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Gismonti: «Libertad es hacer lo que tienes que hacer»

«Con toda la descreencia que nos es impuesta a través de una política social y cultural, la sensación de alivio y de norteo que tuve a través de la convivencia con los indios continúa viva en mí», precisó Egberto Gismonti desde Río Janeiro.


Hay un par de afiches en blanco y negro pegados en re pocas calles de Santiago que anuncian: Egberto Gismonti dará un recital en Santiago, el 26 de julio, en el Teatro Oriente. Son escasos los citadinos que miran el aviso. A él se le conoce en el mundo entero, pero acá no es muy «difundido». Casi nunca se le escucha en las radios y tampoco figura en las «ofertas» de las casas discográficas. Los seguidores tienen que conformarse con que su figura mítica o con un simple: «A Gismonti se llega como a la montaña».



«Sé que el mercado del disco en Chile no posibilita una gran dedicación a este tipo de música», dijo a El Mostrador.cl desde las cálidas tierras de Río de Janeiro.




En el trayecto de su carrera recorrió el planeta, compartiendo el arte y los escenarios con Airto Moreira -con quien grabó Identy-, Miles Davis, Herbie Hancock, Quincy Jones, Nana Vasconcelos -unión de la que quedó el registro Danza de las Cabezas-, Carl Tjader, Paul Hern y Keith Jarrett.



Egberto Gismonti hace rato que superó las fronteras musicales de su país y del conservatorio, donde estuvo 15 años. Es un integrador extra prolífero de un estilo influenciado por el jazz, el rock, el baiao y el folklore. Pero todo lo traduce en música más estilizada y digna de ser apreciada.



Finalmente, la montaña Gismonti vendrá al país hoy para brindar un poquito de su inmensa obra. Esta alcanza más de 50 grabaciones y conciertos, en casi todos los países del planeta. Llegará acompañado del contrabajista Zeca Assuní§ao y de su hijo Alexandre, en teclado y guitarra, para dar un recital con un cincuenta por ciento de música -que seguramente puede ser reconocida por el público que lo sigue- y un cincuenta por ciento de material ignorado en estas latitudes.



– En Chile usted no es tan conocido. ¿Cómo se explica eso?



– No lo puedo explicar. Eso depende de una combinación de actitudes y de comportamientos. Para que un joven chileno conozca la música de algún otro país depende de una serie de comportamientos. Sí puedo comentar que es una lástima que en América Latina la posibilidad que tiene un joven de conocer otras culturas es poca. ¡Es una lástima!



-A veces, incluso los músicos ven como algo mejor la música europea que la latinoamericana.



– Hace algunos años estuve dos veces en Chile. No me acuerdo de la fecha. Pero si me acuerdo muito bem que fui cercado después de los recitales por treinta o cuarenta jóvenes músicos y público. La pregunta principal era: ¿Cómo hacemos para obtener más discos? ¿Cómo hacemos para escuchar más esta música en las radios de Chile? Infelizmente no puedo responder esa pregunta. Siento que pasa lo mismo en otros países de América del Sur y estoy incluyendo a Brasil también, aunque no para mi música. Los brasileiros no conocen música chilena ni argentina.




– ¿Entonces, cómo se mantiene al día viviendo en Latinoamerica?



– Tengo amigos por el mundo entero que me proveen de información y me mandan mucha música, discos y cassettes. Tengo un poco mejor información que la mayoría de las personas. Mas es una lástima que países vecinos, de un mismo continente, estén tan distantes y no encuentren una manera de ser integrales, incluso culturalmente. ¡Es una lástima! Es un proceso político cultural que debería, espero, ser discutido en un futuro próximo. Pero esa es una discusión a nivel de gobernantes. Las personas físicas no resuelven eso.





Sentimiento y libertad



Gismonti tuvo un abuelo músico y por ahí empezó a etusiasmarse. Hace treinta años que se dedica profesionalmente al arte. En el camino tiene 54 discos grabados y una sóla línea: «El espíritu de la música es siempre el mismo», asegura.



– ¿No ha tenido ningún cambio?



– ¡Claro que sí!. Acontece que para una persona que se queda un buen tiempo de su vida dentro de la Floresta Amazónica y después está dentro de estudios de alta tecnología, luego estudia, graba, participa en orquestas sinfónicas y después en escuelas de samba de Río de Janeiro, claro que hay cambios. ¡Mi vida es así! Existen modificaciones en los estilos de música y eso es parte de la libertad que tengo con mi vida y con mi música. Por eso digo que hago sólo una música, uma música só. No es una melodía. No es una armonía sola. No tengo ningún preconcepto contra ningún tipo de música o de actitud musical. Por ejemplo, ahora estoy tocando con mi hijo. Es una cosa emocionante, muy agradable, intensa.



El primer disco que grabó fue en 1969 y pronto Marie Laforet lo llamó para que dirigiera su orquesta. En los ’70 lanzó Sueño ’70 y luego presentó Agua y vino(1972), Gismonti(1974) y Academia de danzas(1975).



A fines de los setenta realizó No Caipira, Solo y Sol Do Meio Dia junto Ralph Towner y Collin Walcolt (ambos de Oregon), además de Nana Vasconcelos y el saxofonista noruego Jan Garbarek, una de las obras maestras de Gismonti. Luego, con Haden y Garbarek grabó Folk Song y Mágico. Después, hizo la banda sonora de los filmes «Proyecto Trinidad» y «Raoni». Ambas cintas tratan el tema de los indígenas brasileños.



Si hubiera que categorizar a Gismonti -cosa que a él de seguro no le gustaría- podría decirse que no es jazz puro, no es rock, y no es samba, pero tiene de todo eso en una sola expresión, tan sensible como libre y alegre. A lo que adhiere su sello luminoso de poli-instrumentista que, como los sabios hombres, vive sin prejuicios o con menos juicios.

– ¿Qué es lo esencial en la vida?



– La inteligencia para mantener viva la propia vida y los sentimientos. Lo que pasa es que de desde hace muchos hasta acá trato de mantener relación con personas y personalidades tan distintas, como los indios o con muchos amigos que tengo por el mundo de nacionalidades diferentes. Eso abre un espectro muy grande a mis percepciones humanas: tener la posibilidad de convivir con muchas personas diferentes, muchos pensamientos diferentes. Eso pasa porque privilegié la libertad. La inteligencia es el comportamiento, la personalidad, la actitud y sobre todo el respeto por el ser humano, que hace que podamos llegar a un estadio de libertad.







Es un hombre profundo que busca la sabiduría en las raíces indígenas, de donde extrae materia prima. Hace dos décadas vivió en el Amazonas y aún conserva la experiencia como un registro único. Incluso, hace pocos días encontró algo de luz en las palabras de un amigo flautista de una banda de «pípano de Karú Arú» (pípano es una flauta usada en los conjuntos de músicas que hacen Forró, un tipo de música popular brasilera campesina).



«Estos grupos se componen normalmente por dos flautas un triángulo de metal, un pandero y un tambor, música folclórica y de danza del nordeste. He tenido contacto con algunos músicos de ellos. A mí me gusta mucho. Me gusta seguir a esas personas, son muy sabias. Y cuando le pregunté por la libertad, el tocador de flauta me dio una de las respuestas más importantes que he tenido en la vida: Libertad es hacer todo lo que tenemos que hacer. Esto, de cierta forma, orienta a mi vida e, incluso, a mi vida musical», cuenta.



– ¿Le costó liberarse de la estructura que dan los conservatorios?



– Sí, pero eso hoy está integrado. Es parte de mi historia haber convivido con tanta música europea a través de escuelas. Eso hace que tenga la posibilidad de expresarme a través de orquestas de cuerdas y de una serie de cosas. No necesariamente tengo la música europea como principio, la tengo como medio. De ella puedo extraer muchas cosas positivas para desenvolver la música brasilera que continúo buscando.



– ¿Y qué rescata de haber vivido en la selva?



– La primera vez que estuve en Xingú (región donde viven algunas etnias de Brasil) fue hace veinte años atrás. Ahora recuerdo -con toda la agitación que existe en la sociedad actual y la superficialidad que hay en las relaciones humanas, con toda la descreencia que nos es impuesta a través de una política social y cultural- que esa sensación de alivio y de norteo que tuve a través de la convivencia con los indios continúa viva en mí. Cualquier experiencia que logre mantenerse viva después de veinte años es porque tiene una importancia esencial.

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