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Illapu recorre su trayectoria en un nuevo recital

Un encuentro donde el plato fuerte será El grito de la raza dará Illapu el viernes. Su vocalista, Roberto Márquez, evalúa los tropiezos y logros de la agrupación.


Entre las actividades que han mantenido de cabeza al conjunto Illapu durante este año, está la participación en el AT&T Latino Cultural Festival en Nueva York y la presentación de El grito de la raza. Este último lo repetirán en el Teatro Providencia, el próximo viernes, a las 19.30 y 22 horas.



El grito de la raza que se estrenó en 1978, rescata una particular mirada de las identidades y los orígenes con el acento en los pueblos originarios que se resisten al olvido. En el álbum el relato está a cargo de la actriz Rosa Ramírez y fue creado por Roberto Márquez y Osvaldo Torres.



«En este trabajo se muestra la musicalidad del conjunto de hace 20 años, al que le incorporamos el bagaje instrumental y la experiencia que tenemos», dijo Roberto Márquez.



Pero no sólo los recitales preocupan al conjunto. Además, la ausencia de espacios es cuestión de todos los días para estos músicos. Aunque saben que pertenecen al privilegiado grupo que puede vivir del arte, no dejan de preocuparse por la situación de la cultura local.



«Hoy artistas chilenos somos puros quijotes que estamos haciendo los esfuerzos solos. Estamos llevando adelante una quimera que no sé hasta donde vamos a poder mantener. Se habla mucho de la cultura pero se hace re poco», precisó.



– ¿Cómo ve el panorama de la música chilena?



– Lamentablemente nos acostumbraron a que se escuche lo que está de moda. Entonces, sales en la radio y en la televisión porque cuando estás en la cresta de la ola puedes estar a la par con lo que viene de afuera pero si bajas un poco, pasas a ser parte del panorama en que cuesta mucho llevar a cabo las cosas.



– ¿Siempre ha sido así?



– Sí, pero hubo buenos momentos de la música nacional, por ejemplo, el neo folclor, la nueva ola y la nueva canción, que creo que fue el intento más serio de tener una música de raíz nuestra.



– ¿Hay un cierto idealismo del tipo «todo tiempo pasado fue mejor»?



– Yo no me quejo por Illapu. Nosotros todavía gozamos de convocatoria, la gente compra nuestros discos. Nosotros volvimos en el año 1989 y hemos sido capaces de mantener la propuesta en una media razonable. Pero eso no es la tónica. Lo que pasa con los Illapu debería pasar con la música chilena. Si vas a México, Bolivia, Argentina escuchas mucha música de originaria de sus países. Acá no es así.



– ¿Se desgastan mucho produciendo recitales?



– Hay que estar todo el día encima del sello, de los medios para tratar de que siga funcionando. El problema no es que no tengamos potencial que dar. Piensa en Congreso, Los Jaivas, Inti Illimani, Joe Vasconcellos, pero ¿qué pasaría si los más viejos nos jubilamos? Habría un tremendo vacío. Hay gente que viene detrás pero que hoy día no tiene como hacer el camino que nosotros hicimos.




– ¿Cree que las nuevas generaciones tienen la fuerza de conjuntos como ustedes?



– Es muy difícil porque cada día encuentras menos apoyo.



– ¿Se arrepiente de haber regresado a Chile?



– No, porque era lo que sentíamos profundamente. Para venirnos no realizamos cálculos exitistas. Somos chilenos y queremos vivir aquí. El problema no está en nosotros, está en la sociedad. Hay que buscar caminos para corregir las pocas posibilidades que otros tienen.



– ¿Qué soluciones ve ante este panorama?



– Hay que buscar instancias para crecer y ampliar la propuesta.



– ¿En qué temas le hubiera gustado trabajar a Illapu y que no ha sido posible concretar?



– Podríamos haber hecho talleres y traspasado la experiencia que tenemos. Eso es muy valioso. Cuando partimos con el grupo recibimos lo mismo del Pato Manns y de los Inti Illimani. Ellos nos dieron consejos que nos hicieron más llevadero el proceso al empezar. Ese rol lo podemos cumplir nosotros ahora, pero tienen que darnos espacio y tiempo para hacerlo.



– ¿Se sienten atraídos ante la posibilidad de hacer proyectos paralelos e independientes?



– Todo eso puede pasar, le sucede a muchos grupos. Nosotros, hasta ahora, hemos logrado estar cohesionados. Somos nuestra fuente de ingresos y el norte siempre es el grupo, entonces, estamos dedicados a él. Ya posó el momento en que nos podrían haber tentado. El grupo como colectivo es mucho más importante que las personas individuales.



– En los ’70 fue importante la nueva canción chilena y en los 80 nació el canto nuevo ¿Qué percepción tiene de lo que sucede hoy en lo musical?



– Hay mucha gente joven buscándose el tiempo para hacer música y eso da ánimo para pensar que las cosas pueden cambiar. Pero ahora, no puedes hablar de movimientos, porque cuando decías La Nueva Canción podías ir a un montón de boliches y ver a la gente tocando, cantando y te formabas una idea de la tendencia. Lo que tendrías que hacer hoy es comunicarte con mucha gente e ir a las salas de ensayos a ver en lo que está cada uno. Hay muy pocos espacios donde puedes ir a ver lo que sucede.



– ¿Se siente censurado?



– No en el sentido estricto de la palabra. Hoy, haces música casi para tus grupos más íntimos y es así porque no hay otras condiciones para desarrollarse. Hay mucha gente que graba sus discos con el famoso Fondart y después los andan vendiendo por mano. Podría haber un lugar donde tu fueras y vieras todo lo que se hace ahí o compraran todos esos trabajos, porque no se trata de apoyar una propuesta para que la gente ande viendo como puede vender los discos.



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