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Progesterona: ¿Cómo la hormona sexual puede afectar el sueño de las mujeres? BRAGA

Progesterona: ¿Cómo la hormona sexual puede afectar el sueño de las mujeres?

Según la investigación sobre la salud sexual femenina, se establece que los niveles de progesterona pueden tener efectos sedantes y causar somnolencia durante la fase lútea del periodo, contribuyendo a sentirse más relajadas y con lapsos de sueños intensos.


¿Te ha pasado que durante o previo al periodo menstrual, duermes con mayor intensidad? Si la respuesta es sí, ya no pensarás que solo es por falta de energía y la posible llegada de tu menstruación.

Todas las mujeres producen la progesterona, hormona sexual ubicada en los ovarios y protagonista del sistema reproductivo femenino, principalmente en las etapas de menstruación, ovulación y embarazo; la cual oculta efectos adversos beneficiosos, y a veces perjudiciales, en la rutina diaria de la mujer.

Esta hormona, además de fortalecer etapas reproductivas, se caracteriza por sus efectos sedantes, siendo su peak de producción durante la fase lútea, es decir los 15 días previos al sangrado, donde mayores efectos tiene en el descanso de las mujeres.

“Durante la fase folicular, previa a la lútea, el estrógeno interviene en la regulación de la temperatura y cuanto más estrógeno tenemos, más eficaz es el enfriamiento del cuerpo, un requisito previo para conciliar el sueño por la noche. Así pues, cuando los niveles de estrógenos son elevados (a principios de mes), nuestra termorregulación y, por tanto, la calidad del sueño tienden a ser mejores”, comenta la científica del sueño, Theresa Schnorbach de Emma.

Por el contrario, posterior a la folicular, “la progesterona aumenta la temperatura corporal en unos 0,4 grados de media, dificultando la calidad del sueño, pero intensificando los momentos de somnolencia”, agrega Schnorbach.

La causa principal es su relación con el sistema nervioso central. Los receptores de progesterona, esenciales para su producción, se localizan en distintas partes del cuerpo, incluida áreas del cerebro.

Ahí es donde se encuentra con neurotransmisores como el ácido gamma-aminobutírico (GABA), principal inhibidor de la actividad nerviosa y encargado de preparar el cuerpo para dormir; en su interacción con la hormona aumenta la potencia del GABA y provoca que su efecto  sedante sea mayor, y por tal que el individuo tenga más sueño.

También, la hormona se ha visto relacionada con los “husos de sueño”, episodios de actividad cerebral breve mientras se duerme, esenciales para organizar la información y a descansar de manera más eficiente.

“Existen pruebas de que los husos del sueño son un sello distintivo de la actividad de consolidación de la memoria, y se descubrió que las mujeres en la fase lútea realizaban mejor la tarea de memoria mientras dormían en comparación con las mujeres en la fase folicular”, detalla la científica.

Descansos intensos, grandes beneficios

“Frente a episodios de sueños intensos como estos, con una duración promedio de 10 a 14 días, se tiene un efecto significativo en la calidad de sueño de las mujeres, siendo fundamental adoptar medidas que permitan la rutina y el trabajo diario, además de un descanso pleno”, detalla Theresa.

El primer paso es disfrutar del proceso. “La fase lútea es natural y difícil de evitar, para esto es primordial conocer el cuerpo y aprender a leer las señales que envía cada organismo al cerebro. Lo principal en estos casos es priorizar el sueño, dormir 8 horas diarias, y si necesitamos de siestas, no pasar la hora de descanso; con tal de que nuestro reloj biológico no se vea interrumpido”, recomienda Schnorbach.

También se recomienda sumar instancias de relajación y meditación, que permitan mantener al margen el bienestar emocional; este suele ser más sensible frente a periodos menstruales.

Finalmente, agregar la actividad física a la rutina es indispensable. “Con el desgaste físico, sentiremos mayor energía durante el día y, posteriormente al ejercicio, en las ocasiones de descanso dormiremos de mejor forma”, concluye la científica.

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