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Gabriela Pizarro: la otra madre del folclor chileno que cantó en medio de la dictadura BRAGA

Gabriela Pizarro: la otra madre del folclor chileno que cantó en medio de la dictadura

Karina Simao
Por : Karina Simao Estudiante de periodismo de la Universidad de Chile, colaboradora en El Mostrador Braga
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Gracias a su labor como cantautora, investigadora y docente, Gabriela contribuyó significativamente al patrimonio musical chileno, dejando un legado importante en la música folclórica del país. Su pasión por la música resistió incluso la adversidad política que trajo el Golpe Militar de 1973.


Gracias a sus grandes contribuciones al folclor, Gabriela Pizarro marcó la música chilena. Esto tras investigar y contribuir a la preservación de las tradiciones musicales de su pueblo, convertirse en una destacada intérprete y estudiosa de la música tradicional chilena, fundar el grupo Millaray y desempeñar un papel importante en la enseñanza del folclore en la Universidad de Chile.

Por esto y más, en un nuevo Mujeres Inolvidables, el especial semanal en donde destacamos las importantes hazañas de mujeres chilenas de la historia y el presente, visibilizamos el impacto de la carrera de la cantautora Gabriela Pizarro.

Gabriela Eliana Pizarro Soto nació el 14 de octubre de 1932, en Lebu, provincia de Arauco. Sus padres eran José Abraham Pizarro y la corista Blanca Hortensia Soto Figueroa. A pesar que su madre era cantante, quien acercó a Gabriela al folclor fue la cantora y su cuidadora, Elba González, pues le mostró el arte popular que se vivía en las casas de canto y en las festividades religiosas.

“Mi papá era un gran amante de la ópera y no le gustaban las chinganas. No podía ni verlas. Mi nana y yo nos internábamos en una calle del barrio popular (…), y ahí había una casa en la que se juntaban el fin de semana a bailar. Y ella era la que tocaba y cantaba”, comentó Pizarro en el libro Gabriela Pizarro Soto y su andar en el folclor chileno.

Por razones de trabajo, en el año 1939, su familia se trasladó a la comuna de Ñuñoa, Santiago. En este lugar ingresó a la Escuela Normal n°2, y estudió hasta cuarto año, pues su educación se interrumpió a causa de una enfermedad al corazón. Sin embargo, al mismo tiempo empezó a tomar clases de guitarra con la profesora Isabel Soro, de quien aprendió sus primeras tonadas, valses y cuecas.

A los 21 años, gracias a la profesora Soro, tomó cursos dictados por Margot Loyola en una escuela de verano de la Universidad de Chile. En esas instancias conoció a Silvia Urbina, Jaime Rojas, Rolando Alarcón y Víctor Jara, entre otros artistas. Ese fue el gran incentivo que tuvo Gabriela para seguir la labor de investigadora, educadora e intérprete del folclor chileno.

Entre los años 1955 y 1961 fue parte del coro de la misma universidad, donde tomó clases de educación vocal formal y conoció a académicos como Manuel Dannemann, Alfonso Letelier y Raquel Barros, y formó su primer grupo folclórico junto a Jaime Rojas, futuro integrante de Cuncumén.

Luego de volver a Lebu y entrevistar a las cantautoras Noemí Chamorro, Olga Niño, entre otras, aprendió cuecas, mazurcas, tonadas y canciones religiosas. Con esto, dio forma a su primer repertorio de cantos y danzas de Lebu. Un año después, en 1957, sustituyó a Violeta Parra en la emisión radial de “Imágenes camperas”.

En el año 1958 fundó el grupo Millaray, quienes en 1960 se presentaron en el Teatro Municipal de Santiago, lugar donde dio a conocer su trabajo de investigación en Chiloé, recopilando bailes como el pavo, el cielito, la trastrasera y la pericona. En este grupo también conoció al músico Hector Pavez, con quien contrajo matrimonio.

A la par, se desempeñaba como docente en la Facultad de Ciencias y Artes Musicales y Escénicas de la Universidad de Chile, como profesora de guitarra folclórica en la carrera de instructor de folclore de la Escuela Musical Vespertina y como profesora de danza folclórica en la carrera de Pedagogía en Danza.

Con Millaray grabó 5 discos hasta 1973, año en que todos los integrantes fueron perseguidos políticamente por el Régimen Militar. El grupo se disolvió pues muchos miembros migraron al exilio, incluyendo Pavez. Ella por su parte, fue sacada de su puesto como educadora, dando inicio a los años más duros de su vida.

Tras la muerte de su marido en exilio, su situación económica empeoró y la vida la llevó a convertirse en cantora popular callejera, ejerciendo principalmente en La Vega y en peñas folclóricas. Luego migró al extranjero, y en Inglaterra fue nombrada miembro del Instituto de Canto y Danza Británica.

Una vez en Chile, en el año 1979 grabó los casetes El folclor en mi escuela y Danzas tradicionales, y montó el espectáculo “Nuestro Canto“, junto a Ricardo García en el Teatro Cariola. En el año 1987 retomó su labor como investigadora, centrándose en el romance, y bajo el apoyo de la Universidad de Chile, grabó el casete “Romances Cantados“.

Con el retorno a la democracia, su vida volvió a la normalidad, siguió grabando discos, y fue nombrada presidenta de la Asociación Nacional del Folclor de Chile (Anfolchi), hasta 1999, donde su vida finalizó por un abrupto cáncer. Con su gran carrera, donde en total grabó ocho discos, Gabriela contribuyó al patrimonio musical chileno, dejando un legado significativo en la música folclórica del país.

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