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Mejor olvídese: jamás bajará el precio de los libros en Chile

El Día Mundial del Libro y el Derecho de Autor se celebra hoy con diversas actividades y ferias abiertas en el país. Mientras Nivia Palma reparte su preciado maletín literario, el subsecretario Felipe Harboe envía miles de copias pirateadas literalmente a la hoguera y los autores deben conformarse con un 10 por ciento por cada copia de su obra que venden.


En Facebook ya son más de 27 mil personas las reclutadas en la causa "Bajen los precios de los libros en Chile!", mientras que "No a los impuestos a la música y libros" suma casi tres mil. Son grupos que mantienen un constante flujo en información y debate, donde el tema del impuesto a los libros salta de vez en cuando a la palestra, al igual que la idea de invitar a políticos 2.0 a sumarse a la causa e idear algún proyecto de ley.



Según el editor de Planeta, Carlos Labbé, los altos precios pasan porque el mercado de libros en el país es muy reducido. Y para ampliarlo hace falta que "la gente que planea la educación idee un sistema para que realmente haya una alfabetización verdadera, así habría más demanda", dice.



Labbé piensa que actualmente los currículum escolares están valorando más el tema audiovisual, con lo que los textos han perdido importancia. "Eso incide en valorar el libro como algo necesario, que hay que comprar", asegura. Algo en lo que coincide el Presidente de la Cámara Chilena del Libro, Eduardo Castillo, para quien la única respuesta pasa por hacer crecer el mercado.



"En la medida en que hacemos crecer el mercado, tenemos más opciones de que los libros puedan poco a poco ir teniendo precios más permisivos", dice. ¿Y cómo se crece? "Incorporando más gente en el sistema del gusto por los libros", asegura, ejemplificando con el fenómeno literario del niño brujo británico.



"Libros como Harry Potter han hecho eso, incorporar gente que estaba más lejos, como los adolescentes, y que adquirieron ocho mil ejemplares de 600 páginas cada uno. Los lectores están ahí, lo importante es ofrecer productos entretenidos, crear mayores posibilidades de acceso e incentivar a la gente", dice Castillo, para quien el tema de comprar o no un libro pasa por las prioridades de los consumidores, quienes cancelan el mismo valor por una entrada a un concierto que por un texto.



Y va?



Que somos un país importador y no productor de textos, eso está claro. Si vamos a las cifras, un 75 por ciento de los libros que se venden en Chile provienen de Argentina y España, pese a que los costos de impresión en el país trasandino son similares a los que aquí tenemos. El mercado es pequeño y el tiraje aún menor. De un libro considerado exitoso se imprimen unos dos mil a tres mil ejemplares. Un panorama que se oscurece aún más con el 19% de IVA que hay que sumar a la cuenta.



El otrora editor de Randomhouse en Chile y actualmente miembro del directorio del Consejo Nacional de la Cultura y las Artes, Pablo Dittborn, se pregunta: "¿por qué van a bajar los precios de los libros si no bajan los costos? Por buena voluntad de los editores, no" dice, argumentando que hoy en día no existe ninguna editorial "con márgenes lo suficientemente buenos como para que castiguen este mismo margen".



Para Dittborn, existe la misma posibilidad de que bajen el precio de la Coca-Cola a que lo haga el de los libros. "No tiene por qué bajar, si no hay elementos adicionales que estén influyendo. Vale decir, rebaja del IVA, aumento sustancial de la tirada, de tal manera que los costos unitarios sean menores. No hay ningún elemento que yo pudiera considerar válido como para que disminuyan los precios de los libros", dice.



Asegura además que, de reducirse el IVA a los libros, éstos serán más baratos en la misma proporción en que baje el impuesto. Pero que "si no hay un elemento adicional no van a bajar. Los libros van a bajar sustancialmente si se aumenta la tirada y mínimamente si se baja el IVA".



Según Carlos Labbé, que se elimine o reduzca el impuesto en los libros pasa solamente por una decisión política. "Alguna gente puede decir que es imposible, porque no se puede diferenciar entre un producto y otro, pero no es así. Hay diferenciación de IVA en distintos negocios, como el negocio inmobiliario, que tiene un IVA de 5%", asegura.



Labbé no cree que haya opciones de que se rebaje el IVA. "Eso va a cambiar cuando haya elecciones presidenciales. Ahí se va a dar de nuevo la discusión y ahí tiene que haber alguien hábil para hacer firmar algo a algún candidato. Es algo complejo, pero tampoco es tan descabellado, si simplemente hubiera una voluntad política", dice.



"Llega un momento en que debemos dejar de echarle la culpa al IVA o a lo que sea para no leer, creo que tenemos alternativas reales para acercarnos al libro", dice Eduardo Castillo. "El IVA de los libros en Chile lleva treinta años. No lo cambió ni la dictadura militar ni ninguno de los gobiernos de la Concertación. Es muy difícil que se rompa el esquema tributario que existe", sentencia.



"Si hubiera algún político metido en el negocio del libro, hace rato que habría bajado el costo", asegura Labbé. "Pero seamos honestos", señala Dittborn, "eso no significa que se vayan a vender más libros o que vaya a haber más lectoría".

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