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El útimo rock and roll de Los Beatles

La nueva versión del último disco editado por Los Beatles se promociona como los más cercano a lo que la banda realmente quería: crudo y despojado de la pomposa producción que lo cubrió. No es tan así; de hecho Let It Be… Naked es casi el mismo que el original, aunque esas sutiles variaciones constituyen preciada pieza para todo fans.


Cada cierto tiempo la maquinaria industrial en torno a Los Beatles se la arregla para encontrar alguna rareza jamás escuchada, llámese demos, otras versiones o incluso nuevas canciones: preciadas piezas para los fanáticos y coleccionistas, miles de dólares para Apple y asociados. Un circulo virtuoso que desde cierto prisma pareciera no tener nada que ver con la música.



Let It Be… Naked, editado en Chile por EMI, es el nuevo eslabón de la cadena Beatles y aparenta ser justamente aquel que se perdió a principios del 1969. De alguna manera, quiere llenar un espacio que si bien no está en blanco, es un grisáceo pasaje de la historia final de la banda.



Una historia difusa



En 1969 la banda estaba en franca dispersión. Aunque sólo había pasado un año de Album Blanco, Paul, John, George y Ringo estaban lejos y cansados de una convivencia con demasiados altos y bajos. De hecho Lennon comenzaba una carrera paralela junto a Yoko Ono. Aun así, deciden desarrollar un nuevo disco: Get Back sería, en sus palabras, una vuelta al origen, al menos en los referido al trabajo de estudio. Nada de efectos especiales en la producción: en vivo Los Beatles, dispuestos a la suciedad.



El proceso de grabación tuvo una serie de problemas, aunque también momentos históricos. A la semana abandonaron el proyecto, para luego volver a un nuevo estudio e incluso para realizar ese celebre concierto en la azotea de la Apple. La última presentación de Los Beatles.



Tras dos meses de grabación deciden pasarle las ocho cintas que habían grabado al productor Glyn Johns, quien dos meses después les devuelve una versión de Get Back que la banda rechaza.



Todo parece quedar en nada hasta que en 1970, el mismo Johns le entrega una nueva versión que tampoco cumplió con sus expectativas. En medio habían grabado y editado Abbey Road, sin más problemas que la próxima derivación en el final de Los Beatles.



Tras disolución oficial, deciden entregarle las cintas al productor estrella de los 60 y 70, Phil Spector, el creador de las llamadas "walls of soud" – una forma musical que incluía una fuerte orquestación clásica al servicio del pop.



En ocho días, Spector entrega la versión definitiva del último álbum oficial de Los Beatles: Let it Be. No era Get Back, y no simplemente por el cambio de título sino que distaba bastante de la idea rockera y pura que quería la banda. De hecho, ninguno quedó totalmente conforme, pero ya el disco estaba a la venta



Ahora, 33 años más tarde, se edita la versión limpia y directa: Let It Be… Naked. Pese a que no aparece la intervención de Spector, tampoco el disco es aquella total pureza que se quería en principio. De hecho, salvo tres canciones -"The Long and Winding Road", "Across the Universe" y "I Me Mine"- el disco es básicamente el mismo.



El factor Spector



Phil Spector es un asesino. Al menos todos los datos apuntan a eso. El año pasado fue acusado de matar en su propia mansión a la actriz Lana Clarkson. Hoy goza de una libertad que le ha costado 1 millón de dólares. Dinero tiene; su carrera le ha permitido juntar una fortuna nada despreciable. A la vez, ser uno de los productores más reconocidos de la historia de pop y del rock and roll.



Entre sus trabajos se cuenta haber producido a Rolling Stone, Beach Boys, Elvis Presley, pero sobre todo su historia está cimentada en torno al pop más comercial de los 60. Fue el principal productor de una serie de girls band, entre las que se cuentan The Cristals y The Ronettes, para luego trabajar en una línea musical tan distinta como lo hecho junto a Leonard Cohen o Ramones.



Más que nada fue un perfeccionista, un obsesivo que creó las llamadas wall of sound. Un método de trabajo en el estudio donde mezclaba decenas de instrumentos clásicos actuando como bloque al servicio del pop. Desde ahí, construyó una carrera marcada por la finura e incluso pompa, con reconocimientos tanto artísticos como comerciales.



Cuando a sus manos llegaron las cintas de Get Back, no era de extrañar que hiciera lo que hizo: es decir, despojarlo de su sonido crudo, para convertirlo en una pieza que llega a niveles tan épicos como la sentida "The Long and Winding Road", o a la angelicalmente psicodélica "Across the Universe".



El hecho, es que el disco a nadie le gustó demasiado. Aunque evidentemente bueno, al igual que todos los trabajos de Los Beatles, tenía -y tiene- una sutileza algo abúlica, justamente lo contrario a lo que quería la banda. De todas maneras se convirtió en un clásico.



Un dulce engaño



Justamente por su condición de clásico es que la versión desnuda de Let It Be, parece abrir más cuestionamientos que dejar solucionado un pasaje difuso en la historia de la banda.



De hecho este nuevo disco no es exactamente Get Back, es sencillamente una versión más cruda y pura de Lei It Be, pero no esa versión primigenia que buscaba la banda. Por supuesto, cómo podría serlo.



Como un disco con 30 años en el cuerpo, podía despojarse de la alta producción que lo conforma, para mostrarse limpio y sincero, si en realidad toda la pompa que contiene es parte de él y lo constituye. Digamos que es una nueva versión más rockera, y representa muy bien lo que sería el rock setentero en la línea adulto joven, sin agredir a nadie.



Más específicamente -y como adelantamos- son tres las canciones que dan cuenta de un cambio. Mientras "I Me Mine" es despojada de un sutil nivel de producción, dejándola algo más rabiosa y cruda -al potenciar la guitarra-, pero en el mismo nivel de calidad.



En "The Long and Winding Road" y "Across the Universe", los cambios son evidentes. En la primera toda la orquestación introducida por Spector está fuera, dejando una versión cálida donde la guitarra y el teclado logran surgir otorgando tibieza; es sutil, pero notorio a fin de cuentas.



Sin la gama de efectos psicodélicos espaciales, "Across the Universe" termina siendo una clásica tonada de Los Beatles. John Lennon y una guitarra puede ser suficiente -y de hecho lo es- pero también lo son una serie de canciones del Album Blanco.



Pese a ello, Let It Be… Naked tiene el gran valor de sonar mucho mejor que su antecesor directo. Claro, un sencillo proceso de remasterización podía ser suficiente. Aunque de todos modos, hay algo en esta nueva versión de un clásico que podría superar las críticas especificas y detallistas: de Los Beatles siempre habrá más.



De hecho, hay más. El tan sólo hecho de no haber llamado a este disco Get Back, como era la intención original, implica que en algún lugar de las arcas de Apple están guardadas las dos versiones que Glyn Johns produjo para las sesiones de 1969.



Puede ser poco; puede que la simple idea de que algo más está aguardando por ser escuchado sea una ilusión estúpida. Pero la historia discográfica de Los Beatles dice lo contrario: tras su muerte, las nuevas ediciones se multiplican y no sólo por recopilaciones. Tomas descartadas, canciones a medias luego reconstruidas, demos y conversaciones, y ahora un nueva versión de un disco: el último rock and roll de Los Beatles. La última sesión. Un engaño, sí, pero encantador.



Podemos estar seguros que la maquinaria industrial encontrará más huellas, más datos para decirnos que la historia no estaba entera, que nos engañará y venderá discos que dudosamente constituyen algo nuevo. Es más, tan seguros podemos estar que el próximo lanzamiento es el DVD de la documentación de las sesiones de Get Back. Por qué no.

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