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Enlace Mortal: Pánico y locura en Nueva York

Con Colin Farrell, Kiefer Sutherland y Forest Whitaker en los roles principales, este electrizante largometraje maneja el conflicto central -en su única locación- con una adecuada selección en las dosis de acción y suspenso, pero que por momentos cae en la típica apatía que provocan las cintas con una fuerte carga comercial.


Salvo escasas excepciones como Generación Perdida -clásico adolescente sobre vampiros- de 1987, el director Joel Schumacher se ha caracterizado por dirigir películas ágiles, con interesantes líneas de acción y taquilleros protagonistas, pero que pese a que cumplen su función de entretener a la platea, se quedan a medio camino a nivel de relevancia y trascendencia.



Filmes como Línea Mortal (1990), Un día de Furia (1993), Batman Forever (1995), Batman y Robin (1997) y 8 Milímetros (1999), entre otras, aúnan lo que el realizador pretende al ponerse a la cabeza de una película: entretener. Si bien Schumacher cumple generalmente con las expectativas del público y la crítica, -según lo que se espera de él- la mayoría de sus trabajos fílmicos son de una escasa habilidad estética y narrativa que no hacen otra cosa que convertir sus largometrajes en trabajos mediocres.



Enlace Mortal, su nuevo filme, mantiene la línea de sus últimas cintas dando prioridad al impacto visual y a una agilidad argumental que sostiene de buena forma el transcurso de la proyección, pero que por momentos se vuelve un tanto previsible y monótona.



A pesar de sus deficiencias no hay que dejar de mencionar la gran capacidad del director para mantener Enlace Mortal en base a una sola locación (una cabina telefónica) y no decaer en la atención y la tensión. El personaje principal sale en el cien por ciento de las tomas, de modo que técnicamente tenemos motivos para seguir esta idea y meternos en ella. El control de la fotografía con una calle como escenario permanente es en si mismo un reto digno de admirar, además del destacado trabajo hecho con cuatro cámaras simultáneas.



Stuart Shepard (Colin Farrell) es un cínico y oportunista agente de prensa para personalidades y celebridades. El olor que despide Shepard no es nada dulce, porque este marido infiel está punto de seducir a una ingenua aspirante a actriz, con falsas promesas de estrellato. La esposa de Shepard algo sospecha y le chequea el teléfono, por lo que él decide hacer sus llamadas desde un teléfono público en la esquina entre la 53 y Octava Avenida, en Nueva York. Allí se dirige como todas las mañanas a la misma hora, pero de pronto suena un ring, descuelga y oye la voz de un francotirador (Kiefer Sutherland) apostado en un edificio de enfrente, quién le advierte que si cuelga lo matará de un tiro con un rifle de largo alcance.



Enlace Mortal es tan tensa como una bomba a punto de explotar, porque la estiran dos expertos: el guionista Larry Cohen y el director Joel Schumacher. Es breve, y sus 😯 minutos vibran con anhelante tictac. No da tiempo para pensar que el agresor armado puede ser un entrometido demente y moralista que quiere cambiar a este tramposo agente.



Colin Farrell suda la gota gorda entre tres paredes transparentes, como si estuviera en una vidriera que expone sus bajezas al mundo entero. Forest Whitaker es el policía destacado para mantener a raya las multitudes que se agrupan, arrastradas por una morbosa curiosidad, para ver cuándo liquidan al tipo.



Rhanda Mitchell es la esposa y Katie Holmes es la candidata al frustrado adulterio. Kiefer Sutherland, con su entonación de tortuoso ejecutor, asusta con una actuación de intensidad radial, en la que sólo da la cara de pasada.



Tal vez los errores más resaltables de este filme tienen relación con los últimos minutos de la cinta. Primero, el patético cambio de mentalidad de Stuart, quién se da cuenta de sus errores y los grita al mundo entero para después redimirse. Luego, la secuencia final en la que Schumacher hace pasear a Kiefer Sutherland entre la multitud de policías, nada menos que con un estuche con la clara forma de un rifle de larga distancia, en una especie de asesino fantasmal.



A fin de cuentas Enlace Mortal cumple con lo que la industria del entretenimiento exige. Potente, original y aguda, la cinta de Schumacher no está llamada a marcar un hito en la cinematografía mundial, pero se transforma en un ejercicio limpio, liviano y liberador que más que tratar de crear una obra de calidad juega con los elementos para ello.

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