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Una Constitución para las mujeres y niñas de Chile Yo opino Créditos: Foto de Felipe Constanzo/ Agencia Uno

Una Constitución para las mujeres y niñas de Chile

Constanza Schönhaut
Por : Constanza Schönhaut Constituyente por el Distrito 11
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El marzo de 2020 se aprobaba el proyecto que establecía la paridad para el órgano constituyente. Y así, la nueva Constitución chilena sería la primera en el mundo en escribirse asegurando un 50% de participación de mujeres, marcando un precedente histórico y que conlleva una potente responsabilidad.

Era complejo imaginar hace casi dos años en qué se traduciría aquello. Cómo esta composición paritaria sería capaz de expresar una forma distinta de hacer política, cómo lograr traducir todo eso en una robusta ampliación de derechos para las mujeres. 

La primera constituyente paritaria del mundo nos ha abierto paso a escribir una constitución feminista que dé un salto sustantivo en la conquista de nuestros derechos, abriendo la puerta también a repensar la forma de organizarnos socialmente. En este rinconcito del mundo llamado Chile, estamos gestando la posibilidad de un nuevo pacto social sostenido en nuestras reivindicaciones históricas por justicia e igualdad. Pero ya no como demandas, sino como una tarea que tomamos en nuestras manos. Desde las calles, y también desde la institucionalidad. 

[cita tipo=»destaque»] Este trabajo lo hacemos con la convicción de que el feminismo permite mejorar la vida cotidiana de mujeres y niñas en toda nuestra diversidad. Lo hacemos con la certeza de que es un paradigma que le hace bien a Chile y al mundo.[/cita]

Llegamos desde diversos feminismos y nos encontramos en nuestras luchas, trayectorias, espacios de militancia social y política, y hemos sabido construir confianzas, reconocimiento mutuo, capacidad de escucharnos y trenzar nuestras visiones sin dejar de reconocer nuestras diferencias. Este esfuerzo conjunto, ha tenido como resultado la presentación de diversas normas por parte de la articulación feminista que, a riesgo de parecer optimista, cuentan con buenas probabilidades de llegar al texto constitucional y entregar certezas respecto al desafío de mejorar la vida de niñas, adolescentes, mujeres y disidencias en nuestro país. 

Vamos avanzando en el reconocimiento de las labores domésticas y de cuidados como lo que son: un trabajo que produce valor, avanzando hacia una corresponsabilidad social efectiva con un sistema nacional de cuidados y con la incorporación del enfoque de género en el derecho al trabajo. Y es que la pandemia confirmó cómo esta sociedad se sostiene sobre nuestros hombros y ante momentos de crisis somos las primeras en salir del espacio público para asumir las labores del espacio privado.

Asimismo, hemos trabajado para garantizar derechos sexuales y reproductivos y el derecho a la educación sexual integral como herramientas para terminar con las dramáticas cifras de agresiones sexuales a mujeres, niños, niñas y adolescentes y con la criminalización del aborto.

Hemos empujado también un sistema judicial que nos asegure el efectivo acceso a la justicia, porque las mujeres enfrentamos diversas barreras para acceder a ella. Entre ellas las relacionadas con estereotipos de género, el trato discriminatorio, las legislaciones ineficientes y la falta de políticas de prevención.

Este trabajo lo hacemos con la convicción de que el feminismo permite mejorar la vida cotidiana de mujeres y niñas en toda nuestra diversidad. Lo hacemos con la certeza de que es un paradigma que le hace bien a Chile y al mundo, en tanto proyecto de sociedad en constante construcción que abre alternativas a las formas de vida que hasta ahora nos han regido. Un asunto clave en el marco de un cambio de época que no se vive solo en nuestro país, sino a nivel global. Como siempre, históricas.

  • El contenido vertido en esta columna de opinión es de exclusiva responsabilidad de su autor, y no refleja necesariamente la línea editorial ni postura de El Mostrador.
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