e igualmente intuitivo que, por lo menos en Chile y a propósito de las cifras de femicidio, las mujeres estén organizándose para salir a las calles acompañadas y no solas, haciendo carne de la sororidad, concepto que Miguel de Unamuno pronunció por vez primera en su análisis sobre Antígona y que 88 años más tarde la antropóloga e investigadora mexicana, Marcela Lagarde explicó como: «Sororidad, es una experiencia de las mujeres que conduce a la búsqueda de relaciones positivas y a la alianza existencial y política, cuerpo a cuerpo, subjetividad a subjetividad con otras mujeres, para contribuir con acciones específicas a la eliminación social de todas las formas de opresión y al apoyo mutuo para lograr el poderío genérico de todas y al empoderamiento vital de cada mujer».

Interesa decir que en muchos espacios con miradas postcoloniales, se habla de feminismos en plural, dado que hay muchas líneas desde donde resignificar la lucha por los derechos de las mujeres, por la igualdad entre géneros, por el fin del patriarcado tan presente en nuestras sociedades, expresado de manera explícita y oculta en los distintos mecanismos simbólicos de control social que ya nos ha explicado muy profundamente Foucault, desde hace tanto tiempo atrás.

Las huelgas feministas, los encuentros plurinacionales, las marchas y las performances, representan a mujeres que se identifican con algunas de estas líneas y no a todas las mujeres en el mundo, y esto es una realidad permitida que no puede ser negada. Dentro del feminismo puedo ubicar a lo menos a: las sufragistas, las libertarias, las anarquistas, las igualitarias, las liberales, las radicales, idealistas, las post marxistas, separatistas, islámicas y las ecofeministas. Que las reivindicaciones de unas tengan mayor impacto y sean mucho más masivas que otras, no significa tampoco que igualmente debemos demonizarles.

Creo inconveniente cuestionar el impacto, que ha tenido la performance -nos guste o no la forma-, pues luego de hacerse viral en occidente, ha permitido a muchas mujeres desnaturalizar el abuso y la violencia y atreverse a denunciarlo, abusos cometidos por parte de organismos de seguridad del Estado, la institucionalidad o medios de comunicación, también cometidos por familiares, amigos, parejas, compañeros de trabajo, amigos de la familia, o desconocidos en la calle, y eso es un avance significativo, especialmente para aquellas que hoy en día se sienten acompañadas por un caudal entero de mujeres, de todas las edades y de distintas nacionalidades que han salido a las calles a levantar la voz en un momento en el cual, las democracias representativas y capitalistas, -y no la democracia per se-, se caen abajo por su propio accionar y cuenta propia, y no por el debilitamiento que una performance feminista gestada en Chile pueda venir a causarles.

Pregunto: ¿cuáles son esas democracias donde las violencias hacia las mujeres son solo hechos aislados? Supongo que Suecia cuya política exterior es la única en el mundo que declaradamente es feminista o, Islandia que en 2018 fue noticia por ser el primer país en el mundo en lograr reducir la brecha salarial a través de su ordenamiento jurídico interno. De resto, hoy por hoy en occidente, ¿podemos hablar de democracias prístinas? ¿Acaso las violencias que sufrimos las mujeres no son causadas por una institucionalidad que al incumplir incluso con compromisos internacionales en materia de violencia de género, lejos de favorecer nuestras causas, lo que hace es hacernos sentir culpables, solas y desprotegidas?

Marion Buller, jefa de la comisión que investigó y que en 2019 presentó informe condenatorio al Estado canadiense por el genocidio cometido contra mujeres y niñas indígenas entre 1980 y 2012,  “A pesar de sus diferentes circunstancias y antecedentes, todas las desaparecidas y asesinadas están conectadas por la marginación económica, social y política, el racismo y la misoginia», o como bien titula la segunda columna aludida en este texto: ¿Indiferencia, impunidad o revictimización? Este escenario, no puede tener otro origen, el Estado nos sigue vulnerando.

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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