Muy por el contrario a lo esperado y en un contexto donde hay mucho que hacer en temas de equidad de género; el abandono de proyectos de investigación y una alta dificultad para cumplir con estrictos deadlines impuestos por directores de revistas, son algunos obstáculos a los que muchas mujeres investigadoras se han visto enfrentadas en tiempos de pandemia. Mientras ellas lidian con las tareas del hogar, el cuidado de los hijos y las responsabilidades laborales, los hombres sacan ventaja. ¿El resultado? Un descenso significativo en el envío de artículos de mujeres a revistas científicas. El Mostrador Braga conversó con la filósofa Chilena Alejandra Castillo, quien expone esta realidad en nuestro país.
En el contexto de la pandemia y a partir de una noticia publicada en The Guardian, se evidenció que los envíos de artículos de investigadoras mujeres a la revista «The British Journal for the Philosophy of Science», han descendido significativamente en el último mes, situación que no ha sido igual para los hombres.
¿Sufren este mismo destino las mujeres académicas e investigadoras en Chile? ¿Cómo afecta la pandemia a la productividad de las científicas chilenas? ¿Qué hay en materia de equidad de género para esta rama del pensamiento? Para responder estas preguntas El Mostrador Braga conversó con la filósofa chilena Alejandra Castillo, quien expone con datos estadísticos esta realidad en nuestro país.
En esta entrevista, la doctora en Filosofía, invita a conocer con cifras la participación femenina en esta área del conocimiento, realidad que resulta alarmante para las mujeres pertenecientes a esta disciplina. Los datos aportados por la filósofa permiten confirmar que la pandemia sólo viene a amplificar, una vez más, la desigualdad de género a la que se encuentran enfrentadas este grupo de académicas, demostrando que la filosofía siempre ha sido entendida como algo de y para hombres.
¿El descenso en envíos de artículos y la deserción de proyectos y colaboraciones es un verdadero efecto concomitante de la cuarentena? ¿O esto corresponde a una realidad que se ha precipitado, sin embargo existía desde antes?
Las cuarentenas a causa de la pandemia han puesto de manifiesto el dispositivo heterosexual que constituye “lo en común”. Ha puesto de manifiesto, en otras palabras, que la clásica distinción entre lo privado (femenino doméstico) y lo público (masculino político) es aún muy vigente. El trabajo del cuidado, la crianza, cocinar, limpiar e incluso la contención emocional de la familia son tareas realizadas, principalmente, por mujeres. A pesar de la inclusión igualitaria de mujeres y hombres en la formación educacional (en todos sus niveles) y el paulatino ingreso de las mujeres al trabajo remunerado, el cuidado de la familia parece ser aun exclusivo de ellas. En tiempos de pandemia, el teletrabajo desde casa para las mujeres no significa tener más tiempo libre. ¿Cómo lo sabemos? Desde el inicio de las cuarentenas, las propias mujeres comienzan a acusar malestar y cansancio de tener que cumplir con sus trabajos ahora “en línea” y cumplir con el trabajo doméstico y de cuidado. Las distintas zonas de trabajo que constituyen la vida de las mujeres se entrecruzan en un único espacio y en el mismo tiempo: la casa. Y esto ha ocurrido en todos los ámbitos laborales y en todos los países en los que se han decretado cuarentenas. En Chile no ha sido distinto.
Datos sobre la situación
Para responder a tu pregunta sobre una posible baja en la productividad de las filósofas en el contexto de la cuarentena en Chile, tendríamos que saber, primero, sobre la participación de las mujeres en el campo de la filosofía chilena. Una indagación mínima en los ámbitos de la docencia, la adjudicación de proyectos, colaboración en las revistas del área y en consejos superiores, nos permitiría saber sobre la “normalidad de la productividad” en la disciplina de la filosofía. Pongamos atención a los siguientes datos:
Debo advertir que no establezco distinción en el tipo de colaboración dossier central, traducción o reseña:
¿Cuál es su evaluación respecto de la equidad de género como práctica en el ámbito de la filosofía?
La pandemia pone en evidencia la insistencia del carácter heterosexual de la división del trabajo. A pesar que las mujeres realicen trabajo remunerado fuera del hogar, el trabajo doméstico y del cuidado es realizado, casi exclusivamente, por ellas. Sin duda, que el teletrabajo y el trabajo del cuidado en cuarentena pondrá obstáculos para la “productividad” de las mujeres en el área de la filosofía, pero debe advertirse que esta baja en productividad es marginal para la productividad de la propia disciplina, toda vez que la presencia de las mujeres en los departamentos de filosofía es marginal. Poniendo atención a las cifras, no puedo sino afirmar que la normalidad de la “productividad” en filosofía es masculina. El orden masculino de la filosofía es más peligroso para las mujeres que la pandemia.
Debido a esta persistencia masculina, antes que preguntarnos por la “productividad” de las mujeres es necesario preguntarse cómo hacer para que las escuelas, departamentos e institutos de filosofía dejen de reproducir un orden androcéntrico. Para ello es urgente implementar, al menos, tres medidas simultáneas. En primer lugar, es importante asignar más recursos económicos para la contratación de filósofas. Esto es, especialmente, urgente para las universidades estatales. Es engañoso para las estudiantes que optan por seguir estudios en filosofía en una universidad estatal -cuya matrícula no permite ningún tipo de discriminación- que encuentren que la docencia es realizada casi totalmente por varones; y no solo aquello, que la investigación es realizada casi totalmente por varones; y todavía más, que los artículos de las revistas de sus propias escuelas sean de aquellos mismos docentes varones. ¿Por qué es engañoso? Principalmente, porque si bien no hay una exclusión de las mujeres en el momento de ingresar a las escuelas de filosofía, éstas no ofrecen, sin embargo, campo laboral real para las mujeres en investigación y en docencia universitaria. En segundo lugar, se deben transformar las mallas curriculares incorporando seminarios, cursos y monográficos relativos al trabajo de escritura de filósofas. Y en tercer lugar, incorporar la práctica de la “paridad” en todas las instancias en las que se constituya el “cuerpo” visible de la filosofía: revistas, coloquios, congresos y consejos.