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Mujeres en ciencias e ingeniería: por qué persiste la brecha Yo opino

Mujeres en ciencias e ingeniería: por qué persiste la brecha

Karina Veliz
Por : Karina Veliz Académica Facultad de Ingeniería y Ciencias Universidad Diego Portales
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La igualdad de género y el empoderamiento de todas las mujeres y las niñas corresponden al quinto objetivo de desarrollo sostenible de Naciones Unidas en su agenda 2030. Las ciencias y la ingeniería son un terreno fértil para concretar esta meta, pero al mismo tiempo un terreno que aún necesita vivenciar profundos cambios valóricos, mayor humanización, fuerza y rapidez para integrar sistémicamente esta igualdad de género y empoderamiento femenino. Hoy, apenas 22% de los cargos de ingeniería junior se ocupa por mujeres, y sólo un 10% de las gerencias. Asimismo, según el estudio nacional de sueldos en ingeniería de 2017, las mujeres reciben un salario menor que los hombres incluso cuando tienen las mismas responsabilidades laborales, y esta diferencia es mayor en la medida que el cargo es más alto: se estima que una ingeniera junior gana un 3% menos que un ingeniero junior, mientras que una gerenta percibe un ingreso 18% menor que su contraparte masculina.

Estas brechas en el salario y en el acceso a gerencias y jefaturas se podría atribuir primordialmente a una discriminación que proviene del orden cultural patriarcal, donde los patrones normativos conducen a una distribución de la riqueza que no es paritaria de género. A esta cultura la asisten también estereotipos de género forjados socialmente desde la primera infancia de acuerdo con los modelos de rol existentes y no de acuerdo al disfrute intrínseco por realizar determinada ocupación, así como también la cultura androcéntrica que se vive en estas disciplinas. Tanto en los espacios de estudio como de desarrollo laboral usualmente los valores, el trato, el reconocimiento y el uso del tiempo siguen siendo desiguales entre géneros, lo que favorece de forma subyacente (y a veces también explícita) la selección sesgada, no basada en capacidades reales, de hombres por sobre mujeres.

La principal consecuencia de todo esto es una gran pérdida de talento valioso que la ciencia y la ingeniería necesitan para resolver de forma novedosa y creativa los desafíos complejos que presenta nuestro mundo siempre cambiante. Es más: la incorporación de talento y liderazgo femenino en estas disciplinas abre puertas humanizadas, interesantes y poco exploradas hacia el estudio y desarrollo de nuevos conocimientos en materias, por ejemplo, de las ciencias de cuidado, hogares y comunidades, así como también de organización de sistemas naturales y humanos para transitar hacia un desarrollo sostenible.

Hay bastante evidencia que muestra que el aumento de mujeres en estas áreas trae consigo mayor nivel de innovación, sostenibilidad, productividad, rentabilidad y participación vinculante en todo tipo de organizaciones. Históricamente, la incorporación de las mujeres en ciencias e ingeniería comenzó a expandirse en el hemisferio norte durante la segunda guerra mundial, dada la inminente necesidad de talento requerido para seguir desarrollando estas áreas. Muchos hombres se dedicaron al servicio militar dejando cupos disponibles en centros de estudio y trabajos remunerados, que fueron ocupados por mujeres cuyas contribuciones desde entonces ha sido invaluables.

En los 80 años siguientes, hemos progresado en la incorporación femenina a estas disciplinas masculinizadas, pero a un paso bastante más lento de lo que se necesita. En el último informe de brecha de género global (Global Gender Gap Report 2020) realizado por el Foro Económico Mundial se establece que la brecha de género en temáticas de salud, empoderamiento político, educación, participación económica y oportunidades recién se podría finalizar en 100 años entre los 107 países analizado en el estudio. La baja velocidad de progreso en el área de participación económica y oportunidad es la principal razón por la cual la brecha de genero seguirá existiendo por tanto tiempo. De hecho, solamente analizando este subíndice de participación económica y oportunidad, se estima que recién en 257 años podría dejar de existir brecha entre mujeres y hombres. La pandemia actual hará que la finalización esperada de esta brecha se postergue por una o dos décadas más.

Para disminuir los sesgos de género en estas áreas, se requieren medidas explicitas que faciliten el ingreso prioritario e impulsen la prosecución de estudios y avance profesional de mujeres, así como también las capacitaciones obligatorias en masculinidades libres de violencia. Tomar acción es importante: el fomento del liderazgo femenino en ingeniería y ciencias es vital para lograr la tan ansiada igualdad de géneros, y empoderar a que mujeres y niñas participen en la planificación y la toma de decisiones que se requiere para avanzar en el crecimiento sostenible en esferas sociales y económicas, todo ello de acuerdo con los objetivos de desarrollo que ha planteado Naciones Unidas.

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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