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Relato de un aborto terapéutico realizado en Colombia: “la ley chilena me cerró las puertas” BRAGA

Relato de un aborto terapéutico realizado en Colombia: “la ley chilena me cerró las puertas”

Tiene 34 años y junto a su marido recibió una hermosa noticia, serían padres. Pero una ecografía disolvió la felicidad: “Es el primer caso con tantas anomalías cerebrales congénitas que vi, pero ninguna se encuentra en la actual ley”. Por amor, decidió abortar y no pudo en Chile. Este es su relato.


Tengo 34 años. Este año junto con mi marido, recibimos la linda noticia: “seríamos padres”. Tuve un embarazo muy bueno, muy monitoreado, la ecografía de las 13 semanas salió perfecto y esperábamos una hermosa niña.

Pasaron los meses y nos correspondía la ecografía de las 24 semanas. Esto era en una clínica del sector oriente de la capital, una habitación fría y oscura, el médico que realizaba la ecografía no podía ver el cerebro de mi hija, y movía bruscamente mi abdomen para obtener las mejores imágenes.

Tanto mi marido y yo sentimos incomodidad, una no sabe pero sentí que realizaba movimientos bruscos, como si fuese una violencia obstétrica. Al realizarle la pregunta ‘¿está todo bien?’, me responde ‘quiero hablar con uds en un momento’.

Al finalizar nos dice: “Su hija tiene muchas anomalías cerebrales, e incluso quistes, llevo años haciendo ecografías y no es algo simple de diagnosticar, necesito tomar un nuevo examen y corroborar el diagnóstico”.

Mi vida se paralizó…. Me imaginé con mi hija saliendo adelante frente a todo pronóstico, pero cuando hablamos con nuestro ginecólogo, acerca de los resultados de aquella ecografía, nos dio la tranquilidad de poder hacer aquel estudio con su hijo, quien era precisamente experto en cerebros fetales, además nos apoyó en cualquier decisión que quisiéramos tomar. Eso significaba también la opción de interrumpir el embarazo.

Como el examen debía ser en una semana más, con mi marido conversamos acerca del aborto terapéutico como una opción si es que el diagnóstico era grave.

En mis noches de angustia busqué la ley de las 3 causales chilena, y supe que en Chile la ley está en pañales para la interrupción del embarazo por anomalías congénitas. Tiene un listado muy acotado de diagnósticos, además te piden dos opiniones de médicos, es decir, te someten a desembolsar dinero en exámenes que son altamente costosos y escuches una y otra vez el diagnóstico tan doloroso.

Ahí supe que en Chile no podría. Tal fue mi miedo que hasta pensé en buscar una clínica clandestina, pero mi vida estaba en riesgo por lo avanzado del embarazo.

El diagnóstico fue lapidario, aunque el hijo de nuestro ginecólogo fue muy cuidadoso con sus palabras, tal como lo quisiera cualquier mujer o familia. Con mi marido le consultamos acerca del aborto terapéutico, ya que ambos habíamos tomado la decisión.

“En Chile no van a poder. Su hija es el primer caso con tantas anomalías cerebrales congénitos que he visto, pero ninguna se encuentra en la actual ley. Además necesitan la opinión y autorización de dos médicos y eso no pasará. Yo, como ginecólogo los puedo guiar y gestionar para que puedan hacer una interrupción del embarazo fuera de Chile, sin duda es lo mejor para su hija”.

Pasaron días de angustia, dolor, incertidumbre. No dormíamos con mi marido y solo me alimentaba para continuar dándole la mejor vida a mi hija. Me despedía de ella en la ducha, llorando a mares y diciéndole que la amaría todos los días de mi vida, y que la decisión era para cuidarla.

Al tercer día del último diagnóstico, partimos a Colombia. En el viaje pensaba, ¿esto es real o Estoy en una pesadilla? ¿Cómo lo haría una persona sin recursos con un diagnóstico así de su hija? ¿Cómo se sentiría una niña de 16 años, cuyo embarazo es no deseado y tiene miedo? Yo a mis 34 años estaba aterrada, no me quiero ni imaginar a una niña adolescente así.

Llegamos a Colombia a una clínica, donde me realizaron el procedimiento de interrupción del embarazo con un parto inducido. Las habitaciones estaban lejos de las mujeres con partos, y no tenían ni camillas para recién nacidos ni nada. Nadie me juzgo, los médicos y enfermeras fueron amables y muy cordiales, comprendían completamente los motivos de nuestra decisión, y me corroboraron que si mi hija hubiese nacido, su vida habría sido un infierno. No podían creer que en Chile no se pudiese realizar la interrupción del embarazo con tal diagnóstico.

Cuando mi hija nació, nos despedimos de ella, porque en Colombia se permite que puedas tomarla y decirle algunas palabras.

Y así fue. Hoy mi hija descansa en paz.

Debo destacar el acto de preocupación de nuestro ginecólogo tratante y su hijo, quienes estuvieron en permanente contacto con nosotros mientras estábamos en Colombia. Sus mensajes eran: “vayan unidos y con todo el amor. Es lo mejor que están haciendo por ella”.

Sin duda sentí que mi propio país me cerró las puertas en la cara, con una ley de interrupción del embarazo muy pobre y con trabas.

No puedo negar que soy una afortunada, por hacer un procedimiento fuera de Chile, sin una isapre o fonasa, lo que significa desembolsar una fortuna.

Gracias a mis padres, mi marido, mis suegros, mi ginecólogo y su hijo que también es ginecólogo, hoy mi hija descansa en paz.

Una madre cuida, protege y quiere que sus hijos jamás sufran.

El aborto terapéutico es un acto de amor, de humanidad y una decisión que una mujer toma.
No dejemos que sigan decidiendo por nosotras, somos dueñas de nuestro cuerpo, podemos tomar decisiones basadas en el amor, sea cual sea el motivo.

Y si alguna mujer que está pasando por algo similar, no lo dudes, estás siendo fuerte, y poderosa pensando como madre que quiere lo mejor para su hijo/a.

*A. prefiere hablar desde el anonimato ya que pertenece a un espacio religioso que podría juzgar su decisión.

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